Una cuestión de negocios ღ «Minho (SHINee) Fanfic»

Capítulo seis

¿Me fui unas cuantas horas y ya extrañaba mi "olor a rosas"? Omitiendo lo de asfixiante... ¿de verdad cree que huelo a rosas?

Ni siquiera me bañé en la mañana. Ugh.

No debería sorprenderme tanto por lo que dijo. De seguro estaba bromeando. Una broma de malísimo gusto, por supuesto. Pero el que se haya alejado dejándome sola después de dispararme semejante frase, no confirma que sea una broma.

Santas vacas voladoras.

Me he pasado toda la semana dudando después de ese día. Peor aún, desde entonces no hemos vuelto a hablar. Como que se anda escapando de mí. O seguramente se dio cuenta de lo extraño que sonó lo que me dijo, y decidió mantener la distancia.

Qué se yo. Quizás los coreanos sean así.

Ah... ahora estoy hablando de otra cultura como si fuesen extraterrestres. ¿Qué va mal conmigo?

Hoy voy a pintar. Y con pintar me refiero a que vendrá alguien para que lo dibuje. Es una chica que está interesada en mis trabajos, porque dice que tengo talento. Le pregunté cómo conoce mis trabajos, entonces me respondió que es amiga de Connor.

Lo que me hace preguntarme dos cosas... ¿Connor tiene amigos?

Y segundo, ¿cómo puede ser esta chica amiga de Connor?

No importa. La cosa es que sí es muy bella, así que podría resultar un buen trabajo.
La llevaría a la colina para dibujarla, ya que allí no suele transitar nadie más que yo. Pero ahora que está Minho merodeando por aquí y por allá, no quiero correr el riesgo. Además, las tardes están cada vez más heladas, y tampoco es mi intensión que la pobre se resfríe. Así que la pintaré en mi cuarto.

—Ok —la observo—. Puedes desvestirte en el baño mientras preparo mis materiales. Por cierto, no quiero que aparezcas frente a mí completamente desnuda. Envuélvete en esto —le lanzo una sábana—. Haremos arte, no pornografía.

La chica obedece diligentemente. Mientras preparo mis pinturas, pienso en Minho. Maldición. ¿Hasta cuándo estaré pensando en él?
De seguro hasta la boda. Y después de la boda, hasta el divorcio.
Porque sí, a mis veinte años pasaré de ser soltera, a casada, y luego a divorciada en menos de un año. Todo un récord.

—Estoy lista —me anuncia Katt saliendo del baño, tal como se lo pedí.

Le instruyo que se recueste en el sofá a los pies de mi cama y se cubra sus partes íntimas con la sábana. Le aconsejo que coloque uno de sus brazos detrás de su cabeza y que mantenga firme la mirada. Después me arrepiento; no sabe mirar sensualmente. Así que le pido que se cubra con la sábana como si sintiera vergüenza.
Porque he cambiado de opinión.
Quiero retratar la inocencia. Quiero que los hombres sean capaces de mirar a las mujeres como nosotras apreciamos una mariposa, o un pétalo de rosa. Quiero que descubran que somos delicadas y temerosas, y fuertes y valientes a la vez. Que tenemos sentimientos. Que no somos objetos que se compran, como piensa el hijo del primer ministro. Y esta chica es ideal para eso.
Sobre todo porque ha de ser muy ingenua para ser amiga de Connor.
Eso fue cruel.
Pero cierto.

—Bien, quédate así, tal cual —le ordeno. Ella obedece.

Comienzo a crear un boceto de su silueta, pero sin querer, Minho vuelve a mi mente. Quisiera dibujarlo... oh, cómo quisiera dibujarlo.

Pero no por perversión ni nada de eso. Si no porque sin duda tiene facciones y un cuerpo digno de admirar. Como Adonis, o cualquiera de esos apuestos dioses griegos. Como el mismísimo hijo de Afrodita. Tan dulce, y tan educado, que hace que te den ganas de abrazarlo muy fuerte. Con esa bendita sonrisa que hace que el estómago se te suba a la garganta, y esa diversión tan exquisita que se dibuja en su rostro cuando se burla de mí. O más bien, juega conmigo. Estoy consciente de que nuestra relación de odio no es más que un juego de niños.