Capítulo 17

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Era tiempo de retomar mis actividades habituales, había pasado una semana desde el día que regresé del inframundo. Seguíamos sin tener noticias de Raizel y yo en lo personal no sabía nada de Edgar desde el pequeño altercado que tuvimos. A decir verdad, me entusiasmaba un poco el regresar a clases, necesitaba un poco de normalidad en mi vida si es que pudiera llamársele así.

- ¿Vas a secarte el cabello? -, la voz de Liora me distrajo.

- No lo veo necesario-, me miró seria sentada en la mesa de la cocina impecable como siempre, su cabello en ondas, su ligero maquillaje y su ropa planchada.

-Vámonos-, me extendió una manzana para desayunar y me guiñó el ojo.

El poner un pie dentro de la escuela se sentía extraño de nuevo, o tal vez, la extraña siempre había sido yo. Caminamos por el pasillo familiar congestionado de adolescentes. 

A la antigua yo le hubiera disgustado, pero ahora no me molestaba, sólo eran inquietudes minúsculas en comparación con lo que había vivido.

La humanidad no era consciente de lo que estaba más allá de su vulnerabilidad.

- ¿Qué tanto piensas? -.

- ¿No puedes escucharme? -, miré a mi hermana de soslayo sin comprender.

-No muy claro-, miró a suelo.

-Bien-, intenté cambiar el tema, no era momento para sentimentalismos, -pienso que van a notar mi cambio físico-, mentí.

-Ya tenemos una cuartada, cambiaste tu alimentación y ejercicio, los humanos tienden a tener cambios drásticos cuando mejoran todo eso-, me tomó del brazo, me regaló su dulce sonrisa y seguimos caminando.

- ¿Qué clase se supone que tenemos? -.

- Bueno...como perdiste la secuencia, no estaremos juntas en algunas-, buscó entre sus hojas, - este es tu horario de regularización-.

-No me habías mencionado sobre esto-, la miré horrorizada.

-Sólo son algunas clases, las más sencillas las tomarás conmigo ya que se supone iba ponerte al día, esas fueron las condiciones del rector para que no perdieras el ciclo-, aquello no era gratificante.

-Genial-, puse los ojos en blanco.

-Ánimo, querías un poco de normalidad ¿no es así? -, me acarició dulcemente el hombro.

Yo me limité a asentir.

-Te veo a la hora del almuerzo-, y sin más me dejo sola entre pasillos, empujones y cotilleo.

Fue fácil encontrar mi aula, primer piso ala derecha y para mi suerte no había muchas personas. Todo pintaba bien, había llegado con minutos anticipados y el salón estaba vacío, así que tenía la libertad de sentarme plácidamente donde quisiera.

Tomé la última banca de la esquina derecha, tenía el ventanal a mi lado y un enfoque más completo de las cuatro paredes. Al paso de las manecillas del reloj, se fue llenando poco a poco, no reconocía los rostros de los alumnos, pero al parecer ellos si notaban mi presencia. Resoplé y decidí mejor mirar hacia la ventana y perderme en los árboles cubiertos de nieve.

Un aroma dulce y perturbadora invadió mis fosas nasales sin permiso, alguna chica se había sentado a lado mío para mi desgracia. No miré. Intentaba mantener el menor contacto social con mi alrededor. A pesar de su retraso, el profesor acomodó sus cosas sin prisa alguna, tomó un plumón y comenzó a explicar álgebra esencial. El modus operandi de la clase fluyó muy bien, explicaba lo más claro posible y se esmeraba en que no quedara ninguna duda. La campana sonó y todos comenzaron a salir disparados por la puerta.

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⏰ Última actualización: Jan 17, 2022 ⏰

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