Capítulo 5

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Me quedo callada, en silencio, mientras le veo alejarse. En ese momento no sé ni lo que siento. Si rabia por todo lo ocurrido o un zoo en mi estómago por lo que acaba de pasar.

Respiro hondo y vuelvo a ponerme en marcha para volver a casa un poco deshubicada sin saber muy bien por qué.

Cojo una de las calles más centrales que veo ya que no sé muy bien por cuál he venido, pero acierto al ver que Louis va unos metros delante de mi.

Después de otros 45 minutos de camino a casa y haber perdido a Louis de vista ya hace tiempo, llego y le veo sentado en la acera de enfrente, descansando.

Le miro, aún desconcertada por no saber que está haciendo ahí y me devuelve la mirada, pero esta vez no como las de siempre, esta vez; seca.

Decido ignorar que está ahí y me acerco a la puerta del portal. La abro lentamente y echo un vistazo de reojo a ver que está haciendo. Él me mira y se levanta. Coge las cosas que ha usado para hacer ejercicio y mete un trocito de papel en su buzón que se deja entre ver.

Se mete en casa antes que yo y la curiosidad me puede, lo cual, antes de entrar a casa, observo a ver si hay alguien alrededor, cruzo la calle y me acerco al buzón para coger el trocito de papel.

Saco el papel y con una letra preciosa veo que pone:


"(Su número de teléfono)

                                   
                                    Louis xx"

Me lo guardo sin saber por qué debería de haberlo cogido y entro a casa.

—¿Y esa sonrisa? —pregunta mi madre

—¿Qué? Nada —cambio la cara instantáneamente.

—A mi no me mientas, sé que te ha pasado algo —afirma.

—Que no me pasa nada, en serio —cojo un croissant de la cocina y me voy a la habitación dejándola con la palabra en la boca.

Llego a la habitación y me siento en la cama. Decido desplegar el papelito pero todavía dudo de si ha sido buena idea cogerle.

Cojo el móvil y sin pensarlo, guardo el número.

—Bonito detalle el de dejar el número en él buzón —le escribo, sabiendo que no debería de haberle dicho eso.

Me arrepiento al segundo, pero ya no hay vuelta atrás.

—Sabía que lo harías. ¿Ves como no puedes resistirte? —contesta.

—No te he hablado para eso, flipado. Quería disculparme —sin saber por qué, lo hago.

—Que te disculpes no me sirve para nada. Me valen los hechos, no las palabras cutres como esas —leo y me dan ganas de matarle ya que esas palabras son las mismas que yo le dije horas antes.

—Aprende que no todas somos iguales. A mi no me puedes manejar a tu antojo —contesto.

—¿Tu crees? Si no pudiera, no me habrías hablado. Te tengo en mi mano, y lo sabes.

—¿Pero qué dices? Te conozco de hace unas horas y de vista. No me aportas nada —contesto.

—¿Y? Lo suficiente como para enamorarte —dice, una vez más, con el ego en las nubes.

En ese momento, mi madre me llama para que la ayude a terminar de subir algunas cajas que quedan.

Acepto con tanta desgana que entre caja y caja miro el móvil sabiendo que él me había hablado.

—Así me gusta, que hagas por fin algo por tu vida. Por cierto, ese leggin le deberías de llevar más a menudo —añade junto a un guiño de deseo.

Actúo rápido para taparme sin poder evitar una sonrisa tonta sale de mi cara, obviamente, sin que él se de cuenta.

Me doy la vuelta hacia su casa y observo a las ventanas. Es en el único sitio desde el que podría estar espiándome y justamente le encuentro en la de la buhardilla, detrás de unas cortinas azul oscuro.

—Eso me hace replantearme muchas cosas. Quizá, la que te tenga en la palma de la mano soy yo —respondo y añado un guiño al texto.

—Que tengas un buen culo no significa nada —contesta, a lo que yo me pongo roja como un tomate y pienso para mis adentros que está mintiendo.

—Yo no me fijo en el culo de cada tío que pase por la calle nada mas verle —digo.

—Yo tampoco. Pero tú ya no eres desconocida —responde y se me abre la boca hasta los pies, asombrada.

—Para ti sí —digo de nuevo.

—Bueno, vale. ¿Quieres ser mi amiga? JAJAJAJAJAJA —escribe y mi mente le insulta por ser tan sumamente infantil en esos instantes.

Mi madre me ve con el móvil y me llama la atención. La maldigo para mis adentros y cojo por fin, la última caja del maletero dando una mirada rápida a la ventana antes de perderle de vista.

—Deja de intentar observarme, al final tropiezas —leo al llegar al piso.

—No tengo una mejor cosa que hacer que observarte a ti. Baja tu ego —miento, sin que se haga notar.

***

Una vez sentadas en el sofá dispuestas a vaguear, llaman al telefonillo. Mi madre se levanta para ver quién es el inoportuno que no nos deja disfrutar en nuestro tiempo libre.

—¿Sí? —habla y alguien le contesta al otro lado del teléfono.
—Hola, soy Louis, traigo un bizcocho hecho por mi madre —responde y maldigo por no haberme levantado yo —Ha insistido en que lo traiga yo, no sabes lo pesada que se pone... —sigue diciendo y yo, por curiosidad, me asomo a la ventana del salón que da a la puerta.

De repente mi madre me grita para que vaya a la puerta a recoger el bizcocho porque ella se acababa de acordar que tenía que sacar unas pizzas del horno y no podían esperar más.

Abro la puerta y le veo que se queda embobado mirándome a los ojos. Aparto la mirada y cojo el bizcocho.

—¿Necesitas algo más? —digo irónicamente para que deje de mirarme con tanto deseo.

—¿No me invitas a pasar? —dice.

—Emmmm, ¿es una obligación? Está todo desordenado. —respondo

—No pasa nada, no tengo de qué asustarme —y entra dejándome a mi atrás.

—¿Eres así de maleducado siempre o...? —pregunto

—Emmmm sí —contesta con vacileo.

Va hacia la cocina y ve a mi madre y ésta le acoge como si fuera mi hermano. Desenvuelve el papel con el que estaba tapado su bizcocho y le ofrece.

—¿Quieres un trozo? Sería digno que lo probaras —dice mi madre mientras lo corta.

—No gracias, señora. Mi madre ha hecho otro para nosotros —sonríe

—Que sí, venga, toma —insiste y él acaba aceptando el cacho.

Me doy la vuelta con dirección a la habitación porque presiento que a mi madre solo le importa él ahora y yo sobro. Una voz suena a mis espaldas.

—¿No me vas a enseñar tu habitación? —pregunta, casi atragantándose.

Little LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora