-No... quiero... irme... -expresaba Lenalee entre besos, con la mirada totalmente enamorada.
Allen sonrió.
-Pero debes ir a dormir, mi pequeña princesa. Mañana tenemos clases -dijo él poniéndole el dedo índice sobre los labios.
La casa de los Lee quedaba a mitad de cuadra, por eso Allen y Lenalee estaban en la esquina.
-Ummm, pero no quiero irme, Allen -dijo la china evocando un dulce puchero.
El chico sonrió con malicia, mientras la arrinconaba contra el tapial de la casa vecina a la de los Lee.
-No hagas ese tipo de gestos en mi presencia, te ves demasiado linda como para perdonarte y dejarte conservar tu ropa -sentenció, apoyándose en ella, inundándola con su calor.
Lenalee rió. Luego su mirada se llenó de melancolía.
-Quisiera que pudieras venir conmigo.
- ¿A la cama?
-Sip, ¿a dónde más?
-No me tientes, sabes que haría lo que sea para complacerte.
-Eso suena tan lindo.
-Lenalee Lee, estoy excitado otra vez, y déjame informarte que es totalmente tu culpa.
Ella rió. Allen se sonrojó, y era extraño verlo así.
-Dime, Lena...
- ¿Qué? -preguntó acurrucándose en su pecho.
- ¿En verdad te ha gustado? Ya sabes, lo que hicimos...
Esta vez Lenalee se sonrojó.
-Pensé que... eso era más que obvio.
-Pues...
-Ha sido maravilloso, tú y yo...
Sus labios se encontraron nuevamente, y sólo se detuvieron porque deseaban hacerse el amor otra vez, y no estaban en un lugar muy privado como para llevar a cabo su anhelado acto.
-Mejor vete a dormir, o terminaremos cometiendo otra locura -le dijo Allen, apoyando su frente contra la de la china, como pidiéndole que al menos ella sí apelara a la poca cordura que les quedaba.
-Está bien -respondió la peliverde no muy contenta, pero sabiendo completamente a lo que se refería.
-Nos vemos en unas horas, ¿si?
-Sí -respondió la china, mientras sentía que las manos de Allen la retenían.
-Sueña conmigo -le dijo antes de dejarla ir, y luego la vio abrir la ventana y escabullirse en su habitación.
Lo saludó con la mano, y él se alejó. En seguida recibió un mensaje.
«Cierra bien esa ventana, no quisieras que tu hermano se despierte con tus hermosos gemidos si llego a entrar ahí.»
Sonrió y respondió.
«Entonces la dejaré abierta.»
«No juegues conmigo, me harás regresar.»
«Si tengo que jugar contigo para que regreses, entonces me convertiré en una jugadora compulsiva.»
«Eres una insaciable.»
«Mira quién lo dice. Avísame cuando llegues a tu casa, por favor.»
«Como si alguien fuera a secuestrarme.»
«Yo te secuestraría ^ ^ »
«¿Y qué harías conmigo? Esto se pone interesante.»
«Demasiadas cosas. Mi primer tarea sería desnudarte.»
