Capitulo 21: La ira divina.

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Todos ellas se miraban entre sí con los labios apretados y una expresión de temor. Tenjin tenía un rostro aun peor, la ira y el desapruebo movían las arrugas de su sabio rostro sin que él se preocupara por aquello, dejando expuesto un rostro que denotaba por completo su estado de ánimo.

— Ese tonto ¿Qué cree que hace?— Dejó salir un bramido de sus labios mientras apretaba la pipa que estaba en sus manos con la fuerza suficiente como para romperlo.

— Tenjin-sama...— Nayu miró a su maestro, suplicándole con los ojos serenos que se tranquilizara. El anciano la miró y de inmediato negó ante aquella petición moviendo una única vez la cabeza. La shinki cerró los ojos y bajó la cabeza, sentía que era su culpa que su dios se sintiera tan furioso ahora.

— No es tu culpa— Musitó Tsuyu— Hiciste bien en hablar— Continuó y después miró a su dueño—. Tenjin-sama, debe calmarse un poco. Quizás después de todo, solo se trata de un malentendido ¿No es así, Mayu?— Ahora sus ojos purpuras de dirigieron a la shinki que anteriormente servía a Yatogami.

La chica bajo la mirada y con suma preocupación negó.

— No lo sé. Él no es la clase de persona que cometería una estupidez de esa magnitud, pero...— Cerró los ojos y colocó una mano sobre su pecho y al abrir de nuevo los orbes mostró una profunda tristeza— después de verlo con esa chica, debo admitir que claramente se ve el cariño que le guarda.

Tenjin suspiró y miró la mano con la que había roto su pipa, logrando de a poco calmarse y relajar su expresión.

— No es una carga con la que debas hacerte, Mayu— Dijo mirándola con cariño— Además, de seguro él ya conoce las posibles consecuencias— La regalía asintió y se esforzó por mostrarle una sonrisa a su maestro. Nuevamente, el dios del aprendizaje suspiró y puso una expresión serena—. Aun así, debo ir cuanto antes a hablar con él.

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— ¡¿EH?!— Soltaron al unísono la diosa de la pobreza y su shinki— ¿Es una broma?— Continuó hablando la regalía, con la cara igual de sorprendida que su dueña.

— No... No lo es— Respondió tímidamente la humana mientras clavaba los ojos rosas en el suelo de madera de aquella casa. Yato se mantenía a su lado con una enorme sonrisa y el brazo rodeándole los hombros al hablar con sus amigos. Yukine se encontraba al lado de su maestro mirando casi divertido las expresiones de los dos que recién escuchaban la noticia.

— Vaya, no creí que te lo tomarías tan enserio Hiyorin— Kofuku miraba con los ojos bien abiertos a la Iki, manteniendo su boca cubierta con sus delgados dedos.

"O si te resulta demasiado, ¿Por qué no enamorarte de Yato-chan?"

Hiyori recordó aquellas palabras, Kofuku se las había dicho cuando ella recién notaba que en realidad estaba enamorada de Yato. Una sombra cubrió su rostro y pasó saliva, no sabía se ponerse más nerviosa o sentir temor ¿Qué diría él si supiera lo mucho que se habían intensificado los sentimientos de ella desde antes?

— ¿Hum? ¿De qué hablas Kofuku?— Cuestionó el dios de la calamidad aun con esa enorme sonrisa. Binbougami correspondió con otra, aunque menos amplia.

— Es un asunto de mujeres, no seas entrometido Yato-chan— Guiñó un ojo y le mostró una lengua juguetona provocando que el pelinegro la mirara feo. Daikoku, que estaba al lado de su maestra, dejo oír un suspiro pesado logrando que todos le prestaran atención.

— Dai... ¿Daikoku-san?

El hombre la miró con una expresión casi triste.

— Mi más sentido pésame, Hiyori.

¿Qué Clase de Sentimientos Tienes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora