Capítulo 13

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De un salto, Louis acaba tocando tierra junto a nosotras.

—Sois un poco lentas, ¿no? —incita.

—Y tú un poco sobrado, ¿verdad? —contesto y él se ríe de tal forma que me da la vida.

—Perdón, ha sido mi culpa —comenta Amie interrumpiendo nuestra disputa— no estoy acostumbrada a hacer deporte —sonríe y mira a Louis. Éste la observa las curvas y sin saber por qué, me muero de celos.

Hago un gesto con la mano delante de su cara para desviar su mirada hacia mi y me preste un poco más de atención.

—Te echo una carrera —le reto y él se ríe— va en serio —contesto.

—Acepto —dice— ¿hasta donde quieres? —pregunta.

Me pienso un camino que sea intermedio para que vea que no me rindo con lo fácil y que puedo con él y con ocho más como él en algo, aunque solo sea en deporte.

—Elige tú, te dejo —propongo. La verdad es que el no conocerme los alrededores todavía me hace perder demasiados puntos a mi favor.

—Está bien. ¿Te parece la subida al pantano? —dice y yo acepto.

No tengo ni idea de cual es el recorrido que me espera ni cuantos kilómetros puede haber, pero me da igual; un reto es un reto.

—Mañana, a las 8:45. En la puerta de mi casa —dice.

—¡Hecho! —exclamo y él tiende la mano para que se la estreche y yo lo hago.

***

Agradezco al mundo que hoy las clases empiecen hora y media más tarde y me de tiempo a hacer el recorrido con Louis.

Son las 6:30 a.m y me levanto para poder desayunar completamente y que no haya ningún fallo en mi cuerpo y me de tiempo a preparar la ropa de deporte y la de la universidad.

Ésta vez, elijo un outfit más abrigado para el deporte y mi ropa más nueva para ir a mi primer día de clase.

Espero con ansias a que llegue la hora de partida mientras veo como mi madre se levanta más tarde que yo y se prepara el desayuno.

A las 8:15 cojo todo lo necesario y me salgo a la puerta a estirar. «¡Nada mejor que un buen estiramiento mañanero para empezar el día!», exclama mi subconsciente.

Un cuarto de hora más tarde, Louis sale para hacer lo mismo. Pero en frente de mi acera.

—¿Preparada, perdedora? —dice y de ríe. Yo hago lo mismo.

—Por supuesto —asiento y me guiña un ojo.

Después de un estiramiento cómodo y sencillo, me explica el trayecto y en verdad no hago caso a ninguna de sus palabras. Me encanta la forma en la que se expresa y su labios obtienen toda mi atención hasta que se da cuenta, sonríe y yo me sonrojo apartando la mirada.

—¿Lo has entendido? —dice por última vez y yo asiento, aunque no tenga ni idea de nada

Veo que coge el móvil y pone el cronómetro cuando empezamos a andar a un ritmo constante, algo había oído de 35 minutos pero no sé a que se refería exactamente, así que imagino que ese es el tiempo que tenemos para llegar y hago lo mismo.

El ritmo comienza a aumentar según pasa el tiempo y ya empiezo a encontrarme algo cansada por no practicar la respiración en su debida forma. La mantengo lo máximo posible para que no me de el "flato" pero es imposible y me llevo la mano al lado izquierdo.

Louis va más adelantado que yo y se da cuenta de que mi cuerpo no está funcionando como debía. «¡Mierda!», maldigo para mis adentros.

—¿Estás bien? —grita.

—¿Desde cuando te preocupas por mi?—pregunto y acelero las zancadas hasta ponerme unos pasos delante de él.

—Por mí como si decides darte la vuelta ahora. Pero sabes que si lo haces, quedarás como siempre. —coge aire y lo expulsa muy rápido sin dejarle hablar correctamente— Perdedora —prosigue hablando y ésta vez es él quien avanza mis pasos.

—Ya lo veremos —contesto.

—Nos apostamos un beso a que te gano —dice.

—Está bien —acepto, sabiendo que gane o no, lucharé para no hacerlo aunque me muera de ganas.

Mi corazón se acelera al oírle y el calor me inunda de repente. Cojo la botella y bebo un corto trago de agua, ya que la mayoría cae por mi pecho y el resto lo vierto por mi espalda y por los hombros dejándolos totalmente mojados. Me muero de calor y no es precisamente por el sol, que todavía no ha salido.

A medida que la respiración va siendo adecuada, el "flato" se nota cada vez menos y yo acelero aún más el paso dejando a Louis atrás, a unos cuántos metros de distancia. Se le nota que va está cansadísimo.

—¿Y ahora qué, Louis? —digo y me siento rarísima al pronunciar su nombre de esa forma. Es tan bonito pronunciarlo que llena aquel camino de tierra y grandes árboles que nos rodean con el eco.

Acelero el paso un poco más cuando veo que él intenta alcanzarme y en menos metros de los esperados y sin darme cuenta, veo unas compuertas enormes rodeadas de vallas y muchísimo agua. He llegado y por fin, puedo decir que he podido ganarle en algo.

Comienzo a caminar por todo el camino que rodea al pantano para no marearme mientras que Louis hace lo mismo sin moverse del sitio. He de decir, que aquel sitio es lo más bonito que he visto en mi vida.

Vuelvo a mi sitio actual, junto a él y me río. Me hace gracia su situación de perdedor ya que maldice en voz baja.

—Deberías de colgarte un cartel bien grande en el pecho que ponga "Soy un perdedor" —hago unos gestos con las manos para que lo entienda mejor mientras me río orgullosa por mi victoria.

Se sienta en el suelo lo más estirado posible y yo limpio mi cara con la camiseta empapada del sudor.

—Y tú uno que ponga "soy la más provocativa". Esa camiseta así de empapada dejar mucho que desear —se ríe sin dejar de mirar cada curva de mi cuerpo.

Me avergüenzo dos segundos y me bajo la camiseta cuanto antes.

—¡Eres imbécil! —le lanzo una pequeña piedra del suelo y por mi mala puntería, no le doy en ningún sitio.

Se levanta y se acerca a mi mientras se ríe a carcajadas achinando los ojos y poniéndose la mano derecha contra el pecho.

Me doy cuenta de que aquella situación me puede más de lo debido pero intento mantenerme alejada.

—¿Tú crees que esa ropa es la adecuada para salir a hacer deporte? —sus ojos se posan en mis pechos y les tapo con los brazos como puedo intentando disimular.

—Sí, definitivamente eres un puto imbécil —paso por su lado haciendo caso omiso a su existencia mientras cojo el móvil y llamo a mi madre para que venga a buscarme.

A los pocos minutos, está allí, delante nuestra, observando algo que no sé ni cómo ni por qué a ocurrido, pero que me encanta y estoy dispuesta a hacerlo todas las veces que haga falta.

Little LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora