Pov Pilar
-Estoy cansada de estar aquí-me estiré en la silla, estaba medio dormida y solo llevaba vigilando una hora-. Dudo que a nadie le importe que me vaya un ratito.
Con ese pensamiento cogí un papel y un bolígrafo del escritorio y le dejé una nota a Nuria explicándole que saldría un rato.
Caminé a hurtadillas por los pasillos hasta llegar a las escaleras que daban a la salida. Cuando estuve fuera el olor salado del mar me inundó el sentido olfativo de una forma reconfortante.
-Libertad... ¡al fin!-me entraron ganas de estirarme lo más que podía. La verdad es que habíamos tenido mucha suerte de que nos tocara vigilar un cuartel que justo daba con el paseo marítimo, bueno, en realidad era más bien el muelle 1.
Me senté en uno de los bancos a ver la gente pasar y a ver en el móvil si había alguna novedad, fotos nuevas, algo de O.E.C.E.D o cualquier cosa.
En un momento en el que levanté la cabeza una persona me llamó la atención, era un chico... bueno, más que chico un hombre, dando vueltas medio perdido con un mapa en la mano. Luego de dar otro par de vueltas miró en mi dirección y se dio cuenta de que le estaba observando, se acercó a mí con una sonrisa en la cara.
-Disculpa, ¿me podrías indicar dónde se encuentra este sitio?-me señaló en su mapa El Sirasayall. La le miré estupefacta, es decir, bueno, en realidad no entiendo por qué me extrañó, las personas que vienen como turistas suelen pasarse por ahí pero desde luego este hombre no parecía un turista.
-Eh... sí, claro-cogí su mapa y localicé el punto en el que nosotros estábamos, había algo en el mapa que se me hacía especialmente familiar-. Mira, coges esta calle, sigues por aquí, giras, coges toda esta calle, sigue recto, y bueno... la verdad es que sería mejor que cogieras un taxi-me di cuenta cuando recordé que El Sirasayall estaba un poco lejos como para ir andando.
-No, da igual, tengo tiempo.
-Bueno, si insistes...-continué indicándole el camino por donde me había quedado-. Por aquí, luego por aquí y entonces ya lo verás, no pasa desapercibido-le sonreí y le entregué el mapa.
-Muchas gracias-me respondió, aún con una sonrisa, y se fue andando hacia El Sirasayall-¡nos volveremos a ver!-alzó la mano mientras lo gritaba, la mitad de las personas que pasaban por ahí volvieron su cabeza en nuestra dirección, por el calor de mi cara supe que mis mejillas debían ser algo parecido al rojo fosforescente.
Le quería seguir, pero no podía dejar mi puesto... ¿o sí? Miré a mi alrededor y encontré lo que buscaba.
-Hey-llamé a Paco(ha llegado un momento en el que no sé qué nombre ponerles a los personajes hiper-extra-super-secundarios), un agente que se estaba tomando un descanso fuera.
-¿Pilar? ¿Qué ocurre?-estaba extrañado de verme fuera.
Puse mi mejor sonrisa y parpadeé varias veces con la cara de chica buena más convincente que pude.
-Hay no, ya me conozco esa expresión, ¿qué quieres?-solo conseguí asustarlo, ¿de verdad había usado antes esta cara con él?
-Solo me preguntaba si me podías cubrir en mi puesto hasta que llegue... porfa...-continué poniendo mi cara, él suspiró de alivio.
-Ah, menos mal, solo era eso-pero qué ganas tuve de saber qué era lo que él pensaba que iba a hacer.
-Sí, ¿entonces?-mi tono era suplicante, sabía que estaba ganado.
-Claro, me estaba comenzando a aburrir, pero que sea poco tiempo, mi turno comienza dentro de poco.
-¿Cuánto?
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La Amiga del Dragón
Fantasy¿Cómo crees que sería el mundo si fuese totalmente casual que un dragón se presentase en medio de la calle a destrozarlo todo? O, ¿si pudieses encontrar una plaga en tu patio? ¿Qué tal si incluso tuvieran su propia raza y especies? ¿y si hubiera per...