25 de diciembre de 2016

3 0 0
                                    

Desángrase mi alma, fluye, imparable, como arena entre las manos, como agua por lavabos, como el tiempo entre los dientes y la vida entre los botones de mi abrigo. Y ya no brillo, si mi sonrisa es mate, mantente firme mientras afilo el cuchillo, el filo plateado, que lejos de librarme del paso del tiempo será a mí a quien mate. Y el pensamiento, que danza entre palmeras se ve congestionado, se para y se marchita, como un lápiz marcado por el roto de una mina por apretar demasiado sobre algo ya borrado y NO PARA, nada frena la caída y adrenalina se dispara, el páramo se ensancha y las muelas se derriten tiñendo de escarlata su saliva y la escupe. La arroja sobre el piso, con la mirada del que perdió lo que siempre quiso, mira con compromiso, sin saber si seguir, hay que pedir permiso para hacerle sonreír.

Mecánica melancolía mediáticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora