Capitulo 19: Día de felicidad.

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Esa mañana se despertó entorpecida, y adormilada como cualquier otro de los días. Había batallado para dormir, pero al final lo había conseguido, y también fue capaz de tener un dulce sueño.

Se estiró y dejo oír un ligero suspiro cerrando los ojos, pues sentía que la luz le lastimaba y entonces relajó su postura. ¿Qué horas serian? No tenía idea, pero definitivamente ya el día estaba en su plenitud. Por suerte, era domingo y no hizo ningún plan con nadie para salir.

—Buenos días, Hiyori.

—Bueno días— respondió con suavidad y giró el rostro con una amable sonrisa a quien la había saludado, llevándose de inmediato una enorme sorpresa que la hizo despertarse por completo— ¡¿Yato?!

El dios de la calamidad estaba justo al pie de su cama, hincado en el suelo y con los codos sobre el colchón, mirándola con una estúpida cara de felicidad.

—buenos días mi dulce Hiyorin— repitió con tono meloso imitando el apodo con el que la diosa de la pobreza se refería a aquella humana.

El rostro de la chica se sonrojó y lo miró fijamente.

— ¿Eh? ¡¿Eh?!— Dijo totalmente aturdida sin dejar de verlo.

El dios se puso de pie y continúo mirando de la misma manera a la chica.

— ¿Qué sucede Hiyori?

— ¿P... Por... Por qué estás aquí?— Preguntó con la voz oscilante y los pensamientos revolviéndose dentro de su cabeza.

— ¿Huh? No me digas que lo olvidaste...— la expresión del pelinegro pronto se volvió de tristeza y actuando dramáticamente se tiró al suelo— A pesar de que fue mi primera vez... Eres demasiado cruel, Hiyori.

La expresión de la chica se puso azul tras aquellas palabras.

Primera vez...

Primera vez...

En ese momento recordó una de las escenas de su dulce sueño. Una imagen vívida donde Yato la abrazaba, la besaba en los labios y musitaba amarla. De inmediato su rostro cambio el color de azul a rojo brillante y se escondió detrás de su cobija.

"No fue un sueño" Pensó dentro de su mente y de inmediato su cuerpo se llenó de calor.

—N... No lo olvidé— Pronunció al cabo de unos minutos aún incapaz de levantar la mirada para encontrarla con la de Yato. Su corazón de había acelerado en veces anteriores, pero esta vez realmente sentía como si buscara salirse del interior de su pecho. Su mente también estaba hecha un lio... Despertó creyendo que todo había sido un buen y tierno sueño, pero la verdad era que Yato había ido a su habitación. Le había dicho que la amaba, la había abrazado y la había besado.

Si, de repente recordó todo. El aroma de la deidad, su amabilidad y calor cuando la estrechó y el cariño que había empleado en sus dulces labios. Más enrojecida que nunca, la Iki se cubrió el rostro con las manos y dejó escuchar un gemido provocado por su vergüenza.

— ¿Qué ocurre, Hiyori?— El dios la miró preocupado.

— Ya... Yato...— Llamó ella aun en tono chillón— T... Tú...— Se armó de valor para para descubrirse el rostro y dejar de usar su cobija como protección— ¿Tú en verdad me... me amas?

Todo era demasiado bueno para ser verdad, o eso creía ella. ¿En verdad ese dios acosador la miraba de otra forma? ¿No era demasiado perfecto?

— Sí. Te amo, Hiyori— Contesto éste con una gran sonrisa en el rostro.

¿Qué Clase de Sentimientos Tienes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora