Me sentí desorientada. Navegaba sin rumbo, hipnotizada en el mar de su mirada mientras la luna danzaba exquisita en sus pupilas. La brújula de mi sentido común estaba averiada. Sus cálidas manos descansaban en mi rostro como los rayos de sol en primavera, al punto de enardecer. -¿Estás bien?-, el soplo de su respiración chocaba contra mis labios, permitiéndome absorber su delicioso aroma, conteniéndome en un lapsus placentero.
En un movimiento rápido se quitó la camisa de mezclilla que tenía encima de su playera blanca y me cubrió con ella. Bajé la mirada a mi cuerpo. Mi blusa estaba hecha tirones así como el resto de mi chaqueta, dejando mi sostén y exceso de piel desnuda a la vista. Cerré los ojos de golpe, y me abotoné la camisa a como pude, mientras la humillación se hacía paso junto con un desagradable nudo en la garganta.
No podía articular palabra alguna. La opresión en mi pecho era insoportable, la angustia calaba mis huesos, mientras la terrible pesadilla de hace unos momentos se repetía en mi cabeza una y otra vez. La migraña seguía latente, me sentía exhausta, abrumada y desorientada. Era inútil el seguir fingiendo fortaleza cuando estaba a punto de desmoronarme en mil pedazos. Soltando un suspiro entrecortado me dejé llevar. Lágrimas calientes se deslizaban libremente por mis mejillas, mis labios comenzaron a temblar y mis manos se aferraban a mis rodillas.
-Leila, por el amor de Dios...respóndeme-, era tan evidente mi fragilidad, que las manos me Nith me sostenían por los hombros como fuertes columnas de acero.
-E-Ella...-, las palabras salieron en un débil susurro, mientras Nith miraba a mis espaldas.
-Ella muestra signos vitales estables, pero creo que tiene fracturada la mandíbula. Necesitamos llevarla al hospital-, giré mi cabeza para toparme con un delgado chico de cabello castaño claro; sus pequeños y efusivos ojos verdes estaban ocultos detrás de unas rígidas gafas.
-Leila-, Nith recuperó mi atención.- Necesito que me digas exactamente que pasó-.
Mis ojos se nublaron de nuevo con lágrimas no derramadas. La consistencia de sus palabras hicieron que mi boca se secara y que mi corazón revoloteara desbocado como las alas de un colibrí. Por lo más sagrado, ¿Qué explicación iba a darle?
-Permíteme revisarla-, el chico de lentes se colocó de rodillas justo enfrente de mí. Levantó su mano para tocarme, pero instintivamente me hice a un lado.-¡Oh!, Disculpa mi falta de cortesía Leila, mi nombre es Yerath y soy amigo de Nith-, el me tendió la mano en forma de saludo. Una clase de desconcierto me invadió pero correspondí con un suave apretón de mano.- Puedes estar tranquila, he asistido a cursos de primeros auxilios, y es por eso que quiero revisarte, ten certeza en mis palabras-, una pequeña sonrisa se pintó en su delgado rostro, mientras yo asentía sin protestar. Sus largos dedos viajaron hacia mis muñecas y tomó mi pulso con ayuda de su reloj. De su bolsillo trasero sacó una pequeña lamparita y revisó mis pupilas.- Tus ojos son fascinantes, nunca había presenciado un claro ejemplo de heterocromia, ¿Es de nacimiento?-.
Me dediqué a asentir a su pregunta. A pesar que el terror aún seguía recorriendo mi cuerpo, la calidez de Yerath se sentía tan pura, que emanaba una intoxicante paz en el ambiente.
-¿Cómo se encuentra Yerath?-, la impaciencia de Nith lo hacía caminar de un lado a otro.
-Bueno, físicamente parece estar bien. Pero creo que sigue conmocionada por lo que sea que haya pasado-, se encogió de hombros.
-Leila, ¿Confías en mí?-, preguntó Nith, mientras Yerath me ayudaba a ponerme de pie.
-Creo, que sí...-, mis ojos viajaron a mis manos y un rubor invadía mis mejillas. Su mano tomó mi barbilla obligándome a mirarlo. –Nunca dudes de ello, Leila... por favor-, sus ojos no vacilaron.
ESTÁS LEYENDO
Luminiscencia
FantasyUn suspiro salió de mis labios. No tenía ningún sentido resistirme y retardar lo que era inevitable. La sensación era indescriptible, la podía sentir recorriendo mis venas. La oscuridad se iba deslizando triunfante por todo mi cuerpo. Su danza era t...