El anillo

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Esa noche soñó cosas muy bellas, aunque no por menos extrañas. En su sueño veía a Allen, el Allen de cabellos blancos, aquel que tenía una extraña y roja marca en el lado izquierdo de su cara, caminando hacia ella con una gran sonrisa. Ese Allen era tan hermoso como su Allen, pero aunque sonreía parecía cansado y algo triste, como si tuviera obligaciones demasiado complicadas con las que lidiar.

La arquitectura del lujoso pasillo en el que estaban era despampanante, igual que la habitación a la que se dirigieron con velocidad. Allen estaba vestido de manera elegante, demasiado atractivo y algo un poco más maduro, lo sabía al ver la rigidez que habían tomado ciertas zonas de su rostro tan fino.

Se había dormido con la cabeza apoyada en el pecho de Allen, no le había quitado los ojos de encima, le había observado maravillada hasta que sus párpados se cerraron de cansancio. Había quedado agotada físicamente, su cuerpo apenas comenzaba a acostumbrarse a la intensa forma de amar que tenía el ojigris, sentía una inmensa pesadez en sus extremidades, tal como si hubiese practicado un deporte extremo.

La temperatura del cuerpo de Walker le transmitía una calidez inigualable, Lenalee supo entonces que quería dormir cada noche de su vida al lado de ese dulce chico, abrazados así, sin que más nada importase. Cuando la chica despertó el cuarto aún estaba en penumbras, a través de las cortinas translúcidas que adornaban la ventana se oían los ruidos nocturnos de la ciudad. El runruneo de los automóviles, algún que otro bocinazo, pero en fin era el panorama sonoro de una concentración urbana tranquila, invadida por una calma que indicaba que la mayor parte de la ciudad estaba descansando.

Respiró y su sentido del olfato se llenó del aroma de Allen, volvió a repetir la acción y supo que jamás se cansaría de apreciar su perfume. Volvió a dormirse, y comenzó a soñar nuevamente, aunque la segunda vez su sueño era un tanto subido de tono... Sentía a Allen, su Allen, besando sus pies y subiendo poco a poco mientras que la llenaba de besos y mordiscos. Él lambeteaba la parte interna de sus muslos, luego la cara del joven se perdía en su entrepierna.

-Exquisito... -murmuró Lenalee.

- ¿Te gusta así? -preguntó él.

-Me encanta -respondió entredormida.

La ardiente lengua de Allen ascendió desde su vulva hasta su clítoris, donde se estacionó dando suaves lamidas que la enloquecían. Era demasiado real, se sentía demasiado real... Poco a poco fue despertando, pero las sensaciones y el ardor que sentía en su sexo no se evaporaban, seguían allí, en el vértice de su placer, provocándole emociones maravillosas.

Estiró su mano para tantear a Allen, que debía dormir a su lado, pero no lo halló. Abrió los ojos, el cielo estaba un poco más claro que la vez anterior pero aún no amanecía.

-Ahhh -gimió al percibir algo tibio invadiendo el interior de su femineidad. Llevó sus manos hasta donde debería estar Allen, se encontró con sus suaves cabellos -, Allen...

Allen estaba muy ocupado lamiendo las partes más íntimas de la ojivioleta, algunas veces apenas la rozaba, otras se dedicaba a besarla como si se tratara de su boca. Lenalee llegó al orgasmo fácilmente, mas pensó que él iba a detenerse pero se sobresaltó cuando sintió uno de los dedos del chico introducirse en ella.

- ¡Allen, ya no... no puedo... resistir...!

Él hizo que su dedo se moviera, volvió a lamer con toda delicadeza el clítoris, Lenalee no podía dejar de acariciar las hebras de cabellos que se enredaban en sus dedos. Estaba agotada, no entendía de dónde sacaba energía para seguir moviendo sus caderas hacia Allen. Él la complació otra vez y luego se subió sobre ella.

-Eres hermosa...

Raptó los labios de la china en un profundo beso, recorrió con su lengua cada rincón de la boca de la joven mientras que oía los quejidos llenos de suplicio que ella emitía. No podía dejar que la noche que tanto había estado esperando se marchitara en una nueva mañana, deseaba aprovecharla al máximo, y si eso significaba no tener fuerzas para levantarse, sin dudas sería gratificante y no menor a sus expectativas.

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