Violación

VIII

▶Shiroyama Yuu/Aoi:

No podía comer tranquilo por las odiosas miradas de Akira y Saeko. Tampoco podía conversar.

"Más le vale que no digan nada" Pensé.

Con miradas punzantes en mi rostro, conversaciones incómodas y con la extremada sensación de que aquellos niños dijeran algo, terminamos de comer la cena.

Tenía en la mira un plan para tener al niño sin nariz con miedo y vulnerable.
Esperé a que todos se vayan a dormir para hablar con la mujer que crío a los sexys demonios. Al ver que salía del baño, busqué mi celular y puse el grabador de voz.

-Querida- Llamé su atención.

-Si, dime.- Me acosté en la cama con ella.

-Tus hijos están actuando un poco... raro.- Decidí ir por lo obvio. Su mirada se entristeció.-Lo lamento, sólo ignora lo que te acabo de decir.- Quería sacar información acerca de lo que piensa de sus hijos.

-No, está bien... Yo también he notado lo mismo. Siento que mis hijos se me van de las manos, son grandes, lo sé, pero no puedo evitarlo. Saeko hace su vida con sus amigas y su pareja, a veces no vuelve hasta las tres de la madrugada y Akira... no sé.- La habitación se silenció por unos segundos.- Es el que más rebelde se me puso, creo que se droga o algo peor.- La consolé entre mis brazos, cuando por dentro estaba saltando de la alegría, había conseguido lo que buscaba.

-Lamento preguntar por ello.- Besé cariñosamente su cabeza.

-Está bien, iba hablarte de lo mismo.

-Ahora tendremos un niño más para cuidar con cariño.- Una parte de mi agonizaba por dentro, no quería un bebé, nunca lo quise, debí haberme cuidado.

"La verdad es que, en esa noche, yo estaba utilizando condón, pero ese condón estaba pinchado y, por el apuro, no pude procurar correctamente. La mujer que tengo al lado mío me gustaba, hasta enterarme que tiene dos hijos".

Al final de la noche y principio de la mañana, me separé de la mujer embarazada y caminé,con mi celular en mano, a la habitación del mocoso con nariz tapada y drogas por las venas.

Abrí y cerré la puerta lo mas cauteloso posible, viéndolo, tapado hasta la cabeza, acorrucado en el medio de su cama y abrazando la sábana que estaba enrollada a un lado del chico y por debajo de las frazadas.

Debo admitir que su rostro sereno era agradable de ver, se ve tan tranquilo.

Saqué el celular, busqué el audio y comencé a reproducirlo. Comenzaba a despertase vagamente, sus párpados hacían fuerza para quedarse en la misma posición en la que estaban y su cuerpo se ocumuló en el abrazo a su sábana.

Cuando estaba llegando a la parte crucial, decidí despertarlo, no iba a esperar a que se despertase cuando quisiera y que se pierda lo que tengo que enseñarle.

Me coloqué detrás de él, tapándome el cuerpo debajo de su frazada y lo abracé,como noté que no despertaba, mordí la parte superior de su oreja, bajando hasta su cuello y ahí, en ese preciso momento, despertó.