Doce

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Matías, Matías, Matías. Durante la noche no hacía otra cosa más que repetir su nombre. Cada letra sonaba a mis oídos como una dulce melodía. Si esto era un sueño, definitivamente no quiero despertar. Quiero tener sobre mí esta dulce y mágica sensación. Pareciera que estoy caminando sobre nubes de algodón.

En mi cuerpo aún está su aroma y en mi cuerpo aún se siente el exquisito dolor de una noche de pasión con él: con mi ex jefe. De pronto comienzo a pensar en que nuevamente será mi jefe y pienso en lo que dirán de mí cuando sepan que tengo una relación con él.

«Un momento ¿Ya puedo llamarle relación?»

Comienzo a preocuparme por varias cosas. La primera es que tal vez no debería aceptar el trabajo en Ryts pues tarde o temprano se darán cuenta de que tengo algo con Matías y creerán que soy una arribista aprovechadora y quizá qué más. Pero de momento no tengo mejores propuestas de trabajo y necesito imperiosamente volver a trabajar, pues este eterno letargo en casa me está matando.

Lo segundo es que de aceptar un puesto de trabajo en Ryts no sé si quiera realmente ir a la otra sucursal, preferiría mil veces trabajar con mis amigos y tener cerca de Matías.

Y lo último en que pensaba, pero no menos importante es que espero que a Matías no le importe tener con una de sus empleadas, si a él no le importa, pues que el resto del mundo se pudra ante nuestros ojos. Sin embargo, si llegásemos a terminar continuaría ligada a él por mi trabajo.

«Catalina, estás jodidamente loca».

Dejo de pensar, es lo mejor, creo que estoy proyectando toda una vida con Matías, cuando estamos al comienzo de algo que ni siquiera tiene nombre aún. Somos solo él y yo. El resto no tiene por qué saber lo que hacemos fuera de la empresa y mucho menos debe preocuparme la opinión que puedan tener de mí. Ya he hecho demasiadas locuras como para preocuparme por lo que dice el resto. Por ahora solo me quedan dos cosa por hacer: soñar con el amor de mi vida y no dormir demasiado para poder llegar temprano a la entrevista.

Un mensaje de texto me despierta a las ocho de la mañana. De mala gana lo miro, pues aún estoy medio dormida. Pero al ver el nombre del remitente, por arte de magia me despierto en una milésima de segundo: Es de Matías.

"Espero que hayas tenido una linda noche, pero te recuerdo que hoy tienes una entrevista de trabajo. Ten cuidado con quien te va a entrevistar, dicen las malas lenguas que es un cruel desalmado y sin sentimientos.

Nos vemos pronto"

No puedo evitar sonreír al leer aquellas palabras. Jamás imaginé que Matías tuviese este lado tierno.

Decido responder.

"Fue una buena noche, pero fue mejor la anterior. Respecto de la persona que me va a entrevistar... me han dicho que es todo un seductor, que vale la pena conocerlo bien y dicen que da unos besos ¡Impresionantes! Así que iré dispuesta a coquetear con él para que me dé el empleo.

Nos vemos pronto"

Envío y me levanto. Pongo algo de música y bailo mientras me cepillo los dientes. Luego voy a la ducha cantando. El día está nublado, pero pareciera que para mí es el más soleado de la vida.

Tomo la ropa que he preparado la noche anterior y me la pongo, luego arreglo mi cabello y me pongo maquillaje y salgo con mi mejor sonrisa a la entrevista de trabajo.

Al llegar a Ryts pasan por mi mente los recuerdos de la última vez que estuve aquí. Es inevitable darme cuenta de que no le di opciones a Matías para responderme de mejor forma, me apresuré en mis juicios hacia él. Pero la vida se había encargado de revertir la situación y me traía de vuelta a la empresa.

Decido no avisarle a Matías que he llegado. Simplemente tomo el ascensor y luego camino por los pasillos que ya conozco de memoria. De pronto mi caminata se ve interrumpida por Claudia, quien me ve y se acerca para abrazarme efusivamente.

―¿Qué haces acá? ¿Por qué te fuiste? Aún me debes una explicación, eres una ingrata, mira que te fuiste y nunca más nos volvimos a ver. Vamos, dime que vas a volver.

―Si me dejas hablar, podría responder tus preguntas ―reclamo.

―Está bien, lo siento, pero es que no te veía hace mucho y nadie entendió por qué te fuiste de Ryts.

―Una larga historia de problemas emocionales y personales de los que no quiero hablar.

―Pero al menos estás pensando en volver ¿O no?

―A eso vengo. Tengo una entrevista con Matías.

―¡qué bien! Me alegro mucho.

―Yo también, te dejo, ahora voy a hablar con él.

―¡Ah, no! Deja a ese gruñón de lado un rato, nada le va a costar esperar. Ven a saludar a los chicos, que siempre se acuerdan de ti.

Oírla hablar así de Matías me causa gracia. ¡si ella supiera! Opto por hacerle caso y voy a saludar a mis amigos de la empresa. Cada uno de ellos me abraza con mucho cariño y me piden que vuelva. Intercambiamos un par de palabras y luego me retiro a la oficina de Matías.

Le pido a su secretaria que le anuncie mi llegada y espero pacientemente a que me deje entrar a su oficina. Luego de unos minutos la secretaria sale.

―Puede pasar. Dice el señor Hidalgo que cuando entre deje la puerta cerrada.

―Muchas gracias.

No sé por qué presiento que Matías tiene algo en mente. Pero finjo que todo está bien y con una sonrisa me despido de la secretaria y entro en la oficina.

«¿Por qué Matías querrá que cierre la puerta cuando siempre acostumbra tenerla abierta? ¿Querrá hacerlo en la oficina? ¡Ay, no! No estoy preparada para esto. Es muy fuerte para mí, pero... ¡No sería mala idea! Definitivamente soy una pervertida, sin remedio. ¡Cómo me pone este hombre!».

Entro y cierro la puerta, tal como me lo pidió la secretaria. No miro a Matías sino hasta que está completamente cerrado. Además pongo el seguro.

—Buenos días, Señor Hidalgo, gracias por recibirme —saludo fríamente.

—¿Así me vas a saludar, Catalina? —increpa.

—Esto es una entrevista de trabajo y yo soy muy profesional. No mezclo el trabajo con mi vida sentimental —me burlo de él.

—¿Así? Pues en su solicitud de entrevista decía que venía dispuesta a seducir al jefe.

—Claro, eso hasta saber que era un cruel sin sentimientos.

—¿Y ya no le parezco seductor? ¿Ya no cree que doy besos increíbles?

—No señor, para nada.

Me río de lo ridícula de nuestra conversación, pareciera ser la de dos recién enamorados en juego de coqueteo. ¿Será que Matías se puede enamorar de mí?

—Eso está por verse —afirma Matías.

Se levanta de su asiento y muy rápido se acerca a mí, tomándome por sorpresa. Sus labios se unen a los míos en un beso que me deja casi sin aliento. Antes de que se aleje por completo muerdo su labio inferior, para que ese pequeño dolor lo acompañe un rato.

—Ahora podemos comenzar la entrevista —comenta Matías. 


Hasta que me olvide de ti #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora