Dieciséis

30.5K 2.9K 342
                                    

Me cuesta separarme de Matías, creo que la peor parte del día es tener que dejar de estar con él, dejar de sentir sus caricias, sus mimos, sus besos. Cada vez que me va a dejar a casa siento que una parte de mí se queda en la de Matías.

Él de a poco me ha ido mostrando lo que es capaz de hacer por mí. Al principio temí que solo me buscara como forma de desahogo, pues llevaba mucho tiempo solo. Creí que solo me buscaría por sexo y que después me abandonaría. Pero no, otra vez me equivoqué con él. Cada día inventa una forma de demostrarme cuánto le importo. Jamás pensé que detrás de esa apariencia frívola, de esa mirada de sufrimiento y bajo ese atuendo de jefe gruñón se escondiera un hombre absolutamente opuesto al que todos ven. Ese Matías me encanta, si alguna vez sentí que enloquecía de amor por él, ahora sé que estoy en el más profundo delirio en sus brazos.

Al despertar me encuentro con un mensaje de Matías, dándome los buenos días y diciendo lo mucho que me extrañó durante la noche. Él dice que no está enamorado de mí aún, pero que me quiere mucho ¿Qué hará cuando se enamore realmente de mí? Porque ahora que no lo está, me llena de detalles, de hermosas palabras, hace que nuestros momentos sean únicos. ¡Dios! ¿Cómo podía imaginar que él sería así?

Me creía la mujer más desafortunada del mundo, que nunca conseguía nada importante, pero ¡cómo ha cambiado mi suerte!

Me voy a la oficina con una enorme sonrisa en el rostro, sabiendo que de nuevo veré al hombre que completa mi felicidad. A penas llego voy a saludarlo, muero de ganas por darle un beso.

Cuando me acerco a su oficina me percato que está cerrada.

«¡Qué extraño, él nunca cierra la puerta, solo cuando está conmigo o cuando está muy ocupado!»

Le pregunto a la secretaria de Matías, si él está ya en la oficina y si está ocupado.

―Sí, llegó hace un rato. Y apenas llegó, se encerró en la oficina con la señorita Jocelyn.

―¿Qué? ―digo espantada.

―Eso mismo pensé yo ¿Por qué se tiene que encerrar con alguien como ella, si desde lejos se le nota que quiere...

―No siga, por favor ―pedí y me retiré.

La indiscreción de la secretaria no me ayudaba en nada, venía con la ilusión de darle un pequeño beso a Matías y me encuentro con que está encerrado con esa tipa en su oficina, pero ¿Por qué se encerró con ella? Claro, de seguro ella fue la que cerró la puerta para intentar seducir a mi Matías, pero ya va a ver, le voy a dejar bien en claro que no me va a quitar a mi hombre.

Me siento en mi lugar de trabajo, irritada por saber que Matías está con ella.

«¿Por qué tiene que estar tanto rato con esa mujer? Matías también me va a escuchar, esto no se va a quedar así. Claro, me manda mensajes, todo cariñoso y ahora se encierra con otra. ¡Dios! ¿Qué estarán haciendo?»

Ni siquiera quiero pensarlo, siento que la sangre me arde de rabia. Quiero entrar en esa oficina y ver lo que ambos están haciendo. ¡Malditos celos!

De pronto el teléfono de mi escritorio suena, interrumpiendo mis pensamientos.

―¿Qué? ―contesto enojada.

―Catalina, ¿Qué forma de contestar es esa? ―pregunta Matías.

―Ay, ¿Matías? ―pregunto confusa.

―Sí ¿Qué te ocurre?

―Nada ―miento ―¿Necesitas algo?

―Sí, que vengas a mi oficina de inmediato.

―Bueno.

Corto la llamada y vuelvo a enojarme.

Hasta que me olvide de ti #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora