Capítulo 28. La impostora.

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Poco después de las ocho me levanté como de costumbre, me cambié, (me puse una camiseta negra en la que ponía "Japan" en letras rojas, unos vaqueros claros y unas deportivas bancas y rojas).
Después me bajé a desayunar, en el comedor no había mucha gente pero; logré ver una gran mesa que Marta había reservado para nosotros, cuando me acerqué más, pude ver que allí estaban sentados Jack y Karen, no me apetecía estar a solas con ellos, en mi opinión, eran muy pastelosos, no eran novios ni nada pero; siempre que yo estaba con ellos se portaban de manera muy cariñosa, al final, cuando me disponía a marcharme Víctor me sorprendió por la espalda, que susto me dio, casi le hago una llave de karate y le dejo tirado en el suelo pensando que era cualquiera, que suerte por él que me diera cuenta a tiempo de quien era.
Ambos nos acercamos a la mesa, como de costumbre nos saludamos amablemente y nos marchamos a elegir el desayuno, yo me cogí dos tostadas, una con mermelada de melocotón, otra con mantequilla y de beber un vaso de leche, de vuelta ya en la mesa comenzamos a hablar.
-¿Que tal ayer Sara?. Me preguntó Karen.
-Muy bien, hicimos muchas cosas divertidas, ¿y que tal vuestra charla?. Dije yo.
-Un tanto aburrida, siempre dice lo mismo. Añadió Jack.
-Pero; si tu estuviste casi todo el rato dormido. Dijo Víctor riendo.
-No es cierto. Replicó Jack un tanto sonrojado.
-Pobrecito, le habéis hecho sonrojarse. Dijo Karen.
-¿Nosotros?, para nada, para nada. Dije yo.
Todos nos echamos a reír pero; cuando Marta llegó, nos quedamos de piedra al ver su expresión.
-¿Que te pasa Marta?. Preguntó Jack extrañado.
-Nada, solo venía a deciros a ti y a Sara que subáis a vuestra habitación, cojáis las cosas y que en tres minutos os quiero en la puerta. Tras decir esto se marchó tan rápido como había venido. Ambos nos detuvimos un momento para recapacitar sobre lo que acababa de pasar, cuando por fin conseguí enterarme cogí mi última tostada, me despedí y agarré a Jack del brazo mientras no alejábamos.
-¿Que pasa Sara?. Me preguntó él mientras esperábamos el ascensor.
-Tenemos que prepararnos, Marta nos espera. Le dije.
-Pero; ¿para que?.
-¿No te lo dijo ayer?.
-¿Decirme le que?.
-¡Al suelo!.
Al segundo de decir yo esto, el ascensor se abrió y una persona que parecía ser Marta nos atacó con una espada, nosotros esquivamos el ataque por poco pero; estábamos desprotegidos, cuando nos iba a volver a atacar, apareció la auténtica Marta que de una estocada desarmó a la impostora, tras esto le dio una patada y mientras se estaba retorciendo en el suelo de dolor, ella nos cogió a nosotros y entramos en el ascensor corriendo sin poder decir nada ni poder preguntar por alguna explicación.

Los espadachines místicos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora