El sonido se las intensas gotas de lluvia continuaba ahogando el ruido que producían dos respiraciones constantes y tranquilas de las únicas dos personas en esa solitaria calle. Hiyori miraba aún los ojos de la deidad que sujetaba su mano en ese momento, esperando una reacción tras su repentina pero clara confesión.
Su corazón latía intensa y frenéticamente, pero eso no interesaba. Solo quería escucharlo de una vez... La frase que acabaría con la esperanza de sus ilusos sentimientos.
El dios de la calamidad entreabrió los labios para decir algo, pero pronto volvió a cerrarlos y entonces soltó la mano de la humana girándose para retomar el camino de su andada anterior. Hiyori lo miro sin saber que hacer o decir mientras él continuaba caminando.
— ¿Ya....to?— Susurro el nombre del pelinegro arrastrando las dos silabas que no pudo escuchar de sí misma pues en sus oídos se escuchaba un vibrante zumbido acompañado de las gotas de lluvia chocando contra la superficie.
— Regresemos— Respondió con firmeza, claridad y seriedad mientras se detenía por un momento y después volvía a caminar.
Aturdida, confundida y con un inmenso sentimiento de tristeza, ella camino detrás de él.
Solo mirando la figura de la espalda de Yato desde atrás...
Solo viendo como aquel hombre caminaba sin mirarla ni decir nada...
La intensidad de la lluvia no cedió ni siquiera cuando llegaron a la casa de Binbougami, donde Daikoku tenía ya preparadas las toallas para que ambos se secaran -pues sería problemático estar secando todo el lugar por donde dos personas empapadas anduvieran-. Sin decir nada, los dos se mantuvieron en diferentes esquinas con el flequillo cubriendo sus ojos.
— Esto... ¿Algo ocurrió?— pregunto Yukine, situado ahora en medio de la gran distancia que quedaba entre ambos, notando lo rara que era la atmósfera extraña que se había dibujado en ese lugar. Ni Yato ni Hiyori le respondieron, cada uno permaneció dándose la espalda mutuamente y aparentando que se secaban con la toalla que les había sido prestada.
La diosa anfitriona y su regalía estaban al otro lado de la sala mirando a ambos amigos mientras bebían té.
—Hiyorin ¿Estas llorando?— pregunto la diosa de cabello rosa ocultando una sonrisa maliciosa al tiempo que fingía ver con preocupación a la chica.
— ¡¿Eh?!—tanto el dios como su shinki giraron el rostro en dirección a donde la humana estaba, poniendo al mismo tiempo una expresión preocupada — ¡Yato! ¿Qué hiciste?— interrogo Yukine mirando con desprecio y queja a su dueño. El aludido abrió los labios mientras el rostro se le coloreaba de azul y empezaba a mover con torpeza la cabeza negando.
Hiyori se mantuvo en silencio por un breve momento, permaneciendo oculta debajo de la toalla.
—No estoy llorando—confirmo al cabo de unos segundos, mientras se descubría la cabeza y se incorporaba— Solo... Me apura que sea tarde ya y no deje de llover... Mi madre se enojara conmigo sí no llego pronto— dijo girándose para verlos aparentando calma.
—Ya veo... En ese caso, Yato y yo te acompañaremos, Daikoku-san puede prestarnos un paraguas ¿Cierto?— contesto el adolescente incorporándose también.
—Por supuesto— dijo la otra regalía antes de caminar al pasillo para buscar una sombrilla.
Hiyori dio una disimulada mirada a donde estaba la deidad de la calamidad y notó que éste se mantenía con el rostro en dirección al suelo aún sin levantarse, y la mirada oculta por el flequillo de cabello negro además formando con su boca una línea recta.
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¿Qué Clase de Sentimientos Tienes?
RomanceGracias a sus amigas Hiyori comienza a cuestionarse que clase de sentimientos tiene hacia Yato... ¿Solo son de amistad o son románticos?