Capítulo diez

53 6 0
                                    

Voy a explotar. ¿Ha dicho lo que creo que dijo? Eso quiere decir que... ¿quiere decir lo que yo creo que quiere decir?

—Tú... ¿tú no? ¿Qué? —pregunto sin poder disimular mi cara de boba.

No tengo otra en estos momentos, me temo.
Él me suelta el brazo y me mira detenidamente. Como buscando algo, como... chequeando mis emociones.

—No quiero que después del divorcio hagamos como que el otro no existe. Pasaremos seis meses juntos, viéndonos las caras nos guste o no, y haciéndonos la vida imposible. Cariñosamente, creo —duda—. Me pareces una chica odiosa, pero... simpática y, aunque aún no tengo muy clara tu orientación sexual, de todas formas me gustaría ser tu amigo.

Amigo.
Amigo.
Amigo.

Aquella maldita palabra suena como un eco en mi mente. Porque, primero; Minho la usa para aclararme que no siente lo mismo que yo por él. Y segundo, sigue dudando sobre mi preferencia sexual.
Pero estoy consciente de lo miserablemente desesperada que puedo parecer. Como también lo estoy de que nunca antes me había insultado tanto a mí misma. Es decir, estamos recién conociéndonos. Minho apenas lleva un mes y algo aquí. Nos vemos de vez en cuando, por casualidad, en la enorme, fría y fantasmagórica mansión que es mi hogar. A veces compartimos momentos, risas. O permanecemos en silencio en la misma habitación, cerca de la piscina, en la cocina... callados, porque las palabras no nos hacen falta cuando cruzamos miradas. El resto del tiempo, él se lo pasa recorriendo la playa de LA., como si allá en Corea no hubiera mar, jugando fútbol en la cancha privada de papá, o ejercitándose en nuestro gimnasio.
O... merodeando por mi playa privada cuando estoy en mi hamaca, con intenciones que aún no descubro.

Entonces, ¿cómo podría él querer ser algo más que mi amigo? Nos falta... más interacción. No basta con acompañarnos el uno al otro. Aunque no me quejo de su muda presencia a mi alrededor.

—¿No quieres ser mi amiga? —insiste al ver que no respondo.

Amiga.
Amiga.
Amiga.

¿Amiga especial? 

No, no seas necia, dijo amiga. Sólo amiga.

—No... sé. No sé si lo logremos, pero...
—¿Pero? 
—Pero...hay que intentarlo.

¿Nada perdemos, no?

—¿Hablas en serio?
—¿Estás dudando de mí?

Es tan difícil no discutir.

—Tal vez —suelta una carcajada—. Pero intentarlo es peor que nada.

Asiento, pensativa. Él despeina mis cabellos, con cariño... pero de todos modos lo hace. Y es incómodo. Sobre todo porque mi corazón pierde los estribos.

—Deja de hacer eso —le regaño.
—Está bien —baja el brazo casi automáticamente, cambiando su expresión por una más seria.
—¿Es una tradición o algo así?
—¿El qué?
—El despeinar a las chicas.

Se encoje de hombros.

—No sé, pero es divertido. Si vieras tu cara...
—¡Hey! —le golpeo el brazo.
—¡Paz! ¡Paz! —implora mientras corre, haciendo el gesto "v" con sus dedos. Lo que me da lo mismo, porque sigo persiguiéndolo y golpeándolo—. ¿Qué acá en California este no es el gesto de paz? —pregunta aún con los dedos índice y corazón levantados.
—Sí —respondo riendo—. ¡Pero golpearte es divertido!

:_:_:_:

Ahora resulta que es mi culpa que no pueda ejercitarse en el gimnasio de la casa, porque según dice, siempre le dejo los brazos delicados con mis golpes.

Una cuestión de negocios ღ «Minho (SHINee) Fanfic»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora