Capítulo 10

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—Kyoya va a dejar el Host Club —las palabras que me dirigió Haruhi y la comidilla de toda la escuela—. Creo que es tu culpa —dijo ella y no supe que pensar.

Kyoya dejando el host club por mí era algo completamente impensable, debía hablar con él y aclarar las cosas.

—Escuché que dejas el host club —dije atrayendo la atención de ese chico que pretendía irse a casa después de las clases.

—Pues escuchaste bien —dijo y siguió su camino.

—¿Por qué lo haces? —pregunté poniéndomele al paso, evitando que se alejara más.

—Porque no puedo soportar seguir viendo a Tamaki jugando a ser feliz contigo —soltó.

—Eso es estúpido —dije—, no puedes hacer eso, no puedes dejar el host club porque Tamaki y yo somos amigos.

—No lo entenderías —aseguró molesto—, además ¿Por qué te importa?

—Porque le harás daño a Tamaki —respondí resuleta—. Ustedes más que su club, más que sus amigos, son su familia —dije.

—Familia —repitió con una sonrisa algo difícil de describir—, ¿será que esa palabra significa algo? —preguntó mirándome a los ojos con una expresión vacía, estremeciendo mi alma.

—Para Tamaki si —aseguré— y no puedes venir a romper eso que él ama. Dijiste que lo protegerías de cualquier arpía como yo y ahora eres el que le hace daño, porque que lo dejes le hace daño —señalé.

—¡Es él quien me hace daño! —gritó Kyoya y lo miré desconcertada. No podía entender que significaban esas palabras, pero me sentía bastante responsable, así que pregunté: —¿Qué puedo hacer para que no dejes el host club?.

Esperaba me pidiera que me alejara de Tamaki o me fuera del país. Y a decir verdad iba a negarme, pues lo que yo intentaba hacer era que Kyoya se diera cuenta que Tamaki realmente me importaba y que yo no era la malvada bruja que quería destrozarlo y hacerle daño.

Quería que viera que estaba dispuesta a hacer todo por él, todo menos hacerle daño, porque que me alejara de él le haría mucho daño y eso yo no lo haría.

Pero no pude negarme a su respuesta, ni siquiera supe qué hacer ante lo que él pedía, mi cabeza no lo entendía.

—Enamórate de mí —dijo dejándome perpleja. Esto tenía que ser una broma, en serio que no lo entendía—. Yo estoy enamorado de ti —confesó Kyouyay mis ojos casi se desorbitaron por la sorpresa.

Kyoya se acercó a mi robándome la respiración, puso su frente en mi hombro derecho y explicó en medio de sollozos: —Me hace daño que le sonrías, que le abraces, que le hables y que estés cerca de él y no cerca de mí... estoy odiando a mi mejor amigo por ti, no puedo quedarme cerca.

Bien, tenía que hablar.


Continúa...

MON TONNERREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora