Capitulo 18: Segunda Confesión.

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"¿En verdad quieres oírlo?" preguntó la deidad mirando con frialdad y seriedad a la ayakashi que estaba a unos metros de distancia de él. Al escuchar aquello no supo que responder, sus temores le hicieron callar por completo pese a tener el deseo de realmente querer saber esa respuesta.

¿Qué opinaba Yato de ella? Por supuesto, de seguro él pensaba que ella era especial, después de todo la cuidaba mucho y realmente parecía apreciarla -aunque quizás no de otra manera, después de todo-. Pero... ¿Algo dentro de él habría cambiado después de recibir esa confesión? Después de todo, no podía dejar de sentirse intranquila.

Era ya de noche, casi para madrugar. Aun así ella permanecía sobre su cama abrazando su almohada en la oscuridad con los ojos fijos en la nada. Lo normal era que estuviera dormida-y lo estaba hasta hacía poco-, pero tras despertar después de un corto sueño, su mente no callaba dando un sinfín de respuestas para la última pregunta que Yato había hecho.

Un sinfín...

Suspiro y estiro los brazos alejando la almohada de ella, luego disponiéndose a sentarse sobre la cama terminando de descubrir su cuerpo de la sabana.

— Debería intentar dormir de nuevo...— Murmuró con pesar, sabiendo que las desveladas traerían malas consecuencias para su piel y humor. Pero no le preocupaba mucho, el día siguiente seria domingo y en realidad no tenía planes.

— Beber un poco de leche tibia podría funcionar— La voz que sonó a frente a ella la hizo exaltarse y alejarse lo necesario para llegar a donde el interruptor de su habitación— ¿Quieres que la prepare por ti?— Sin inmutarse por la reacción asustada de aquella chica, el dios mostraba una sonrisa.

— ¡¿Y-Y-Y-Y-Yato?!— Tartamudeó el nombre de la deidad exaltada conforme lo miraba perpleja creyendo por un momento que solo estaba tratándose de una alucinación o un sueño como reflejo de lo mucho que mente había estado pensando en él— ¿Q-Q-Q-Que haces aquí?— Pregunto luego de haberse percatado de que el sujeto en su cuarto era el auténtico dios de la calamidad.

El pelinegro continuo sonriendo, aunque sus ojos azules pronto mostraron una tristeza que Hiyori no fue capaz de explicar en el momento.

— Yo... Pensé que debíamos hablar— Respondió él aun mirando a la humanada con una sonrisa.

La chica lo miró por un largo momento sin decir nada, llevando una mano a su agitado pecho el cual no sabía si se había alterado por el susto o por la presencia misma de Yato. Tomó aire y cerro los orbes intentando hallar calma. Cuando sintió que ya estaba tranquila, nuevamente miro al hombre sonriente inclinando las cejas con cierta duda.

— ¿S-Sobre qué?— Pregunto sintiendo nuevamente el temor que la envolvió la última vez que habían hablado, en la que después fue abandonada tras no responder a la cuestión que aquel le había hecho.

En su interior presintió que él deseaba hablar sobre aquella conversación inconclusa...

Quizás estaba bien, de esa forma el círculo de dolor y angustia terminaría, pero no podía evitar sentir miedo. Sentía que escucharlo directamente le haría aumentar su sufrimiento, porque perdería toda esperanza...

—Bueno...— Yato continuo mostrando una sonrisa que poco a poco se iba llenando de pesar— Debo disculparme por mi actitud— Dijo sin apartar sus ojos de aquella, quien pronto lo miró nuevamente. Permaneciendo en silencio, incapaz de responder, ella espero a que él continuara hablando— Lo siento, Hiyori...— El pelinegro suspiró y finalmente clavó los ojos azules en el suelo inclinando ligeramente el suelo— Lo más correcto debió haber sido hablar las cosas con claridad.

¿Qué Clase de Sentimientos Tienes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora