Capítulo 15

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Liora

Comencé a caminar a ciegas tentando con mis dedos cada uno de los libros, siendo la atmósfera propicia para estar en un trance genuino con mi brújula interna.

-¡Te encontré!-, abrí los ojos y lo jalé del estante. Un libro vetusto, color cobrizo e hilos dorados que lo cubrían delicadamente y las delicadas hojas hojas con olor a hierbabuena.

-Des-ti-no-, título en griego, "προορισμός", lo que lograba comprender de esa lengua no se comparaba con las limitadas clases que nos dio Raizel de niñas, el descifrar cada una de las cuartillas, llevaría su tiempo.

-¡Hey!, te estaba buscando-, la voz de Ariel me hizo brincar.

- Sigo en la búsqueda de los libros adecuados para mi trabajo-.

Su mirada se centró en el libro que tenía en mis manos. -Sí, mira..., - su voz sonaba un poco nerviosa, -esta sección está prohibida, no puedes tomar nada de aquí, pero en la demás puedes encontrar más información-, su mano tocaba su cabeza apenado.

-No hay problema-, cerré el libro y lo puse en su lugar, sintiendo ansiedad por no poder llevarlo conmigo.

-Igual quería aprovechar presentarte al dueño, es amigo de la familia-.

-Claro-, sonreí amablemente.

Siendo lo más discreta posible y con ayuda de mi otro pie, desaté una de las agujetas de mis zapatillas. Ariel me tendió su mano y yo la tomé para avanzar junto a él.

-Oh-, miré a mis pies rápido para que él hiciera lo mismo.

Rápidamente me agaché. -Adelántate, tengo que amarrar mis agujetas, no quiero que haya un accidente-, dije sintiendo la adrenalina en mi corazón.

Ariel asintió con una dulce sonrisa, dirigiéndose a la entrada.

Recorrimos cada uno de los pasillos permitidos encontrando tres libros que según Ariel iban a ser muy útiles, "Encuentra tu luz interior", "Los colores de tu alma" y "Energía del corazón", intenté con todas mis fuerzas no poner los ojos en blanco.

Teniendo todo listo, nos dirigimos al mostrador de la tienda donde un hombre de lentes oscuros y facciones avanzadas nos esperaba.

-Espero hayan encontrado lo que necesitaban-, su voz era carrasposa.

-Sí, nos fue muy útil visitar casi todos los pasillos-, dije lo más amable posible.

-Liora, él es mi buen amigo Zekjar-.

-Mucho gusto-, extendí la mano con una sonrisa con unos segundos sin respuesta.

Instintivamente, Ariel tomó mi mano y la acercó al hombre para que le pudiera tocarla.

-Mucho gusto hija-, aquel hombre tomó con ambas manos la mía. Lo que sentí fue algo nunca antes vivido, era como si su energía ardiera fríamente, llena de confort y paz, lo miré y sonrió, podría jurar que el sentía lo mismo. –Eres muy especial-.

-Gracias-, retiré mi mano lentamente sin saber que más responder. ¿Qué acaba de pasar?, ¿Él sabía lo que era?

Ariel colocó los libros en el mostrador.

-¿Cuánto cuestan los libros?-, preguntó Ariel.

-No es nada, tómenlo como un obsequio de mi parte y el afán de haber conocido a está linda joven-, miré a Ariel y el asintió aprobando, -Deberías llevarla al concilium, estoy seguro que le gustarían.

-¿Qué es un "concilium"?-.

-Es una asamblea, dónde se tocan diferentes temas, si quieres...-, había dejado de escucharlo, mis manos se dirigieron a mi garganta, comencé a asfixiarme, algo obstruía mis fosas nasales y garganta haciéndome caer de rodillas, Ariel me tomó por los hombros y comenzó a sacudirme, hasta que logré recibir una bocanada de aire que llenaba mis pulmones de golpe, tan fuerte como si fueran a explotar, comencé a toser, ardía como ácido, inhalé y exhalé profundamente.

LuminiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora