Oculto bajo un aurea que asemeja sosiego, una mezcla entre tranquilidad y pasividad. Proyecta hacia afuera una falsa imagen de ser entre la multitud uno más, al que nada influye y que duerme bien. Al que nada perturba y la suerte le sonríe. Alguien que no sabe lo que es no dormir a causa de ansiedades, alguien que vive una realidad de rosa, una utopía. Pero de tú a tú, tú qué crees. Quién piensas que soy. De que crees que tiemblo, de qué crees que no duermo. Por qué crees que tengo estas ojeras negras. Por qué crees que me muerdo las uñas y me arranco los pelos, aprieto los dientes y rompo mis dedos, contra la pared una vez más... que más da lo que ahora pase si ya he vuelto a saborear esa frialdad calculadora y precisa. He vuelto a ver mis manos teñidas de ira, mis ojos pintados de odio, mi boca con sabor a rabia y mis oídos fingiendo que no oigo.
