Lou Fa iba a salir corriendo tras Lenalee, pero Allen la detuvo.
— ¿Tú también estabas...? —preguntó, avergonzada.
Él asintió con la cabeza.
—No vayas ahora —le aconsejó.
—Walker...
—Sabías que esto pasaría, te lo dije. Deberías haber hecho algo cuando podías, ahora es tarde —la miró con algo de pena —. Trataré de hablar con ella.
Allen salió a toda prisa de la biblioteca, tras Lenalee. La encontró en los pasillos, rumbo al aula, pero tomó su mano, aislándola de su dirección. La chica de los cabellos verdes miró en todas direcciones, mientras Allen la llevaba por las escaleras a toda velocidad.
— ¡Allen, van a castigarnos...! —exclamó sorprendida.
—No sería mala idea, ¿no? —dijo con una gran sonrisa, sin dejar de guiarla.
Allen abrió la última puerta, habían llegado a la terraza del edificio. El castaño se sentó en el piso, recargando la espalda contra la pared, y la invitó a sentarse a su lado. Lenalee obedeció, se sentó abrazando sus piernas y suspiró largamente.
—Siento que hayas tenido que... presenciar eso —dijo, pareciendo avergonzada.
Allen sonrió con calma.
—No es eso lo que me importa, Lena, sólo estoy preocupado por ti, en cómo te sientes.
Lenalee apoyó la cabeza en sus rodillas.
— ¿Por qué todos los que me rodean me fallan...? —preguntó, pero Allen supo que era una pregunta que estaba haciéndose a sí misma — ¿Acaso soy tan mala persona?
Allen se acercó un poco más a ella, y rodeó sus hombros con el brazo izquierdo para pegarla a su pecho.
—Sabes perfectamente que no es así, no trates de justificar a los demás por sus acciones.
—Sabía que Lavi era un estúpido, pero... ¿Engañarme con mi mejor amiga? Dios, qué idiota fui...
—Lo eras.
— ¡Allen...! Se supone que no digas eso —dijo haciendo un mohín.
—Pero lo eras, no voy a mentirte —agregó riendo —. Hablando en serio... Tal vez sólo intentabas protegerte.
— ¿Protegerme? ¿De qué manera?
—Quizás siempre lo supiste, o incluso lo sospechabas, pero, en tu afán de no sufrir o de mantener a las personas que querías a tu lado, hacías la vista gorda...
La peliverde lo reflexionó.
—Seguro que ha sido eso, no puedo explicar mi idiotez con otra hipótesis —sonrió con algo de amargura —. Tú no vas a fallarme, ¿cierto?
El chico de los ojos grises sonrió.
—No hay manera de que algo como eso pase siquiera por mi mente. Siempre estaré cuidando de ti, lo prometo —le besó la frente, entre los cabellos.
Lenalee levantó sus ojos hasta el rostro de su novio, para mirarlo de frente. Vio tanta seguridad y sinceridad en su mirada que se emocionó, liberando algunas lágrimas.
— ¿Por qué no te conocí antes, Allen? ¿En dónde estabas?
Allen sonrió.
—Pues yo siento como si te conociera de antes, ¿no te pasa? —Lenalee lo miró con curiosidad — Ya sabes, cuando estoy contigo me siento tan cómodo, de alguna manera extraña sé qué cosas te gustan y qué no, por ejemplo.
