El beso caluroso de Louis me deja pasmada. Tan pasmada que le sigo la corriente como si mi vida se basara en ello.
La tensión y el fuego aumenta entre los dos y recorre un escalofrío por todo el cuerpo del deseo que trasmitimos ahora mismo. Intento parar, pero no, no puedo. Mi lengua juega con la suya como nunca había hecho con nadie anteriormente, pero me gusta y quiero más.
Desearía parar el tiempo. Congelarle. Aquí, ahora. Con el beso más hambriento que creo que daré jamás. Pero por suerte o por desgracia, el ruido de un coche hace que nos separemos tan rápido que mi labio sangra de la rozadura de sus dientes.
—¿Interrumpo? —dice mi madre irónica, por supuesto.
Otra cosa no, pero la vista la tiene demasiado cuidada.
—No, mamá. ¡Claro...! —hago muecas con las manos intentando explicar algo que no entiendo ni yo y me las llevo a la boca para limpiarme un poco la sangre.
—Yo... Ya me iba —dice Louis cortando la tensión del ambiente mientras señala nervioso el camino de vuelta.
—Puedes venirte con nosotras —comenta mi madre mientras yo subo al coche.
—¡No, gracias! Me gusta ir y volver siempre que salgo a hacer deporte —sonríe y me vuelvo a quedar pasmada hasta que mi madre abre la puerta del conductor para meterse junto a mi.
***
La vuelta a casa se hace más rápido de lo que pensaba y nada más llegar, me doy una ducha de campeonato, calculando, por supuesto, el tiempo suficiente que me queda para que empiecen las clases.
El agua caliente cae a mis espaldas mientras repaso cada detalle de las pocas horas que llevo en la mañana y aunque mi piel esté húmeda, se me ponen los pelos como escarpias. Desearía volver a retarle mil y una vez más si la apuesta son sus besos.
Al salir, me visto y maquillo un poco mi cara para verme más guapa —cosa que no consigo— y así causar una buena impresión en el segundo día de universidad.
Minutos más tarde, salgo por la puerta con todo lo que necesito para completar mi mañana y voy a buscar a Amie.
Al entrar en el aula, algunos alumnos esperan sentados en sus pupitres y otros en corrillo hablando de a saber qué temas. Amie y yo decidimos colocarnos a la parte derecha, al lado del enorme ventanal con unas vistas que transmiten la demasiada tranquilidad. Calladas, observamos a cada alumno que convivirá con nosotras la mayor parte del curso y nadie nos llama la atención excepto uno.
Unas filas delante de nosotras, se encuentra un chico moreno, delgado, alto y con ojos verdes leyendo a saber qué historia pero que parece interesarle mucho cuando no se da ni cuenta de que estamos de pie enfrente de él para presentarnos.
—¿Eres... Mel? —Amie pregunta pero el chico no parece hacer ni caso. El carraspeo de la voz de Amie para llamar su atención hace que el chico levante la cabeza y se muera del susto. Como si hubiera visto un fantasma.
—¿Mel...? —repite, dudosa y él asiente.
No sé cómo ni por qué Amie sabe el nombre pero ahora no me interesa saber eso exactamente.
—Encantada —digo y Amie se presenta también— ¿Terror? —pregunta Amie, respecto al libro que está leyendo.
—Sí. Me encanta —explica y una sonrisa ilumina su cara. Tiene los dientes perfectamente alineados y para mi envidia, me llama mucho la atención.
—Woh, ¡a mi también! —indica Amie. Ésta comienza a decir que se ha leído tropecientas veces la misma saga y los dos comienzan a charlar sobre libros de todo tipo de gustos que tienen en común pero que solo oír el nombre asustan.
El profesor entra por la puerta y todos los alumnos nos quedamos en silencio. Amie y yo nos despedimos de Mel y volvemos a nuestro asiento. Para mi sorpresa y sin haberlo imaginado nunca, Louis está dos filas arriba de mí y su mirada choca con la mía, sin parecer sorprenderse lo más mínimo, al contrario que yo.
Ignoro su presencia aunque he de reconocer, que me pongo nerviosa nada más pensar en lo ocurrido tan solo unas horas antes.
La primera clase transcurre con tranquilidad y cuando me doy cuenta, ha acabado antes de lo que creía. Mientras esperamos a la próxima, Amie me cuenta anécdotas que le han pasado en su vida y algunas son para caerse de culo y no parar de reír en toda la mañana. Está claro que lo que no la pase a ella, no la pasa a nadie.
Al comienza la segunda clase, una bola de papel me golpea en la espalda y cae sobre mis pies. Me agacho a cogerla y dudo si abrirla o no. Desdoblo el papel debajo de la mesa sin que nadie se de cuenta -ni siquiera ni Amie ni un chico que creo que es extranjero que está a mi otro lado- y nada más ver la letra pequeña y fea, la reconozco.
"Necesito verte luego. Tenemos una conversacion-apuesta pendiente. A la salida te espero en el callejón de detrás del laboratorio. No me falles.
Louis. xx"
Sonrío sin querer al leerlo. No tengo muy claro lo que siento verdaderamente. Yo, una chica que viene sin conocer a nadie y sin querer hacerlo tiene mariposillas en el estómago por el chico más estúpido y bipolar del mundo. "Esto no tiene ni pies ni cabeza", pienso.
Dudo si contestar o no y caigo en que mi vida con él es una serie de dudas constante. No tengo nada claro nunca.
Cojo el móvil y decido contestarle:
"Está bien, allí nos vemos"
Realmente no sé muy bien donde se encuentra ese callejón, pero sé que tarde o temprano acabaré encontrandole.
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Little Lies
FanfictionUna discusión entre tus padres hace que te des cuenta como de un minuto a otro puede cambiarte tanto la vida. La mudanza con tu madre a un nuevo lugar, hace que pierdas muchas cosas pero que ganes aún algunas más importantes. Y quién sabe si esas...