Capítulo N°3

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La noche fue terrible, no habían camas ni colchones, sólo trozos de trapos sucios estirados en el piso, tuvimos que arreglarnos para poder tener un poco de calor durante las frías horas de la madrugada, Andrea se portó muy bien conmigo, incluso me dejó dormir con mi cabeza apoyada en sus piernas, es de lo más tierna, cuando desperté ella tenía un trozo de pan es sus manos, me lo extendió y me dijo:

- Feliz cumpleaños -

Al recordar todo lo que había sucedido hace solo un par de horas no pude evitarlo y lloré desconsolada, nunca creí que mi cumpleaños número 18 sería así, con toda mi familia muerta y sin nada más que una chica amable y un trozo de pan.

"Dios, ¿porqué dejaste que todo esto pasara?, ¿que hice mal?, demonios, ¿en qué me equivoqué tanto?"

Un estridente ruido detrás de la puerta me hace dar un salto y An de un rápido movimiento me quita el trozo de pan y lo envuelve en un trapo para luego esconderlo, dejé de sollozar y puse mi atención en los fuertes pasos que se acercaban a la habitación, mi respiración se cortó cuando el mismo hombre de la noche anterior se acerca a mí a paso decidido, temblé.

-Tú...- me apuntó con su dedo índice - levántate y ven conmigo - me aferre al brazo de An buscando algo de seguridad y él al notar que no me movía se acercó enfadado - Dije que vengas - me tomó del cabello y me arrastró por el suelo hacia la puerta, llevé mis manos hacia la suya para disminuir el dolor de mi cabeza, An se notaba asustada y yo ya lloraba otra vez, comencé a patalear y gritar; para cuando terminamos por salir del cuarto me soltó y cerró la puerta detrás de él, dejando a mi compañera de celda cautiva dentro.

Agarró mi brazo y me volvió a poner de pie con brusquedad, esta vez, caminando me dirigió a algún lugar desconocido para mí, el pasillo era largo, frío y había muchas puertas por ambos lados, se oía mucho ruido, golpes, llantos, disparos, y otros ruidos que desee nunca oír, tenía miedo, ya ni siquiera me oponía, sólo caminaba como si de una muñeca de trapo se tratase.

Doblamos hacia la izquierda y entramos a un tipo de salón, estaba completamente vacía, me dio un empujón y sin poder evitarlo mis pies se enredaron y caí de rodillas en el pavimento. Me quejé.

Otro hombre entra por la puerta por la que segundos antes yo había entrado, elegante, alto, vestido de traje, cabello oscuro y unos grandes ojos azules que reflejaban pura maldad.

-De pie, tengo que explicarte un par de cosas - dijo aquel de ojos azules, con la ayuda de mis manos me puse de pie y sacudí un poco mis jeans rasgados. - Bien, mi nombre es Mattew Watson, de mi no es necesario que sepas mucho, solo que estoy a cargo de todos los hombres aquí, yo soy él cabecilla de todo esto... lo primero que tienes que saber es tu identidad, Jessica Lancasther está muerta junto a su familia en la gran casa del bosque, asesinada por una bala en la cabeza, desde ahora te llamarás Mía Parker, tu dirección ya te la daremos, por ahora sólo tienes que saber eso, Daemon es el encargado de ti y tu compañera, tienes que obedecer todo lo que te diga o tu inutilidad será sancionada - mis manos estaban sudando y las frote contra mis jeans disimuladamente, en ese instante entra una chica acompañada del tal Daemon, era alta y tenía buena forma física, sus manos estaban cubiertas por un par de guantes que parecían ser de cuero negro, llevaba un crop top deportivo y un short, dejando su plano abdomen al descubierto.

-Mía, ella es Ashley, tu nueva compañera de Boxing - miré al señor Watson con cara de terror, ¿Boxing?, ¡yo no boxeo!, gritaba en mi interior - Escucha con atención porque no volveré a repetirlo, debes aprender a escuchar, mirar, y resistir, ella te enseñará lo básico, pero debes aprender a  defenderte por tu cuenta, si no pones de tu parte morirás, es así de sencillo - mis ojos se abrieron a más no poder.

"¡No quiero pelear!"

- ¡Lástima que no fue una maldita pregunta! - mierda, ¿lo había dicho en voz alta?, el señor Watson me miró con sus profundos ojos, llenos de oscuridad y mi cuerpo se estremeció, arregló la zolapa de su traje y recobró la compostura. -

Daemon se acercó a mí y retrocedí un paso por instinto, la chica no había movido un sólo músculo desde que entró a la habitación y eso me aterraba.

-Necesitas estos para comenzar - dijo la voz de Daemon, le miré, extendí la mano y con un movimiento seguro puso un guante en mi mano, lo mismo hizo con la otra, los apretó y dejó caer mis puños. - Pueden comenzar -

Miré a Ashley y su falta de expresión facial me daba miedo, me da a pensar que no tendrá piedad conmigo, me hará picadillos, pero tampoco quiero golpearla.

Ella se puso en posición de defensa, con los puños cerrados, uno delante de su rostro y el otro a la altura de su mentón, la imité torpemente, doblé levemente mis rodillas y puse un pie delante del otro para no perder el equilibrio.

-¿Que esperas?, golpéame - dijo sin perder su posición, no sabía como hacerlo, pero por instinto le lancé un puño hacia su rostro, se inclinó hacia atrás y lo evadió fácilmente. Por detrás escuché una risa, volteé mi cabeza y el que se reía era Daemon, le frunci el ceño.

Algo golpeó mi estómago, el aire se fue de mis pulmones y caí de rodillas.

-Primera regla, nunca debes darle la espalda a tu contrincante - su voz resonó, no dije nada, pero sentía la ira correr por mis venas, me puse de pié y volví a la posición inicial.

Lancé un golpe tras otro y ella con agilidad los evadía, con sus pierna golpeó las mías y caí de espaldas en un golpe sordo.

-Nunca pierdas tu posición de defensa - dijo Ashley, me levanté y ambas nos miramos a los ojos, hice un movimiento con mi puño izquierdo como distracción y lancé el golpe con la derecha, no lo vio venir y termina impactando contra su mandíbula.

Lleva su mano a la zona golpeada y la toca con suavidad, hace una mueca y sus fríos ojos me observan con odio... Mierda.

Intenta golpear mi abdomen pero por instinto lo cubro con mis antebrazos y encogiendo mis rodillas, recibo muchos golpes, pierdo equilibrio y doy un paso atrás, su guante negro impacta contra mi mejilla, derecha, izquierda, derecha, no puedo defenderme, un golpe en las costillas hace que me retuerza del dolor y me siento mareada.

-Suficiente - la voz gruesa del señor Watson resuena en el lugar y me siento aliviada - Bien hecho, descansa - Ashley bajó los puños y con un asentimiento de cabeza salió del cuarto junto con él.

-Creo, creo que quiero vo... - demasiado tarde, había expulsado todo lo ingerido del día anterior, las arcadas producían leves espasmos en mi abdomen y eso causaba más dolor en mis costillas, cuando sentí que no tenía nada más que expulsar, caí de rodillas, agotada, mis párpados comenzaron a pesar y al segundo siguiente sentí el piso impactar contra mi rostro.

*En multimedia: Ashley

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A Dangerous Love . [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora