Capítulo II

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La cabeza de Mulder daba vueltas, no sabía que pensar, no pensaba nada o más bien pensaba todo. Mil ideas, mil sentimientos pero no podía parar el carrusel, sentía que el mundo giraba debajo de sus pies. –¿Qué diablos estabas pensando Mulder...?- Se recriminaba sin parar.

Su respiración agitada no conseguía acompasarse, necesitaba aire fresco... más bien necesitaba aire, del que fuera. Durante todos estos años había tendido el tiempo suficiente para pensar, para analizar cada día de su vida, las decisiones que lo habían llevado por aquél camino. Tantos errores, tantas pérdidas, tantos dolores y un sólo recuerdo agradable... ella.

Había sido incapaz de encontrar un momento feliz que no estuviera relacionado directamente con ella, si bien había muchos momentos infelices en los que ella también era protagonista, no lograban ensombrecer el resto de felicidad.

Se había engañado durante mucho tiempo en un intento infructífero de restarle importancia a Scully, hasta el momento en que se dio por vencido. Era inútil restarle importancia a la persona que cambió tu vida por completo. Esto no evitaba el dolor, la dolorosa certeza de la ausencia, del abandono... sí, él se sentía abandonado por su Scully. De hecho ya no era su Scully.

De pronto se descubrió perdido en un mar de sonidos que lo único que hacían era murmurar ese nombre... ni siquiera era un nombre... ¿cómo podría un apellido haberse convertido en un concepto para él?. Le había sucedido otros momentos, escuchar ese apellido y sentir un vuelco en el corazón que se confundía con náuseas. Recordaba haber sentido que se le nublaba la visión y esa extraña sensación de no tocar el piso de sólo imaginar que detrás de la mención de ese nombre pudiese aparecer esa pequeña figura detrás. En aquél momento había comprendió que ya era imposible luchar contra ello. Para él, ella se había convertido en un todo, en su todo. Scully era un concepto, un algo que significaba no solamente una persona, si no un sentimiento. Él era incapaz de definirlo, trató por años de hacerlo sin conseguirlo. Nunca pudo definir a Scully, nunca pudo definir a su Scully, pero sobre todo el sentimiento que encerraba, mejor dicho el cúmulo de sentimientos que implicaba. Scully era la mezcla de todo ellos por lo que sería imposible definirlos con uno sólo.

-Scully...Scully... maldita sea... maldita seas Scully... acabaste conmigo, lograste lo que nadie pudo antes.-

Mulder se tomaba la cabeza con las manos, necesitaba sentarse y retomar la compostura.

Logró encontrar una banca en el parque al que no sabía cómo había llegado y se sentó. Distinto a su estado emocional el día era radiante y el sol caía a plomo sobre su cabeza. Sintió la necesidad de tapar sus ojos con sus manos, cubrir las escazas lágrimas que brotaban de sus ojos. Creyó que nunca más volvería a llorar por ella, se lo había prometido, se lo había jurado.

-Nunca más Scully, nunca más volverás a ser mi todo...-

No sabía qué le dolía más, si el hecho de haberle permitido a ella destruirlo o no poder controlar el dolor que le producía el volver a tenerla cerca. Le dolía todo, le dolía esa determinación callada que ella tomó... ella podrá decir que la tomaron los dos, pero sería mentira. Él hubiera seguido ahí eternamente, no la hubiera dejado nunca. Era ella la que no entendía, era ella la que no quería estar con él... ya no más, fue ella la que se alejó, fue ella la que lo dejó, fue ella la que no se conformó... fue ella.

Estos pensamientos no dejaban de rondar la cabeza de Mulder, sentía que el pecho le estallaría de un momento a otro, estaba hiperventilando y no se había percatado de ello.

A partir del día en el que ella decidió que lo dejaría, él luchó y analizó todos los motivos. Trató durante mucho tiempo de justificarla y de hecho lo logró pues ella siempre tenía la razón, en cuestiones de sentimientos ella siempre tenía la razón. Él era el culpable de todo, él era el que le había quitado la posibilidad de llevar una vida normal... él era el culpable siempre, hasta que un día, después de haber llorado mucho y haberse encerrado en sí mismo descubrió que era mentira. Descubrió que siempre se había dejado arrastrar por ese sentimiento de culpa y que ella nunca lo ayudó a desaparecerlo. Llegó a la conclusión de que a ella no le importaba, de que nunca le había importado realmente y se volvió a encerrar en sí mismo. No quería volver a saber nada de ella, no quería escuchar si quiera si estaba bien o mal, sabía que eso acabaría definitivamente con él, cualquiera de las dos opciones serían devastadoras; si estaba bien, implicaría reafirmar lo que siempre supo, que él era el causante de su infelicidad y por el otro lado le acabaría la vida saber que estaba mal, no podría soportarlo y saldría corriendo a buscarla tratando de ayudarla. Ninguna de las dos opciones le gustaban, prefería no saber de ella. Lo había logrado hasta hoy.

Tienes que cerar el círculo para encontrar la verdad #PGP2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora