Era una noche bastante húmeda en Tokio, donde el silbido del viento jugaba con las hojas de los árboles. Todo permanecía en tranquilidad hasta que, de repente, el descontrolado sonido de un motor a toda velocidad quebró la paz resonando en cada callejón del distrito veinte. Juuzou manejaba un auto robado, había un ghoul que estaba huyendo de él y corriendo no lo iba a poder alcanzar, ya que era mucho más veloz que el muchacho. Afortunadamente las calles estaban despejadas, así que no había un mayor problema en pasar las luces rojas, pero de repente, una muchacha apareció cruzando una de éstas. Ambos calcularon el momento en donde se iban a juntar, en donde ocurriría un accidente si uno de los dos no se detenía, pero ninguno quería hacerlo, ella tenía luz verde, y él perseguía a un ghoul. Cuando estuvieron a punto de chocar, el peliblanco se detuvo, ambos se miraron a los ojos a través del vidrio, leyendo sus miradas que expresaban un claro "no me desafíes". Sin embargo, el que estaba mal era Juuzou y no la joven que iba pasando.
—Vamos, ¿puedes apurarte en cruzar? —Gritó Suzuya cabreado.
La muchacha bajó la mirada a la patente, y luego se acercó a la ventana del piloto haciendo que el albino la abriese sin mirarla a la cara.
— ¿Qué clase de imprudente eres idiota? —Preguntó con indignación.
Esa voz era muy familiar, demasiado para los oídos del agente, levantó la vista y pudo ver a la chica igual de sorprendida. No sabía si esto era suerte, o una simple alucinación.
—Yuna —murmuró inexpresivo.
—¿Desde cuando tienes un auto o permiso para manejar?—cuestionó exaltada.
Después de muchos meses sin verlo, lo primero en que la ghoul posa su atención es en que si su compañero se ha comportado bien.
—No los tengo —suspiró sabiendo que lo regañaría—, pero perseguía a un ghoul peligroso que se hacía pasar por un vendedor ambulante.
— ¿Y el coche de dónde salió?
—Se lo quité a una persona de antes, fue bastante genial.
Yuna pasó la mano por su rostro impaciente, se iba por cuatro meses al distrito veintitrés, y su compañero perdía el sentido moral más que por completo. Es decir, antes no tenía, pero lo respetaba por ella.
—Bueno, adiós —se despidió la muchacha haciendo un gesto con su mano mientras seguía su camino—. ¡Y asegúrate de devolver el auto con su dueño!
Suzuya la miraba desaparecer por las calles, se quedó quieto ahí, pensando en muchas cosas que lo tenían inquieto. Gruñó frunciendo el ceño y fue a la estación de policía más cercana para notificar que el coche "robado" había sido encontrado, mientras que el ghoul logró escapar.
Después de eso, fue a Anteiku para ver si estaba trabajando, pero no la vió atendiendo, y cuando preguntó por ella, no recibió respuesta de su localización, pero sí otra información.
—Yuna venía de vez en cuando al distrito, y ni siquiera lo dijo para encontrarnos, o al menos saludarnos —comentó el peliblanco un poco decaído mientras jugaba con sus costuras intentando distraerse—. Qué sensación tan fastidiosa es esta.
Se sentía mal, un peso que no era usual en él invadía su pecho, haciéndolo sentir bastante confundido. ¿Por qué esa chica lo hacía sentir tan extraño? ¿Acaso eso era el querer a alguien? Rascó su cabeza mientras bajaba la vista, detestaba esa rara sensación que cargaba su cuerpo. Estaba a punto de amanecer, una madrugada con mucha neblina y aire fresco abrazaba a la capital. Juuzou en la azotea del edificio de la CCG, apreciaba el aroma del ambiente y el ruido de la ciudad, que iniciaba un nuevo día, fue la noche más larga de su vida. De pronto alzó la vista de un golpe, con una idea maravillosa en su cerebro.
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Contraste: Iguales pero diferentes. (Juuzou Suzuya Fanfinc)
أدب الهواةEN CORRECCIÓN. Yuna Ivanovich es una ghoul que vive entre humanos y que en el pasado causó muchos problemas en Tokio. Tras crecer, forma parte de dos organizaciones totalmente distintas, una de ghouls, y otra de humanos, acarreando con una serie de...