Prólogo

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Doce años atrás.

- Mami. - llame jalando las sabanas para que me prestara atención.

- ¿Qué sucede mi vida? - preguntó ella acariciando mi cabello

- ¿A quién quieres más? - pregunté sonriendo, me gustaba que me acariciara.

- Los quiero a todos por igual mi pequeña. - respondió ella con una sonrisa tranquilizadora. Arrugue el ceño.

- No es justo, a Less también le dices eso, a papá igual, y a los chicos. ¿Por qué?

- Porque es cierto. - dijo mi mamá alejándose un poco mientras jugaba con un colgante en forma de cruz que tenía en su cuello.

- Pero si tuvieras que elegir... ¿Con quién te quedarías? - insistí. Ella suspiró.

- No puedo elegir entre alguno de mis hijos, Ly. O al hombre que amo. - suspire, y baje lentamente mi cabeza.

- ¿Amas a papá? - pregunté en un murmullo mientras ella me observaba con ese brillo en los ojos que siempre tenia cuando alguien mencionaba a papá, eso la hacía ver el doble de hermosa de lo que ya era. Algún día yo tendría ese brillo, lo deseaba, deseaba ser igual de feliz que lo era mi madre.

- Con todo mi corazón - fue su respuesta.

- Entonces... ¿Te irás con él y nos dejaras? - Pregunte alejando todo tipo de pensamientos felices, mi mamá se iría, nos dejaría, me dejaría para irse con el hombre que amaba.

Ella alzó mi mentón suavemente con su mano y me sonrió ligeramente, no pude evitar quedar cautivada por sus ojos, tenía unos hermosos ojos verdes, que contrastaban muy bien con su cabello rubio ceniza, toda ella era hermosa, y no podía evitar quedar cautivada por ello.

- Escucha mi pequeña. Yo jamás los dejaría solos, jamás me perdonaría que algo malo le pasará a alguno de ustedes. - hizo una pausa - deben aprender a ser más unidos, son una familia, la familia se cuida entre si, cariño. ¿Sabés por qué? - me preguntó con lágrimas en los ojos. Me alarme, ella nunca lloraba, ella era fuerte, siempre fue fuerte. Y el sólo hecho de verla llorar me daban ganas de llorar a mí también.

- Porque cuando todo se derrumbe, la familia es lo único que prevalecerá. No lo olvides nunca, mi niña de verano.


Mi madre tuvo razón, siempre la tuvo, pero ni ella pudo predecir el monstruo en el que se había convertido el señor que ella dijo amar alguna vez.

Angelo FamilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora