Capítulo ocho

54 5 0
                                    

No aguanto más esto. En serio.

Emma lleva una semana metida en mi casa, mañanas y tardes completas. Oh, sería genial si estuviésemos las dos solas. Y por supuesto, no pasara más tiempo con Minho que conmigo.

No sé, pero mis sentimientos posesivos e infantiles me gritan cada vez más fuerte que los estoy perdiendo.  A ambos. O me están ignorando, o Emma definitivamente ya no me quiere. 

Lo único bueno a rescatar del último tiempo es que Minho ayer me habló —¡por fin!— para preguntarme dónde estaba Emma...

¡Soy patética!

Los extraño. Extraño charlar fluidamente con mi mejor amiga, la complicidad, las risas... y extraño a Minho. Dios mío, sí, lo extraño. Apenas lo conozco, pero extraño discutir con él, su afán por molestarme o llevarme la contraria y aquellos breves, efímeros y fugaces instantes en los que comenzábamos a entendernos. O a divertirnos con la presencia del otro, sin necesidad de hablarnos. Miradas, silencios... sonrisas...

Entre más pasan los días, más me convenzo. Ha llegado la hora de reconocer lo irreconocible. De aceptar lo inaceptable. De convivir con lo inconvivible, si es que existe esa palabra... me gusta Choi Minho.

No sería tan malo si también yo le gustara. Después de todo, ya falta poco para la boda... boda, que está arreglada. Lo que le quita toda la magia.

Es imposible que yo le guste si sigue pensando que pateo para el otro equipo. No me ha dado chance para hablar con él, porque ahora todo parece girar en torno a Emma. Ya ni siquiera me dan ganas de salir del cuarto. Todo ha vuelto a ser como antes, con la diferencia de que ya no tengo a mi mejor amiga porque se lo pasa de lujo con mi prometido.

¡Corazón estúpido!

Sí soy bien estúpida después de todo.

No puedo fijarme en Minho. Él es hijo del enemigo. Del que se cree que puede decidir por sobre nuestra voluntad. Además, nuestros mundos, a pesar de estar sumidos en dinero, son muy distintos. Él y yo somos muy diferentes. Él es correcto, yo rompo reglas. Él es conservador, mientras que yo soy bastante amplia de mente. Él vive al otro lado del mundo y yo... no quiero ir a vivir al otro lado del mundo.

Su padre es cruel, y el mío... sólo es estricto.

Somos como agua y aceite. Como sol y luna. Como blanco y negro.

Sin embargo, necesito aclarar las cosas con él. No quiero que nos casemos mientras él siga pensando que me gustan las mujeres. No porque gustar de alguien del mismo sexo sea malo, sino porque en mi caso simplemente no es cierto.

No quiero que se enamore de mi mejor amiga, porque eso de alguna manera me destrozaría. Y a Emma también. Porque uno no elije de quien se enamora. El amor no funciona como piensan mis padres. Aunque conmigo parece estar funcionando...

Quiero darme el trabajo de conocer un poco más a este chico guapo-cabeza-necia. Quiero que se divierta haciéndome enfadar, o que me quite mi hamaca para dormir. Que se coma mis cereales y hasta que me cele si quiere. Pero que haga algo. Que no siga haciendo como que no existo, por favor.

Para eso, pienso de pronto, tengo que hacerme ver. ¿No? 

Entonces decido hacer algo que nunca hago. Algo fuera de toda lógica en mi mundo de soy-tal-como-soy. Voy a maquillarme. Y a peinarme. Y a usar la ropa que mi mamá ha comprado para mí, aunque la mayoría ya no debe entrarme.

Tengo que hacerme ver. Va contra mis principios. No sé qué me está sucediendo, ni por qué, pero quiero que él me vea.

Minho, por favor, tienes que verme.

Una cuestión de negocios ღ «Minho (SHINee) Fanfic»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora