Capítulo 36. Reencuentro.

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Tras esta pequeña charla, los dos emprendido de nuevo el camino hasta que por fin llegamos al centro del bosque donde un joven encapuchado nos esperaba, Arsen se detuvo pero; yo no lo hice, avancé hasta estar en frente suyo, era de mi misma altura por lo que no debía llevarme muchos años.
-¿Quien eres?. Le pregunté.
-¿A caso no me recuerdas?, tampoco ha pasado mucho desde la última vez que nos vimos, Sara. Dijo aquel individuo.
-¡Quítate esa capa!.
-Ya veo así que tan insignificante era para ti que ni siquiera te acuerdas de mi. Contestó con una voz grave y profunda.
-Tengo una ligera idea pero; es muy improbable que sea correcta.
-Ya veo.
Este se quitó la capa y dejó ver un conjunto negro (como no), unos vaqueros con una cadena en el bolsillo y un cinturón plateado, la camiseta de manga corta con una estrella de cinco puntas plateada en el centro. Tenía el pelo marrón y no muy corto pero; sin llegar a largo, los ojos azules, los labios rosa claro y una tez blanquecina. No podía ser, él no, no me podía creer que la persona que había sido uno de mis mejores amigos hace un año y medio ahora fuera mi enemigo, era impensable.
-¿Erik?, ¿no me digas que eres tú?, no me lo puedo creer. Dije yo asombrada.
-Veo que si me recuerdas. Dijo él con autosuficiencia.
-¿Como has acabado así?.
-Poco después de que os marcharais vino Hades a por nosotros, nos prometió poder y gloria a cambio de lealtad y por eso estoy aquí.
-Que bajo has caído.
-Mira quien fue a hablar, la lista que confió en la primera persona que se le presentó sin pedir nada a cambio, luego decían que eras la más lista, estoy seguro de que se equivocaban.
-Yo al menos lucho por lo que me parece justo, no por los intereses de otros o por cualquier soborno que me hayan hecho por bueno que sea, si no pienso lo mismo, no lucho por ello.
-Pues ya que te quejas ¿por que no luchamos para averiguar cual de los dos ideales es más fuerte?.
-Lo siento pero; no lucho contra amigos ni contra cobardes.
-Yo no soy ninguna de las dos cosas.
-Entonces ¿que eres atacando a tanta gente desarmada?.
-Soy un triunfador.
-Que se aprovecha de las desventajas del enemigo y hace que el combate sea injusto, ¿así es como te gusta luchar?, para tu información, eso es despreciable.
-No pero; es la manera más fácil de ganar.
-Pero; eso no es suficiente razón para traicionar tus creencias.
-Deja de darme sermones. Dijo desempuñando la espada y atacando me sin embargo; en un rápido movimiento esquivando el ataque y desenfundé mi espada y con un ligero pero; preciso movimiento desarmé a Erik, coloqué mi espada en su cuello y me quedé mirándole a los ojos.
-¿De verdad piensas seguir con esos ataques a traición antes de venir con nosotros?, nos vendría bien alguien como tú, fiero, ágil y fuerte, serías de gran ayuda.
Erik enmudeció.
-Venga Erik, por favor, no quiero tener que matarte. Le pedí.
-La verdad es que no me apetece morir aún. Dijo incorporándose y estrechado me la mano.
-Entonces; ¿vendrás?.
-Si no queda más remedio.
-Me alegro mucho.
-Con tal de tenerte cerca para vigilar te para que no me mates, estoy contento de ir a cualquier sitio. Dijo él dedicando me una sonrisa.
Ambos comenzamos a sonreír, hacía mucho que no me veía con mis viejos amigos, esto me traía tantos recuerdos que, ya jamás podrían volver a ocurrir y que jamás volvería a revivir.

Los espadachines místicos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora