C.20) Impulsos.

2K 175 47
                                    

—¿De dónde sacaste eso? —pregunté apuntando a la botella de cerveza—. Es decir, no se permite la venta de alcohol para menores de veintiún años.

—Se lo quité a un vago que estaba rodeado de ellas —dijo tomando un sorbo—, nada grave.

No podía evitarlo, apretaba mis dientes hambrienta tratando de frenarme, pero aún así, en mi mente, la idea de jugar con él antes de comermelo, era demasiado tentadora. Y es que al sentir su pasar a mi lado, aquel aroma dulce proveniente de su piel de porcelana, mi cuerpo, mi hambre, me rogaba que por favor cediera a mis instintos.

Inmediatamente miré el café con sangre que me había preparado, y bebí toda la taza de un sorbo con las esperanzas de que al hacerlo, mi apetito y ansiedad se reducirían.

Pero no, al contrario, incluso me dieron más ganas de comer algo. Diablos, necesitaba calmarme con urgencia, y es que esa excitación y adrenalina por tener a un humano al frente en situaciones de hambruna, eran realmente peligrosas.

Si me comía a Juuzou iba a estar devastada después, y si incluso lo mordía un poco, seguramente yo terminaría muerta por sus manos. Lo sabía, sabía las consecuencias de dejarme llevar por el placer de saciarme, pero entonces ¿por qué era tan difícil frenarme? ¿Por qué la idea se repetía en mi mente sin parar?

Sin pensarlo, le quité la botella de cerveza que tenía en su mano, y bebí de ella intentando que el asco lograra calmarme. Si no funcionó lo agradable, debería funcionar lo desagradable. O eso quería creer.

Era como beber algo bastante amargo y espeso, completamente repugnante, pero al menos, gracias a las náuseas que me dió, calmó un poco mi necesidad de comer algo.

Juuzou me miraba fijamente desde el sillón, como si intentara leer mi distorsionada mente, esos hermosos y jugosos ojos rojos me llenaban de agua la boca y no podía evitarlo. ¿Podría contemplarlos más de cerca? Solo eso quería, verlos bien y en detalle.

Me senté al lado de él, mirando con una inevitable sonrisa su rostro, pero él, aparentemente incómodo, solo apartó la mirada.

—¿Yuna, por qué bebiste si eres menor de veintiún años?

—No quería dejarte bebiendo solo —mentí tratando de ver los iris escarlata que él tanto escondía.

—¿Me regañas para después unirte a mi falta? —gruñó volviendo a mirarme algo enfadado.

Y ahí lo tenía, sus pupilas observándome, justo como quería. Lamí mis labios como acto reflejo, pero al mismo tiempo una culpa enorme me invadió, provocando un nudo en mi garganta.

Mirar como comida a Juuzou no era sano, pero ¿haría mucho daño solo ver?

—Oye yo no soy quien vino a la casa de su colega sin razón aparente —respondí acercándome un poco más, con intención de ver lo que había dentro de sus pupilas—. ¿Por qué estás aquí?

Y entonces lo noté, estaba casi encima de él, mientras él volvió a voltear su rostro tratando de agacharse para seguramente, evitar el contacto de nuestros torsos.

—No te importa —respondió con su fleco escondiendo parte de su expresión sonrojada.

—Hmmm, ya veo. Entonces —hablé colocando mi mano en su pecho—. ¿Qué tal si hacemos algo entretenido? —acabé susurrando en su oído, mordiendo el lóbulo de su oreja.

Sentir su sabor, o sentir su calor, ambas ideas eran igual de placenteras en mi cabeza.

Juuzou sintió un escalofrío bastante extraño en todo su cuerpo, su piel estaba demasiado tensa al sentir las manos de Yuna acariciarlo mientras proporcionaba pequeñas mordidas en su mejilla.

Contraste: Iguales pero diferentes. (Juuzou Suzuya Fanfinc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora