Cinco

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Me quedé pensando por mucho rato en lo que debía decir, ensayando en mi mente las palabras perfectas para enfrentar a Matías por última vez. Después de mucho rato pensando intenté dormir, no obstante, la ansiedad era tanta que me costó quedarme dormida. No dejaba de pensar en él, en lo difícil que sería para mí verlo y tratar de estar distante, despedirme de él para siempre y dejar atrás toda esta historia.

Al día siguiente, y como era de esperarse, desperté más temprano de lo habitual. Decidí no abrir mi computador y no tomar mi celular por miedo a lo que pudiera hacer. Ya había tomado una decisión y no volvería atrás en ella.

Las horas parecían no avanzar, es lo típico que ocurre cuando queremos que algo pase pronto, pareciera que el tiempo se detuviese para torturarnos con una larga y tediosa espera. Aunque, a decir verdad, no estaba segura de querer que el tiempo avanzase rápido, era inevitable sentir miedo de lo que debía hacer y decir.

Cuando eran casi las cinco de la tarde, opté por arreglarme un poco, alisar mi cabello, escoger la ropa adecuada y maquillarme un poco. El día estaba algo helado, en mi ciudad el otoño es una estación bastante helada y con mucho viento, así que debía salir abrigada.

No tenía claro a dónde me llevaría Matías, aunque eso en realidad poco importaba con todo lo que tenía pensado decirle. Tampoco me puedo imaginar qué pensará de que le haya pedido que nos juntáramos. Seguramente pensará que se trata de la oferta de trabajo o algo similar.

Tomé mi celular para ver la hora, ya eran las 18:30 hrs. Matías debería estar saliendo de Ryts para venir a buscarme. Al pensar en eso, sentí que mi corazón se abatía aún más, que mis manos comenzaban a sudar de lo nerviosa que estaba. Comencé a caminar por la casa, tratando de tranquilizarme. Respiraba profundo y me decía a mí misma que este era el fin de todo.

Pasadas las siete de la tarde, sentí que un auto se estacionó frente a mi casa. Era Matías que estaba afuera, estaba segura de eso. Mi celular sonó, Matías me estaba llamando. Opté por no contestar y simplemente salir.

Cuando abrí la puerta de mi casa, me percaté que Matías se había bajado del auto y estaba a punto de tocar el timbre de mi casa.

―Hola, Catalina.

―Hola ―respondí mientras cerraba la puerta.

Solo verlo me había hecho sentir miles de mariposas en mi estómago. Pensaba que Matías vendría vestido con algún traje, pues según yo, venía del trabajo. Pero no, su tenida era mucho más casual. Aunque opté por no mirarlo mucho, pues se veía encantador y no quería sentir nada en este momento.

―Te ves muy linda ―dijo mientras me observaba.

―Gracias.

―¿Vamos? ―preguntó.

―Sí.

Se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla, eso me tomó por sorpresa, haciéndome sonrojar. Me abrió la puerta del auto y me subí sin preguntar a dónde iríamos. No sé por qué, después de todo lo que he pasado con este hombre, sigo confiando en él, dejando que tome decisiones por mí. Eso es muy inconsecuente de mi parte, pero no quiero pensar yo en un lugar donde ir.

Enciende la radio y coloca una de las canciones que yo le había mandado hace tiempo como chica enamorada. Eso me hace sentir más nerviosa aún, pienso que ya sabe que soy yo y no puedo evitar sentirme incómoda.

―¿Te pasa algo Catalina? Te ves incómoda ―afirma Matías.

―Nada, solo estoy algo nerviosa, supongo.

―¿Por qué querías que nos viéramos ahora?

―Prefiero que lo conversemos cuando lleguemos a... ¿a dónde vamos? ―pregunto al percatarme que no sé aún a dónde pretende llevarme Matías.

Hasta que me olvide de ti #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora