Capítulo 26

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Nunca me gustó que me dijeran que hacer, por eso cada vez que alguien me mandaba a hacer algo, hacia exactamente lo contrario.

- ¿Entendió, señorita di Stefano? - asentí lentamente con los labios apretados, el director me había llamado especialmente para darme una supuesta "Charla de asistencia", en cuando cruce el portón del instituto, era lógico ya que no había asistido algo de dos semanas, pero no era justo que sólo yo me encontrará aquí, no había sido la única que había faltado. ¿Dónde estaba Tonny? ¿Leslie? ¿Thomas? ¿Travis?

- ¿Puedo irme? - pregunté en un tono de cansancio que no me moleste en ocultar. El director suspiro y revisó algunos papeles que estaban sobre su mesa.

- Los demás están en la cafetería, ya es hora del almuerzo. - eso no hizo nada para aplacar mi molestia, había perdido muchas horas de clase, y aunque no me preocupara tanto en las materias, quería salir bien.

- Gracias. - me levante con mochila en mano y salí lo más rápido que pude del despacho del director, si pasaba más de un minuto ahí mi cabeza explotaría.

Aún recordaba la charla que tuve con Travis hace dos días, después de contarme que el responsable de la llamada había sido Dylan, me advirtió lo peligroso que podía ser si me acercará a él. Pero por Dios, Travis exageraba, como la mayoría de las veces cuando se trataba de alguien que creía una amenaza para él, aun no entendía del todo eso. Aún así, la charla que había tenido con el director me recordó mucho a la que tuve con mi hermano.

No tuve tiempo de dejar algunos cuadernos en mi casillero, mi estomago pedía a gritos que lo alimentara, y estaba desesperada por satisfacerlo. Así que corrí hacía donde recordaba estaba la cafetería y entre detrás de unas chicas que no paraban de hablar sobre bolsos y sobre su próximo ligue de la semana.

Tome una de esas bandejas naranjas y la llene con cada alimento que había disponible, la señora me miro con algo de sorpresa y agradecimiento, apuesto que era la primera que llenaba la bandeja de su comida y no hacia una mueca de asco. Trate de devolverle la sonrisa y me apresure a sentarme en mi acostumbrada mesa que por suerte estaba vacía.

Cuando estaba por tragar el pedazo de hamburguesa que había ingerido, sentí varias miradas sobre mí. No es que no las sintiera antes, sólo había intentado ignorarlas, todos habían oído que "La que se viste raro" había vuelto, después de unas dos terribles semanas de vacaciones, estaba preparada para los muy elaborados comentarios que recibiría, desde "Se enfermo" hasta "Se fue de putas con Madonna" los adolescentes de hoy eran creativos.

Levante la cabeza dispuesta a hacer frente a quien quiera que me estuviera mirando; la respuesta fueron unos ojos cafés que me miraban como si fuera alguna clase de monumento famoso perdido.

- ¿Te comerás eso? - aparte la mirada de Dylan y me volví hacia una Leslie que se acomodaba al frente mío señalando la mitad de mi hamburguesa sin terminar. Fruncí el ceño.

- ¿Qué haces aquí? - susurré alejando mi bandeja, desconfiada. Ella rodó los ojos y me arrebato la hamburguesa.

- Estoy comiendo, ¿no es obvio? - dijo antes de comerse un gran bocado de mi hamburguesa. Negué con la cabeza, no debía de estar sentada conmigo, y ella lo sabia, ¿por qué estaba aquí entonces?

Estaba por levantarme y dejarla sola antes de que toda la cafetería se diera cuenta de que Leslie estaba en mi mesa, pero dos manos cubrieron mis ojos antes de siquiera levantarme.

- ¿Quién soy? - en lugar de reírme por la pésima imitación de Travis como mujer, aparte sus manos de golpe y lo mire sin comprender - Grande para esos juegos, entiendo. - dejó su mochila a un lado y se sentó a mi costado, pero antes me dio un beso en la mejilla. 

- ¿Estas loco? - susurré atónita mientras veía como Travis pelaba un plátano con la mayor paciencia del mundo.

- Todos lo estamos. - dijo Thomas sentándose al lado de Leslie.

- La locura es lo que nos hace únicos; es nuestra propia base de genialidad, y el que la entienda se merece toda nuestra atención. 

- Oh, ¿ahora eres filósofa? - Thomas recibió una uva en la cara como respuesta, Travis río por lo bajo y apoyo su brazo sobre el respaldar de mi silla. Me volví hacia él.

- ¿A qué es lo que están jugando? - le pregunte con el ceño fruncido - Ninguno debe de estar aquí, lo saben, acordamos cero interacción en el Instituto. 

Travis intercambio un par de miradas con Leslie y Thomas, luego soltó un suspiro.

- Nosotros...

- ¿Me perdí de algo? - Tonny robó una gelatina de la bandeja de Thomas y se sentó al lado de su gemelo.

- Oficialmente esté es uno de los peores almuerzos que viví en mi nada interesante vida como Ly di Stefano.

- Calla y come. - Leslie puso en mi bandeja un pedazo de pizza. En otras circunstancias me habría lanzado hacía la apetitosa pizza sin pensarlo, pero sabía que algo iba mal, había algo que ellos no me estaban diciendo, lo sabía por la forma nada disimulada de Travis de intercambiar miradas con Leslie.

- No comeré hasta que me digan de una maldita vez qué es lo que está sucediendo con ustedes. - a mis brazos en la mesa tratando de crear una imagen más intimidatoria, Leslie alzó las cejas ante aquella acción y se cruzó de brazos.

- Entonces te quedarás sin comer por un muy buen tiempo, niña de verano.

Decir que no me afectó el ser llamada así sería mentir, claro que me afectó escuchar el sobre nombre con el que mi mamá me llamaba de pequeña ser usado con condescendencia.

Era como volver a escucharla llamarme así, además Leslie se le parecía tanto; el mismo cabello, los mismos ojos... Sentí una punzada de celos al ver el gran parecido entre ellas, yo no me parecía en nada a mi mamá.

- Espero que sea lo que sea que me ocultan, sea lo suficiente importante como para ocultármelo.

Hubo un silencio incomodo en el cual Thomas se encargó de jugar con las uvas de su bandeja; Tonny de mirar nervioso a Travis; Travis de mirar fijamente la mesa como si está tuviera la respuesta a todas sus preguntas, y Leslie... sólo me veía pensativa.

El sonido de un celular se encargó de romper el silencio que se había formado en nuestra mesa.

- Es el tuyo. - me dijo Thomas mientras revisaba su teléfono, apreté los labios.

- Destrozaron mi teléfono, ¿lo olvidas?

- Cierto, perdón.

- Pues no es el mío. - murmuró Leslie sin siquiera molestarse en comprobar - Lo deje en casa, pensé que Ángel se sentiría sólo y se lo dejé con una lista de reproducción de 72 canciones. - Estaba molesta con ella, por desafiarme, haberme llamado como lo hizo, parecerse más a nuestra madre que yo, pero eso no me persuadió de imaginarme al perro de mi hermana sentado en el sofá escuchando la música clásica que mi hermana tenía en su reproductor. Sentí cierta simpatía al imaginarme al cachorro que Leslie había llamado "Ángel", ladrar para que la música dejara de sonar.

- ¿Por qué...? - negué con la cabeza en dirección hacia Tonny indicándole que no preguntará.

- ¿Diga? - respondió Travis acercándose el celular a la oreja. Estuvo en silencio por un largo rato, luego su rostro se torno lúgubre. Después, volvió a guardar el teléfono mecánicamente.

- Trav... - susurré tomando suavemente su brazo. A todo esto sentí una mirada muy particular sobre mí. No me atreví a voltear, pues esta sensación sólo podía causarla Dylan. 

- Esta aquí. - susurro mi hermano con los labios apretados.

- No, no me digas que Nicolás... - Travis corto a Leslie y levantó la mirada.

- Valeria, ella está aquí.

Angelo FamilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora