Capítulo 36

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El parque generalmente era tranquilo, de vez en cuando había una que otra pareja discutiendo, o algunos niños que perseguían ardillas alrededor de los árboles.

En este momento lo único que lograba desencajar con todo el paisaje era el chico que se encontraba sentado a mi lado, con unas gafas de sol, y una extravagante gorra que tapaba la mitad de su rostro.

- Adelante, puedes reírte. - ignoré su comentario, y continúe viendo entretenida a un grupo de niños que peleaban por comida a unos metros.

- ¿Por qué no mejor me dices que haces aquí? - le pregunté casualmente, mientras una niña rubia golpeaba en el estómago a un niño, quitándole así la bolsa de chocolates. No pude evitar sonreír, me recordó a Leslie.

El chico a mi lado suspiró.

- Te diré lo mismo que te dije las otras cinco veces que me preguntaste lo mismo: Es confidencial.

- ¿No existen otras palabras en tu vocabulario que no sean 'Es confidencial'? - volví mi atención a él, sintiéndome irritada por su respuesta.

- Sí, no es de tu incumbencia.

Lo golpeé en el brazo mientras reprimía el impulso de estrellar su cabeza contra algún árbol.

No veía nada malo estar sentada bajo mi árbol, observando a niños peleándose por comida. Pero con él a mí lado... me arriesgaba a muchas cosas.

Y al parecer ya no tenía conciencia para que me reprendería de las cosas que hacía, eso explicaba mi comportamiento medio idiota. Pero aún sin esa aguda voz en mi cabeza, sabía que esto era una de las ideas más estúpidas que había tomado.

¿De qué estoy hablando?

De él, que en este mismo momento sonreía a la lejanía. Algunos mechones rebeldes de su cabello caían por su mejilla, haciéndolo parecer una estrella de rock retirada.

Admito que al principio me sorprendió ver como él se sentaba medio tambaleándose a mi lado.

El orgullo y la inocente idea de que estando ebrio me daría información valiosa... me hizo quedarme. Aguante todos sus sarcásticos comentarios, pero al parecer él no era fácil de convencer aún estando bajo los efectos del alcohol.

Pasó una semana, y yo continuaba encontrándomelo en el mismo lugar, la mayoría de las veces sobrio, claro.

Él había empezado a preguntarme cosas medio normales, que yo había respondido con la mayor indiferencia que pude. Pero luego, sin yo preguntárselo, me empezó a contar de su vida.

Sabía que no podía fraternizar con el enemigo, eso lo tenía claro. Pero a estas alturas mi cabeza estaba muy confusa como para diferenciar los buenos de los que trataban de matarnos. ¿Él era bueno? No, claro que no, o al menos eso pensaba hasta que empecé a escuchar su historia. Era casi tan trágica como la mía.

- Si mi madre estuviera viva me reprendería por el camino que elegí. - apenas y escuche su voz, como si en realidad estuviera hablando consigo mismo.

Me removí un poco incomoda. Esperaba que no esté buscando pedirme indirectamente algún consejo, porque no me sentía en completa confianza con él como para darle mi opinión sobre algo tan personal.

- La quisiste mucho, ¿cierto? - fueron las únicas palabras que encontré convenientes. Aunque fácilmente pude haberlo ignorado, pero luego me arrepentiría por no seguir con el tema.

- No creo conocer a alguien que no quiera a su madre.

- Eso no lo sabes. - susurré recordando amargamente a Thomas.

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