Capítulo diecinueve

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—Ven aquí, abejita —me abraza cuando por cansancio, me detengo sobre un puente.

Aspiro su aroma, ese delicioso que me inunda hasta el corazón. Aroma a Minho. A mí Minho.

Yo... estaba... ¿en qué estaba?

Ah, sí.

—No es justo, Minho. Mira, no voy a engañarte... quiero mi casa. Sé que es grande y terrorífica, pero la quiero ahora, quiero mi estudio de arte, quiero a Mary y sus pasteles de chocolate hechos con amor y, quiero sentirme en casa... —alego contra su pecho—. Sí, eso es. Lo que necesito es sentirme en mi propio espacio. Esto... me asusta. Estar tan lejos, contigo acostumbrado a hacer la voluntad de tu padre sin dudar. Yo... yo... no, no quiero volver a casa, no... pero quiero sentir que tengo un hogar contigo. Los dos, sin la intervención de terceros.

Tengo que aceptarlo, mi bipolaridad me desespera. Estoy siendo egoísta, y caprichosa, y sí, lo tengo claro. Me doy cuenta, no sé si esté bien, pero un nudo en mi estómago me dice que es normal sentirme como me siento... como si toda esta actitud remilgada de Minho ante su padre fuera un aviso de algo terrible.

De pronto un trueno estalla en el cielo, y la lluvia comienza a caer con furia, empapándonos a ambos.

No nos importa.

—Estás en casa ahora. Quizás no sea grande e imponente como la de LA, pero estará llena de amor para ti. Quizás no podrás colocar tu estudio de arte aquí mientras no aprendas bien el idioma, pero me encargaré de que eso pase pronto. Quizás no pueda darte los pasteles de amor de Mary, pero conozco un lugar donde los pasteles saben como un manjar de los dioses... —habla contra mis cabellos—. Quizás no pueda llevarte de luna de miel pronto, cariño, pero intentaré que cada día sea como un cuento de hadas. No quiero que seas infeliz a mi lado, Essie, porque yo me siento vivo cuando estás conmigo.

—También yo... —susurro, sumergiéndome en la agradable sensación de ser llamada "cariño".

—Vamos a casa, mi amor. O nos atrapará un resfriado.

Subimos a la limosina de nuevo -que nos ha seguido pacientemente durante todo este rato- con la sutil diferencia de que ahora me molesta la ropa fría y mojada pegada al cuerpo. 

Ah, pero los brazos de Minho me transmiten suficiente calidez como para no morir congelada. Al menos no extrañaré tanto el calor de California.



Wow.

Viviré en un duodécimo quinto piso. ¡Viviré en el cielo!

De acuerdo, no es como si en EE.UU no existieran rascacielos. Pero no estoy acostumbrada a vivir en uno de ellos. Gracias a Dios no sufro de hipertensión.

Debo admitir que es lindo aquí. Como Minho dijo, su departamento no es tan lujoso, pero algunas cosas, como las lámparas por ejemplo, le dan un toque especial.

—¿Y? ¿Te gusta?

—Comparado al hotel en que se alojaron tú y tu padre la otra vez, parece un cuchitril... —bromeo, pero me mira con los ojos entrecerrados—. ¡Oh, mira eso! ¡Es adorable y hermoso! ¡Eres un gran decorador! Lo que alguien con talento puede hacer con poco presupuesto... —dramatizo— ¡Oh, qué linda planta! Un detalle soberbio...

—¡Si te portas mal, el ogro te va a comer! —me sigue en la parodia.

Suprimo una risa. Me encanta verlo así, feliz, sonriente... amándome.

Por favor no me comas, ya no seré tan burro, ¡estudiaré! Dame otra oportunidad —le hago pucheros.

—¡Ay que tierna! Ahora... ¡bésame! —atrapa mi cintura y comienzo a reír, y reír, y reír presa de los nervios... aunque no por mucho.

Me besa. Entonces pierdo todos los sentidos. Sus labios, oh...

—Oye... —alego recuperando la respiración—. No habrá cuchi-cuchi hasta la luna de miel ¿recuerdas?

—No. No recuerdo —besa mi cuello y me hace cosquillas en el proceso.

—¿Tienes amnesia ahora? —pregunto buscando su mirada, para darle un besito esquimal.

—Sí. Además, mira por la ventana, ¡está oscuro ya! ¿No te dan ganas de dormir abrazadita a mí?

—No —bromeo.

—¿Segura?

—Sí... —afirmo, aunque comienzo a flaquear cuando me besa en el cuello de nuevo—. ¿Has tenido mucho tiempo para planear esto verdad?

Sonríe.

—No quiero más juegos ni parodias. Quiero amarte, Essie, amarte como nadie lo ha hecho antes.

—¿Estás seguro? Soy una chica difícil, bastante bipolar...

—Deberías habérmelo advertido antes de casarnos ¿no crees? Ven aquí.

Me alza en sus brazos y me lleva a la que será nuestra habitación desde ahora en adelante. La cama es increíblemente grande, y esponjosa, y blanca, y perfecta.

Ay.

Minho quiere amarme. Amarme a pesar de todos mis defectos. Amarme. A mí, sólo a mí. Como nadie lo ha hecho antes... Y yo quiero permitírselo.

De hecho, se lo permito. Porque no tengo nada que temer.

Él es mi hombre. Yo soy su mujer.

Él me besa porque le pertenezco y yo lo acaricio porque él es mío. Nos entregamos el uno al otro, conociéndonos, adorándonos, devorándonos... en un sentido tan noble y espiritual que me estremece. Me sorprende, no creí que fuera posible. Esta hambrienta posesión no es egoísta... ha sido permitida por la mutua entrega.

Él me ama. Yo lo amo. Nos amamos, como dos jóvenes sedientos. Como si todo el amor que la vida nos negó antes, ahora nos envolviera, aquí, en este, nuestro nido.

Estoy a miles de kilómetros de mi tierra. Y siento que soy una nueva Essie. Una Essie a la que se la ha multiplicado la vida.

Él, me complementa a la perfección. Me besa y susurra mi nombre. Siento que toco el cielo entre sus brazos, y quiero quedarme con él, así, para siempre.

Quiero creer, que la eternidad existe.

Por favor, por favor, que esto nunca acabe.


Una cuestión de negocios ღ «Minho (SHINee) Fanfic»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora