Siete

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Después de despedirme de Matías, no sabía si realmente estaba mejor o peor, solo tenía claro que me sentía aliviada de haber hecho al fin esta confesión. Me había quitado un peso de encima. Ahora solo vería una vez más a mi ex jefe y luego de eso, nuestra relación, si es que se le puede llamar así, ya no existiría más. No obstante, quedaba una duda en mí ¿Seré capaz de olvidarlo? Era algo difícil de saber, creo que es muy pronto para tener una respuesta, pero en el fondo de mi corazón esperaba que sí.

Mis amigos de Ryts aún no entendían por qué yo había decidido dejar la empresa, pues ellos sabían lo ilusionada que estaba con estar contratada. Solo inventé que estaba algo agobiada y que necesitaba tomarme un tiempo de descanso. Aunque nadie creyó esa excusa, sobre todo al verme tan mal después de mis conversaciones con Matías.

El único que supo el verdadero motivo de mi renuncia fue Sebastián, a quien no he vuelto a ver desde casi un mes. Siempre me llama para que nos juntemos con los chicos de la empresa, pero yo he optado por excluirme de las juntas en las que se pueda hablar de Matías, en las que yo pueda beber y hablar de más. En realidad, no he querido estar con nadie que pueda recordarme a él. Lo paradójico de la situación es que a Matías si lo he visto.

Decido ir a acostarme temprano, ha sido un día cargado de emociones y me siento agotada. Mientras me recuesto vuelvo a recordar el calor de las manos de Matías sobre las mías y sus hermosos e intensos ojos azules mirándome de frente, haciéndome temblar, deseando no apartarme de su lado nunca más. Tal vez estaba haciendo todo mal, quizás mi actitud era cobarde, pues aún podría seguir intentándolo, tratar de conquistarlo, pero el miedo al sufrimiento me detenía. Optaba por la tranquilidad en vez de la incertidumbre de un amor que no puede ser.

Esta vez no me cuesta conciliar el sueño, descanso tranquila al saber que estoy poniendo un punto final a todas mis locuras de amor.

Al día siguiente me levanto llena de energía, me siento renovada, aunque no sé el porqué. Me cuesta creer que una conversación, que una confesión como la que le hice a Matías le otorgue tal tranquilidad a mi vida.

Pronto el espacio de calma me abandona al recordar que hoy veré nuevamente a mi ex jefe. Trato de que no me afecte, pero es inevitable pensar que esta será la última vez que nos veamos. Mi duda ahora es la siguiente: ¿Quiero realmente que sea la última vez?

En definitiva, no quiero que sea la última vez, preferiría que hubiese muchas otras veces, pero él nunca va a sentir lo mismo que yo, por eso tiene que ser la última vez. Después de hoy todo va a cambiar y por fin podré concentrarme en olvidar.

Miro por la ventana, el día está nublado y pareciera que va a llover en cualquier momento. Espero que la lluvia no arruine mi salida con Matías. Hay mucho viento y la tarde está helada. Así que decido abrigarme mucho para salir con él. ¿A dónde tendrá pensado llevarme? En fin, supongo que da lo mismo, aunque no sé qué tiene en mente este hombre que me enloquece.

A las 6 de la tarde en punto, Matías estaciona el auto fuera de mi casa y toca el timbre. Salgo de inmediato y lo saludo con un simple "hola", sin permitirle que me dé un beso en la mejilla. Mientras menos contacto físico haya entre nosotros es mejor. Me invita a subir rápidamente al auto, pues la tarde está bastante fría.

Subimos al auto, y lo echa a andar de inmediato.

―¿A dónde vamos? ―pregunto.

―A un lugar especial ―responde Matías.

Lo miro con cara de preocupación y él lo percibe. Eso de lugar especial me suena como a una tarde en un motel o algo similar.

―Tranquila, no me mires así. Iremos a un lugar público ―agrega. Yo respiro aliviada al oír eso.

Hasta que me olvide de ti #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora