Epílogo

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Había pasado una semana desde que desperté, tres días desde que me dieron de alta, y dos días en los cuales no hice nada que no fuera quedarme tirada en la cama de mi cuarto. No, a estas alturas ya no podía considerar ese cuarto de mi propiedad.

Reaven había decidido hacerse cargo de nuestra situación y había vendido la casa, dentro de poco nos iríamos a vivir a un departamento que no quedaba muy lejos de aquí. Al principio pensé en negarme, pero descubrí que no le tenía ninguna clase de afecto a este lugar. Es mas, quería mudarme lo más rápido posible. Tal vez así el ardor en mi pecho disminuya.

- ¿Cómo están los puntos?

- Cicatrizando. - no hacia falta voltear para saber la próxima pregunta que me haría, así que la conteste de todas formas-. No me duele, Reaven. Te preocupas por nada.

Permaneció en silencio por al menos unos quince segundos, luego escuché un suspiro.

- Perder un riñón es algo serio, Ly.

- Puedo vivir con uno, la doctora lo dijo.

No estaba de ánimos para discutir con Reaven, así que volví a mi tarea anterior de ver por la ventana.

- ¿No bajarás también?

Negué con la cabeza y apoyé mi mano en el cristal. Afuera se veía como un pequeño grupo de personas que vestían de negro rodeaban dos altares. Cada una de aquellas personas habían sido conocidos cercanos a Travis, gente que dieron la espalda a Nicolás para brindarnos seguridad. Sin embargo, no conocía a ninguno de ellos.

- Tienes que bajar, los demás ya están ahí.

Volví a negar con la cabeza. Me importaba poco estar acabando con la paciencia de Reaven, no quería bajar y ver los rostros demacrados de aquellas personas.

- Los veré desde aquí. - susurré acariciando el cristal. Cada uno de los presentes tenía una vela en sus manos, hacían parecer el día nublado un día digno para un funeral.

Esos pensamientos me molestaron.

- Tus hermanos te necesitan ahora...

Aparte mis manos del alfeizar de la ventana bruscamente.

- Ahora lo último que necesitan es verme el rostro, Reaven. Los conozco, y sé que sólo les recordaré lo que no debió pasar.

Podía notar que para Reaven era un tema difícil de hablar, por lo que no me sorprendería si se fuera a hacer compañía a los señores del patio. Pero antes, tenía que aclarar algo.

- ¿Qué sabes de Nicolás?

No fue necesario ver su expresión para saber que le había sorprendido la pregunta.

- Conociéndolo ya habrá salido del país junto a ese chico rubio. Pero de todas formas tengo a un detective siguiéndole el rastro. Él no se volverá a acercar a ustedes, te lo aseguro.

Suspiré.

Cam no la vería.

El sonido de la puerta al abrirse llamó otra vez mi atención.

- ¿Reaven? Mamá quiere hablar contigo.

No conocía esa voz.

Está vez sí me volteé y me tope con un chico de cabello negro dirigiéndose a Reaven. Este lo miró unos segundo y luego otra vez a mí, por su expresión deducía que estaba buscando una buena forma para salir de esta situación.

- Te mencioné que tenía un hijo, ¿verdad Ly? Bueno, te lo presentó. Ly, él es Nick. Nick, ella es tu prima. Convivan. Iré a ver que quiere Diana.

El chico de cabellos negros me vio desinteresadamente, pero asintió en mi dirección por educación. Le devolví el gesto y, cuando Reaven salió de la habitación, no supe que más decir. Tampoco era como si quisiera iniciar una conversación, apreciaba más el silencio.

Tal vez el tal Nick entendió mi estado de ánimo porque no realizó ninguna clase de pregunta, se limitó a permanecer en completo silencio en la habitación. Y, cuando pensé que se había ido sin que me diera cuenta, escuché sus pasos caminar en mi dirección.

Aún cuando estuvo a mi lado no dijo nada, en lugar de hablar miró a través de la ventana conmigo.

A lo lejos divisé a Valeria, ella estaba bien físicamente, pero al enterarse de la verdadera situación no pudo evitar derramar lágrimas. Ella había amado a Travis desde siempre.

Aparte rápidamente la mirada de ella y la concentre en dos cabelleras castañas; Thomas y Tonny. El primero empujaba con una mano la silla de ruedas de Tonny, mientras se aseguraba de que nadie rozara el yeso de su otro brazo. Verlos revivió el ardor en mi pecho. Los rasgos de ambos eran tan parecidos a los de Travis que dolía.

- ¿Qué harás ahora?

No sentí que lo preguntará sólo por curiosidad, sentí como si con mi respuesta terminaría una evaluación silenciosa que él había impuesto sin que me diera cuenta.

Me replantee la pregunta, ahora ya no tenía ningún lugar al que ir. No podía seguir aquí. No creía poder sobrellevar los recuerdos.

¿Qué haría Travis?

Él se iría a Florida, a mí me llamaba la atención Florida, siempre había querido visitar sus playas. Incluso de pequeña mi hermana y yo decíamos que iríamos a los parques temáticos de Disney en Orlando.

Leslie...

¿Qué haría ella?

Ella tenía muy claro su destino, siempre había querido volver ahí. Y algo me decía que cada uno de mis hermanos también, excepto yo, claro. Nunca me había interesado volver.

Sonreí, sintiendo como lo que quedaba de mi corazón se estrujaba. 

- Regresaré a Italia.

Volveré a ese infierno, Leslie.








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No tengo mucho que decir, sólo quiero darle las gracias a las personas que lean esto. Porque, aunque sean fantasmas, ayudaban a que la historia tenga un poquito más de reconocimiento con una leída. También quiero decir que ya publiqué la segunda temporada; no será tan larga como ésta, incluso creó que los capítulos serán más cortos.

Pero wuéh, gracias por leerme💕

Angelo FamilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora