Los dos compañeros caminaban lento, ella tenía su rostro serio y él tenía una sonrisa mientras caminaba saltando las líneas de la vereda. Yuna se sentía melancólica, pronto la trasladarán al distrito veintitrés en donde estará acompañada por el peligro de los ghouls que andan sueltos, y de sus compañeros de la CCG que la rodean. Era desagradable pensar en que aquel cambio solo traería más cosas negativas que positivas. Aquel distrito quedaba lejos de Anteiku, y sería un enorme gasto de tiempo el viajar al distrito veinte para trabajar; tampoco tendría tiempo para ver a su familia, y mucho menos para hacer las cosas a su manera.
Si tan solo los pacifistas me dejaran en paz, y tuviese una oferta de trabajo mejor...
El peliblanco miraba a Yuna, quien se adelantó ya que comenzó a caminar bastante apresurada, le miró la cintura, tenía un tatuaje nuevo que no había notado antes. Sin pensarlo, se acercó curioso para tocar aquel lugar con su dedo. Con los vellos de punta, Yuna sintió escalofríos e instintivamente dio una patada en aquella dirección, la cual Juuzou esquivó fácilmente.
— ¿Qué rayos te pasa? —Preguntó la muchacha molesta.
— ¡Whoah! ¡Tu tatuaje! —Exclamó emocionado—. Te has hecho varios últimamente pero no había visto ese.
Yuna suspiró.
—A la próxima pregunta, no llegues y toques, es perturbador.
Juuzou rodeó los ojos con indiferencia a sus palabras y continuó.
—Yo también quiero de esos —comentó más tranquilo—, son geniales.
Ambos pasaban por un parque bastante lindo, tenía frondosos árboles, y el olor a flores que se percibía era embriagante. De repente, apenas reconocible en la oscuridad, se veía a un ave pequeña que piaba sin parar. Juuzou y Yuna se acercaron a este con curiosidad, en realidad era diminuto, aún tenía delgados vellos en lugar de plumas.
—Debió haberse caído de su nido —dijo el peliblanco poniéndose en cuclillas a su lado.
La muchacha lo iba a tomar con sus manos, pero Suzuya la detuvo.
— ¿Qué? —Preguntó frunciendo el ceño. —Quiero devolverlo al nido.
—Tonta, si lo tocas, su madre no lo va a reconocer después ya que va a tener tu olor.
Miré hacia arriba con impaciencia, mientras Juuzou sólo contemplaba al animal. Me parecía un poco cruel, el pájaro se notaba desesperado por volver a casa. Decidí buscar el nido al cual él podría pertenecer, pero no encontré nada en ningún árbol. Revisé rama por rama, sin embargo no había nada similar a algo como eso.
—Me lo llevaré a casa —dije volviendo a intentar tomar al ave.
—No, hay que esperar.
— ¿Piensas estar toda la noche aquí?
—Sip.
— ¿Perderás todo este tiempo?
—Bueno no lo perderé, podría quedarme montando guardia en este parque.
— ¿"Montando guardia en este parque"? Qué excusa tan mala.
— Argh, me fastidias Yuna —dijo frunciendo el ceño con una voz rasposa—, en realidad no tengo nada mejor que hacer, no te metas.
Dios este idiota... ¿En serio se iba a quedar ahí? Suspiré rendida, era obvio que así iba a ser. Caminé cerca de él por los alrededores, la luna estaba realmente hermosa y se podía ver claramente, aunque se vería más bonito si hubiese alguna que otra nube adornando el cielo. Toqué mi abdomen con mi mano izquierda, comencé a sentir hambre. ¿Y cómo no sentirlo? La comida que comía era tan poca que pareciera como si nunca estuviera satisfecha, es decir, los ghouls deben comer una porción grande para sentirse "decentes" durante al menos dos semanas, como por ejemplo una pierna o algo por el estilo, no porciones tan diminutas como son los almuerzos humanos.
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Contraste: Iguales pero diferentes. (Juuzou Suzuya Fanfinc)
FanfictionEN CORRECCIÓN. Yuna Ivanovich es una ghoul que vive entre humanos y que en el pasado causó muchos problemas en Tokio. Tras crecer, forma parte de dos organizaciones totalmente distintas, una de ghouls, y otra de humanos, acarreando con una serie de...