Catorce

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Arreglé todo para verme con Matías durante la tarde, con la esperanza de pasar muchas horas con él. Después de la entrevista de la mañana, lo único que quería era poder darle todos los besos y abrazos que reprimí por estar en la empresa. Comienzo a creer que no es tan buena idea que estemos juntos en Ryts, pues querré besarlo todo el tiempo y no podré, porque nadie puede saber que estamos juntos. ¿Podremos guardar el secreto? ¿Qué pasaría si alguien de la empresa se entera?

En realidad no debería pasar mucho, Matías es el jefe, a él no le podrán decir nada ¿pero a mí? Mi círculo cercano sabe cómo soy, no tengo que darles explicaciones a ellos, pero el resto puede pensar que soy una mujer que solo busca aprovecharse de su jefe. Eso último no es tan falso, pues sí, quiero aprovecharlo completamente, en el sentido sentimental, pero de seguro el resto no lo verá de esa forma. ¿Tiene que importarme mucho guardar las apariencias? Yo creo que no.

Le avisé a mi madre que saldría con Matías y que no estaba segura de llegar temprano. Esta vez me aseguraba de que después no me hiciera ningún show, mucho menos frente a él.

Cerca de las siete de la tarde Matías pasó me pasó a buscar. Al verlo no pude evitar colgarme de sus hombros y darle un enorme beso que lo tomó por sorpresa, pero que respondió a la perfección. Debería estar prohibido besar tan bien como él, esto definitivamente es una adicción que me fascina. No quiero ni imaginarme un día sin sus besos.

—¿A dónde iremos? —pregunto.

—Iremos a cenar, ¿No fue eso lo que me dijiste durante la entrevista? —responde con amabilidad, mientras me abre la puerta del auto. Ambos entramos.

—Tienes razón. ¿Y después?

—Podemos ir un rato a casa, estar juntos y luego te vendré a dejar.

—¿Por qué? ¿No me puedo quedar contigo? —reclamo.

—Usted, señorita, tiene que trabajar mañana. No quiero que por culpa mía su jefe la vaya a castigar.

—Me encantaría que me castigara—. Luego de decir eso me sonrojo.

—¿Qué? ¡Catalina!

—Lo siento, es solo una broma —comento avergonzada.

Ambos nos reímos de mi comentario. A veces digo cosas tan fuera de lugar. Matías pone en marcha el auto y nos vamos a un hermoso restaurante. La comida es perfecta, la conversación con Matías pasa por distintos temas. Además de ser muy guapo, de besar increíblemente bien, es un hombre extraordinariamente culto con el que se puede hablar de todo tipo de cosas. Mientras él habla yo lo miro anonadada, como si no hubiese nada más en este mundo que él.

Mientras comemos y conversamos un fotógrafo se acerca para ofrecernos una fotografía. Matías inmediatamente acepta, se coloca a mi lado y me abraza para que nos saque la fotografía. Luego le da los datos para la entrega y continuamos con nuestra cena.

Al terminar, tal como me había dicho, nos fuimos a su casa. Estuvimos juntos conversando por largas horas hasta que se nos hizo tarde y me fue a dejar a casa. Quisiera que al estar con él, el tiempo se detuviera para eternizar los momentos juntos. Siento una adicción profunda a este hombre y ya no quiero pensar en cómo sería estar sin él ¿Tal vez debería pedirle que sea mi novio? ¿O será muy pronto aún?

Mi retorno a Ryts fue como si me hubiese tomado unas pequeñas vacaciones, el ritmo de trabajo fue intenso de inmediato. Pero me encantó volver a compartir con mis amigos las largas horas laborales, los cafés en las mañanas y después del trabajo las hermosas horas en compañía de Matías.

Un día la secretaria de Matías casi nos encuentra besándonos en su oficina. Habíamos olvidado cerrar la puerta. De todas formas amo hacer alguna locura con él en el trabajo y no solo para él como era antes.

El jueves me tocó ir sola a la cafetería, pues mis compañeros estaban agobiados de trabajo, lo que es yo no podía seguir trabajando sin tomarme un café, así que opté por ir sola. Matías llegó y al verme sola se sentó a mi lado. Mantuvimos una conversación dentro de los límites del trabajo, pues había más gente de la empresa en la cafetería. Luego volvimos a trabajar.

Todo parecía ir normal ese día, hasta que una chica de la empresa, que trabaja en otra área me pide que conversemos antes de que yo vuelva a trabajar. Yo sin ningún problema accedo y dejamos la conversación para después de la hora de almuerzo. La encontré en el pasillo y me pidió que fuéramos a conversar a un lugar más privado, porque lo que tenía que decirme era delicado. Yo comencé a asustarme, no comprendía las intenciones de aquella chica, pero debía ser algún tema de la empresa, por lo que no me alarmé de más.

Fuimos a la oficina de archivos que estaba desocupada y luego de cerrar la puerta comenzamos a conversar.

―¿Por qué me traes acá? ¿Cuál es el misterio? ―pregunté.

―Mira niña, ni siquiera sé cómo te llamas, pero sé qué clase de mujer eres. Te he visto con Matías hoy en la mañana, supe que fuiste tú la que organizaste el cumpleaños hace tiempo y he visto que ustedes pasan mucho tiempo juntos.

―¿Qué? ¿De eso se trata?

―Sí, sé que estás buscando escalar en esta empresa, pero no lo vas a conseguir. A mí hace mucho que Matías me gusta y me gusta de verdad, no quiero que te metas en el medio, porque yo voy a hacer lo que sea necesario para sacarte del lado de él.

―Sabes, no tengo por qué discutir estos temas absurdos contigo.

―Mira niñita, anda buscándote otro empresario millonario para tus planes, que este es mío.

Sentí que mis mejillas comenzaron a arder, tenía unas ganas enormes de insultarla, de decirle a la cara que Matías ya me había elegido a mí y que nada de lo que ella pudiera hacer me sacaría del medio. Pero me contuve, no puedo delatar una relación que recién está comenzando, ni delatar a Matías en algo como esto.

―Mira, tú puedes hacer lo que quieras, no es mi problema.

Comencé a recordar la cara de esta chica, claro que la había visto antes cerca de Matías, en la fiesta del día del trabajador. Era la chica que vestía igual que yo y que Matías rechazó por completo.

―Una última cosa, antes de irme, no creo que Matías acostumbre a meterse con mujeres fáciles como tú. Aquí eres tú la que quiere escalar en la empresa, pues mi puesto ya es bastante más alto que el tuyo.

―¿Y qué hiciste para conseguirlo? ¿Con cuántos te acostaste?

―Con nadie para que lo sepas, yo estudie en la universidad. ¿A ti dónde te regalaron el título de mujerzuela?

―Mira, estúpida, al menos yo admito lo que soy y lo que quiero. Matías será mío, porque él jamás se fijaría en una sin gracia como tú. Te falta mi atractivo para que alguien se pueda fijar en ti.

―Puede que a mí me falten las operaciones que tienes tú, pero yo tengo cerebro. Veremos qué dice Matías de esta conversación. Adiós ―dije furiosa y salí dando un portazo.

Maldita, maldita y mil veces maldita. Había arruinado mi hermoso día. Ya sabía que tanta perfección, que tanto idilio amoroso no podía ser tan real, mi suerte no lo permite. Pero esto no se iba a quedar así. Matías lo iba a saber.


Hasta que me olvide de ti #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora