XIII (Alternativo)

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Shiroyama me guió hasta su habitación.

Apenas cerró la puerta, me agarró del brazo y me estampó mi espalda contra la pared. Me empezó a besar apasionada y desesperada mente. Jugando con mis labios y lengua, mientras mis manos acariciaban su cabellera morena y mis brazos rodeaban su cuello, como mis piernas su cintura. 

Cuando él comenzó a perder sus fuerzas, me recostó en su cama.  

A estas alturas, no podía saber si Takanori seguía en el departamento o no, pero poco importaba en este momento.

Los labios de Yuu se paseaban por mi cuello y torso, dejando marcas hasta llegar a mi ingle, quitándome mi bóxer y contemplando mi miembro viril erecto. Besó la punta de éste y se lo metió en la boca por completo.

-Mmm.. ¡Ah!- Gemía ante la masturbación del mayor. Me encantaba como lo hacía, controlaba su lengua excelente. Era un experto en el arte del sexo oral.

En un momento, dejó de masturbar mi pene ya lubricado y sensible, para volver a besar, una vez más, mis labios. A la vez que yo trataba torpemente de desabrochar la camisa floreada de mi acompañante. Cuando finalmente se la pude quitar, comencé a acariciar su bulto, oculto debajo de sus tejanos, mientras que nos disfrutábamos el uno al otro a través  de nuestra boca.

En un acto de desesperación, desabrocho sus tejanos, dejando en libertad a aquel pedazo de carne que me daría placer en tan solo unos minutos. 

Me doy cuenta que trae un condón puesto unos minutos antes de que separa mis piernas, ya dobladas, provocando que mis rodillas rozaran mi torso desnudado.

Me lanzó una mirada, sonrió al verme inmune, acarició un poco mi entrada anal con sus dedos húmedos por su saliva y metió su pene en mi interior. Sin piedad, sin remordimiento y sin esperar, esas fueron las características de aquella penetración en mi ser que el otro formaba. Salvajismo, desesperación, lujuria y pasión, fue lo que se apoderó de nosotros dos en aquella grande y cómoda cama.

Ese hombre ya no era mi violador, era un amante con el que intercambiaba placer sin que mi madre u otras personas lo supieran.

Sin darme cuenta, mis manos estrujaban el delicado acolchado de Yuu, y mi cadera fue levantada, haciendo que mi nuca quedara sumergida en la almohada de funda negra.

-¡¡Maldita sea, Yuu!!- Dije entre jadeos y gemidos, ya que Shiroyama, no sólo me embestía con todas las ganas del mundo, sino que también me masturbaba a la par de las embestidas contra mi ser y nuestros gemidos.

Aquella rapidez, esos gemidos jadeos graves y duros, aquel miembro viril entrando y saliendo de mi orificio anal, y sus manos, grandes y fuertes, estrujando mi pene en un vaivén; fueron lo que yo requería para llegar a mi límite y desparramar mi semen por mi abdomen, al igual que su mano.

-Yuu...- Pronuncié su nombre cuando me vine. pero no obtuve lo que yo esperaba: su semen en mi trasero. 

Él sacó su pene de mi interior y enderezó mis piernas, tomándome de la cintura y voltear mi cuerpo hasta quedar boca abajo.

Por alguna extraña razón, sabía lo que tenía que hacer: levantar mi trasero, lo mas sumiso que pudiera, para que Yuu sienta placer en una posición mucho más cómoda que la anterior.

Mis brazos sostenían gran parte de mi cuerpo a la altura de mis piernas, pero la mano de Yuu agarró un mechón de mi cabello teñido, tirando de el hasta que mi espalda chocara con su torso sudado.Pasó su lengua por mi cuello hasta llegar a la punta superior de mi oreja izquierda. Mi cabeza reposaba en su hombro, mis ojos estaban cerrados y mi ceño fruncido, dejando a mi cuerpo deleitar lo que me hacía y lo que me haría.

Cuando mi mano comenzó a moverse en busca de sujetar la nuca de mi acompañante, éste me empujó, cayendo en la cama de golpe.

Una palmada, nalgada, castigo para el sumiso, como ustedes decidan llamarle, dio su presencia en mi como nunca antes lo había hecho. 

Gemí agudamente, mordiéndome el labio inferior,  volviendo a sentir que está en mi interior. 

Mis brazos son llevados a mi dorso, juntos, y sujetados por la gran mano de Shiroyama Yuu.

De repente, su ritmo acelera hasta acabar. Intenta seguir, pero su cuerpo no estaba dispuesto a seguir penetrándome. 

Liberó mis brazos y se acostó a mi lado, tratando de recomponerse. 

Me acomodé a su lado, quería abrazarlo, pero un instinto no me lo permitió. Me quedé inmóvil a su lado,sosteniendo mi mirada en él.

ViolaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora