Capítulo 40. Comportamiento extraño.

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-Toma Sara, es un regalo. Me dijo Víctor sonriendo.
-Muchas gracias pero; no era necesario. Le dije aceptando la pequeña cajita que me ofrecía.
Abrí la pequeña cajita de madera y en su interior había un colgante plateado. Era precioso, una estrella de cinco puntas con un círculo al rededor era lo principal en el colgante, lo examiné cuidadosamente y pude ver que en el centro del colgante había algo escrito en letras doradas "Yours ever" (del inglés que significa tuyo para siempre), estas letras estaban acompañadas de unas hojas de palmera doradas muy bonitas y detalladas (es la foto en multimedia por cierto), todo sujeto por una cadena de plata reluciente.
-Me encanta Víctor, es precioso. Dije abrazándole.
-Me alegro mucho. Dijo él devolviendo me el abrazo.
Unos minutos después me aparté de él y me coloqué el collar al cuello.
-¿De donde lo has sacado?. Le pregunté admirando la joya.
-Lo compré en Tokyo, pensé que sería un buen regalo. Contestó sonriendo.
-Pues acertaste de lleno.
-Me alegro mucho.
Ambos nos quedamos en silencio un buen rato, admirando el hermoso paisaje que había hasta que comenzó a anochecer, una vez el cielo se oscureció y las estrellas comenzaron a iluminar todo con su luz decidimos volver. Una vez de vuelta, cenamos juntos y luego nos marchamos cada uno hacia una dirección, él hacia su dormitorio y yo hacia el despacho de Marta donde aún estaba reunida con Cristian y Erik. Al llegar me apoyé en la pared de en frente y esperé a que Cristian saliera aunque iba acompañado de Marta, parece ser que Erik ya se había marchado antes. Al salir saludé a Cristian pero; ni si quiera me miró ni me dijo nada, ¿que le ocurrirá?.
-Hola Sara. Me saludó Marta sacándome de mis pensamientos.
-Hola, ¿que tal la terapia?. Le pregunté yo.
-Bastante bien, parece ser que vamos progresando mucho.
-Me alegro de oír eso.
-Bueno, ¿te importaría ocuparte de Cristian en mi ausencia?, es que ahora he quedado con alguien.
-Claro que no, estaré encantada.
-Entonces estupendo, mañana pasaré a buscar a Cristian de nuevo.
-De acuerdo, mañana nos vemos. Dije despidiéndome de ella, cogiendo a Cristian de la mano y alejándonos hacia nuestros aposentos.
Al llegar solté a Cristian, abrí la puerta y tras adentrarnos en la sala, cerré la puerta.
-¿Que te pasa Cristian?, desde que volvimos estas muy diferente. Dije yo preocupada.
Cristian no contestó, ni si quiera me dirigió una mirada.
-Cristian, te estoy hablando, mírame aunque sea. Insistí yo aun preocupada y un poco dolida de verle así.
Levantó la cabeza un segundo para mirarme y luego volvió a descender la.
-Me quieres mirar por favor, estoy preocupada por ti. Dije ya un poco enfadada.
Al no obtener respuesta de esté continuéis hablando aunque esta vez más enfadada y dolida que antes.
-Esta bien, si no me quieres hablar ni mirar no me hables ni me mires pero; no esperes que yo te haga caso cuando tu me hables.

Me dolió mucho decir eso, más de lo que cualquiera podría haber imaginado pero; estaba muy enfadada con él, yo me preocupaba por él y ni se dignaba a contestarme, puedo aguantar muchas cosas pero; esa no es una de ellas.

Los espadachines místicos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora