C.2) Todo por no poder comer.

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Era una obra maestra, como arte para sus tripas. Se oía el masticar desesperado en el eco del callejón, mientras que con cuidado, quitaba los pedazos de carne la pierna de su presa. No debía manchar su uniforme, quisiera o no debía ir a clases. Lamió sus labios tratando de no perder el control. Nadie jamás debía subestimar el hambre de un ghoul, era ley dentro de la CCG, y dentro de la sociedad de las mismas criaturas también. Yuna soltó un suspiro con su mente algo perdida, había sentido un alivio similar en su niñez. Podía recordarlo muy bien, el infierno en su cabeza atormentada y sistema digestivo, retorciéndose loco por comida.

Había ocurrido hace tres años, en aquella iglesia rodeada por el gran bosque que la separaba de la ciudad.

— ¡Yuna! ¡¿Dónde estás pequeña?! —gritaba Madelyne buscando a la muchachita quien se escondía en el baño—. ¡Yuna hoy es tu entrevista de adopción, tienes que arreglarte!

—Como molesta —pensó Yuna mientras vomitaba el pastel que había comido por su cumpleaños—. Primero el pastel, ahora la entrevista —suspiró mirando con desánimo el inodoro del cual estaba apoyada—. Da igual si me adoptan o no, estaré sola siempre, las cosas no van a funcionar.

—¡Yuna por favor! ¡¿Dónde estás?!

Yuna limpió sus labios con la manga de su chaleco, haciendo gestos de disgusto por el horrible sabor que tenía en su lengua. Salió del cubículo hacia el lavamanos para enjuagarse la boca.

Algún día me hartaré de esto.

Se miró al espejo notando unas enormes ojeras de cansancio, justo debajo de sus ojos cristalizados por la fuerza ejercida al vomitar. Con su dedo anular tocó la pequeña cicatriz que tenía debajo de su visión derecha, preguntándose por qué aún tenía esa horrible cosa. Lavó su cara y arregló un poco su cabello, quería ir a su habitación para estar tranquila de una vez y dormir por un año. Se tambaleó débil hasta la puerta, cuando de repente, escuchó la voz de uno de los niños que la insultaba sin parar llamando a la madre Madelyne. Permaneció inmóvil, esperando oír su charla. Deducía que ambos estaban cerca del corredor que daba hacia el baño.

—Madre Madelyne, ¿busca a Yuna?

—Sí —respondió agitada—. La he llamado y buscado por todas partes.

—Yo sé donde está, Yuna está vomitando de nuevo en el baño. La escuché cuando venía por el pasillo.

— ¿Vomitando? —preguntó alarmada— ¿Otra vez?

—Sí, y es que en serio nos tiene a todos preocupados. La bulimia le puede hacer cosas horribles, pero ella no deja de comer como cerdo, de hecho pareciera que el vomitar no le sirve, está cada vez más y más gorda.

¿A todos preocupados? ¿Bulimia? ¿En serio? Maldito seas Chris, que pésima broma, me costará una gran paliza.

Yuna apretó sus manos, levantó su ropa y miró su cuerpo detenidamente en el espejo, no se veía gorda. ¿Y si lo fuera qué? No habría nada de malo, solo es una condición física más de las miles que existen. Entonces ¿Por qué todos la tratan como lo peor? No vomitaba por gusto, no podía evitarlo.

—Esa mocosa, no para de darme problemas —gruñó la mujer frunciendo el ceño molesta—. Come sin parar siempre, tu mismo la has visto.

—Debería hacer algo con ella Madre, nuestras compañeras pueden imitar esa actitud.

Madelyne caminó a paso veloz por el corredor para tomar a Yuna del brazo y castigarla en su habitación. Ella sabía que esa mujer le golpearía hasta sangrar por lo que le había hecho a su cuerpo. Desesperada escuchando como los pasos de Madelyne se acercaban, Yuna salió por la pequeña ventana arriba del inodoro con un poco de dificultad, sus caderas desde siempre fueron un poco anchas para su edad.

Contraste: Iguales pero diferentes. (Juuzou Suzuya Fanfinc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora