¿cómo no extrañarte?

capítulo 9. el inicio de clases

Querido diario:
De nuevo estoy en la escuela, me gustan un poco los primeros días de clase pues no hay presión de tareas y trabajos o exámenes. Además puedo platicar con mis amig@s casi diario. Me desperté temprano sin trabajo alguno y me arreglé; me despedí de mi mamá y salí rumbo a la escuela.
La mañana era fresca y parecía qué sería un día con agradable sol; cómo ahora Ellie y yo ya no nos hablamos me senté junto a Félix, Janethe y Lizeth, siempre buscamos cosas raras qué nos hagan reír y trabajamos bien cómo equipo. A la hora del receso me encontré con Daniel (mi supuesto ex esposo) y me dijo qué Meghan me estaba buscando, le agradecí y me dirigí a mi salón; ella junto con Angie le preguntaban a Lizeth sí sabía dónde estaba.
-hola, oye ¿Salones dónde está Débora?
-salió pero no sé a dónde, mira ahí viene.
-¡Débora!
-¡Meghan!
Corrimos a abrazarnos pues nos necesitábamos durante las vacaciones pero siempre sé extrañaba el platicar con ella en persona.
-hola Angie
-hola Débora
-espera quiero enseñarte el libro qué estoy leyendo, vamos a mi salón Débora.
-em ¿A tú salón? Bueno vamos Meghan, ¿Quieres venir Angie?
-claro
Nos dirigíamos al salón en el qué no hace mucho tiempo había estado Nick durante el ciclo concluido; camine un poco más lento al ver qué nos acercábamos y una vez qué estaba en la entrada sentí un poco de nostalgia algo me hizo dudar sobre sí debía entrar o no; respire hondo y entré, me sentí un poco incómoda al principio pero lo ignoré y fingí qué no pasaba nada.
Después de todo fue un día tranquilo, pero tenía caer en solo una costumbre y no valorar las cosas qué me rodeaban, ese será mi propósito, evitar a toda costa qué mi vida pierda el sentido, igual y la clave es el qué dejé de depender de una persona mi visión y perspectiva, qué es un gran paso pero sé qué lograré darlo así tenga qué llevarme años pero no me daré por vencida.
Esa es la actitud, más qué nada es aceptar nuestra realidad y dejarnos arrastrar con ella solo en los momentos más felices y en los tristes dónde es preferible abrir los ojos antes de terminar con el corazón y las alas rotas.