Capítulo 7

76 12 3
                                    

Mi corazón está a punto de pararse y mis piernas no dejan de temblar. Mantengo la compostura e intento levantar a Louis y hacer todo lo posible para quitarle de encima, pero es imposible. Y sí, una vez más, su fuerza desafía a la mía y gana dejándome a mi pegada al colchón.

Respiro hondo pensando —o al menos intentándolo— como salir de esta, pero mi mente se queda en blanco.

—¿Por qué haces el esfuerzo de intentar salir de aquí cuando sabes que te encanta tenerme tan cerca? —su susurro provoca a su nariz que roce mi mejilla y yo giro la cara hacia otro lado para evitarlo.

—¿Estás seguro? Si fuera yo la que no pudiera resistirme... ¿crees que no te habría hecho lo mismo que tú ahora? —desvía la mirada de mis ojos y sonríe suavemente —y sin embargo, ¿quién es el que me tiene agarrada ahora? —pregunto.

Noto como sus manos y su cuerpo van perdiendo fuerza casi dejándome la libertad para escapar de sus garras.

Sin saber cómo, me muevo rápidamente y salgo de debajo de su cuerpo, pero él, más veloz que yo, consigue agarrarme de un brazo para que no me mueva.

—¿Dónde piensas ir? —pregunta.

—¿A dormir donde no estes tú? —contesto, obviamente, irónica.

—¿Crees que puedes deshacerte de mi tan fácil? De aquí no me muevo hasta que te duermas conmigo —señala la cama.

—Vale, perfecto. —un movimiento brusco por mi parte hace que por fin me suelte de su mano —que duermas bien —salgo de la habitación y voy directa al salón.

Cojo una pequeña mantita que hay en un cesto al lado del sofá, apago la luz y me acomodo, aunque en un sillón... Imposible.

***

Amanezco con una sensación distinta a la que había estado toda la noche. Refriego mis ojos hasta conseguir despertarme y al observar lo que me rodea, me doy cuenta de que estoy tumbada en mi cama. ¿Que ha pasado?, me pregunto una y otra vez.

Me siento en el colchón y estiro la mano izquierda para coger el móvil cuando un pequeño papel cae al suelo. Me levanto y lo cojo.

"Buenos días princesa, espero que hayas dormido bien. Nos vemos en un rato.

                                          Louis xx"

Sin querer, una sonrisilla ilumina mi cara.

Guardo la nota en el primer cajón y me preparo para ir de una vez por todas a hacer la matrícula de la universidad.

—¿Te acompaño? —dice mi madre

—No gracias mamá, no hace falta —sonrío y salgo.

La brisa azota mi cara de manera suave y activo el GPS para no perderme. Cruzo dos calles y llego a la parada de autobús la cual está repleta de gente. Éste llega y al subir, me pongo los cascos para desconectar del mundo y hacer las 7 paradas que me quedan más amenas.

Noto como un grupo de jóvenes no deja de mirarme y hablar entre ellos y eso me provoca pudor.

Me tiemblan hasta las piernas por pensar qué demonios estarán diciendo de mi y con qué derecho, pero desconecto de todo aquello cuando una señora mayor se sienta a mi lado y me empieza a contar su vida como si me importara.

Minutos más tarde, el GPS me indica que esa parada es la mía y para mi mala suerte, la del grupo de jóvenes que viajaban conmigo. Me despido de la señora y bajo aún con los cascos puestos.

Miro a mi alrededor y todo aquello es muy nuevo para mi. No sé donde ir ni a quién preguntar. Observo la zona y respiro por haber perdido de vista a los niñatos del autobús. En ese momento, choco con alguien bruscamente provocando que muchas cosas caigan al suelo.

—Lo..lo..lo siento —me atrevo a decir.

Una chica rubia con una trenza, me mira de malas maneras y empieza a recoger sus cosas sin decirme nada. Me agacho y cojo las cosas para entregárselas pero ella de niega rotundamente. Se levanta y desaparece, sin decirme ni una sola palabra.

Mi temor es aún más grande al encontrarme con aquella chica. No quiero imaginar el año que me espera ahí si todas las personas son como las que he visto hasta ahora.

***

Una vez hecha la matrícula, decido recorreme la universidad para conocer todo un poco hasta llegar a una enorme cafetería la cual estaba casi vacía.

Me siento en una de las mesas poco visibles del fondo y por fin puedo respirar tranquilidad en lo que llevo de mañana.

—¿Tú por aquí? —un chico alto, moreno y con ojos claros se sienta a mi lado y me intimida. —¿Te acuerdas de mi? Soy Nick Wells, uno de los chicos que te ha acompañado en el estupendo viaje en autobús —sonríe y no me da buena espina, pero el hijo de puta, tiene una sonrisa preciosa.

Me levanto de la mesa rápidamente cuando notos sus malas intenciones pero él corre detrás de mi hasta alcanzarme. Me agarra fuerte de la cintura para que no me escape y cuando tiene el poder sobre mi, me coge de las muñecas y me empotra junto unas estanterías de metal del pasillo.

—¿Dónde te crees que vas, monada? —pregunta.

—¡Suéltame! —grito.

—Uy, uy, uy. ¿Desde cuándo las mujeres gritan a un hombre? —su nariz roza mi cuello y mi respiración se agita fuertemente. Solo quiero gritar, llorar y salir de allí en esos momentos.

En ese momento, una voz masculina grita por el fondo.

—¡SUÉLTALA MALDITO NICK WELLS! —éste se da la vuelta y su peso desaparece un poco sobre mi —¿Que parte de "suéltala" no has entendido? —se acerca a nosotros y yo sigo teniendo mucho miedo.

Nick obedece y rápidamente me voy a sus brazos. Louis ha evitado todo esto.

—Que sea la primera y la última vez que veo tus putos brazos sobre esta chica—sus ojos se vuelven de un azul más intenso. Yo le abrazo con más fuerza, aún todavía temblando.

—Está bien, está bien... —dice Nick.

—Muy bien, machote. Ahora, ¡largo! —Louis levanta la voz y le señala la puerta de salida. Nick obedece y desaparece dejándonos a Louis y a mi solos.

Sus brazos me rodean con más fuerza y siento como si nunca en la vida me hubieran dado uno.

—¿Estás bien? —pregunta y yo, solo le abrazo aún más fuerte.

Little LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora