Seth estaba especialmente contento esa noche.
Kyle lo observaba canturrear y moverse por el salón, reírse y charlar, como si se estuviese preparando para una fiesta. No era una buena señal. Las pocas cosas que lo ponían así de contento eran las mismas que ponían en peligro a las personas de su entorno. Cuando estaba a punto de cerrar un negocio importante o se preparaba para un ajuste de cuentas en el que arriesgaría su vida, siempre estaba de buen humor.
Kyle manoseó la pistola, estaba nervioso.
¿Cuánto tiempo llevaba esperando ese momento?
La noche en la que vio cómo disparaban a su padre hasta desmembrarlo, había jurado venganza. Y por fin recuperaría el honor de su familia y el suyo propio.
Allan y Mino, dos de los chicos de Seth, entraron en la habitación, toscos y rudos en contraste con la elegancia de la decoración.
—Nosotros estamos listos. Es casi la hora.
Seth asintió:
—Esperen en el coche.
Mientras los dos hombres salían, Kyle se levantó y se metió la pistola en la cintura de los vaqueros.
—Estoy listo —dijo.
—Parece que todo encaje a la perfección, ¿no crees? —replicó Seth, radiante—. Esta noche arreglaremos las cuentas con los Hills, en tres días nos desharemos de ese maldito cargamento y dentro de poco también de ese juez entrometido. Por una vez, Landon ha hecho las cosas bien.
Kyle asimiló la noticia, inexpresivo.
—¿No es demasiado arriesgado asesinar a un juez?
—En realidad nos limitaremos a chantajearlo. —respondió Seth, encendiéndose un puro que había sacado de una caja. Tampoco aquella era una buena señal. Kyle aguardó a que prosiguiera, no quería parecer demasiado interesado en el asunto.
—Si no deja de meter las narices en nuestros asuntos, tendrá que despedirse de lo que más quiere en este mundo —añadió el boss, lanzando una nube de humo, a través de la cual escrutó la reacción de Kyle.
«Sus hijos.»
Kyle lo había entendido. Para Seth no existía nada más sagrado que la sangre de su sangre. Adoraba repetir que arrojaría toda su fortuna al fondo del mar para ayudar a sus hijos si fuera necesario. A pesar de que había enviado a dos de ellos a la muerte, sin haber derramado una lágrima en su entierro, concentrado sólo en el honor y en la venganza.
—Me parece fantástico -comentó Kyle fríamente
—Sí, yo también lo creo —aprobó Seth.
—¿Y cuál es el plan? —preguntó.
Seth lo miró fijamente. Era como si quisiera volver a leer en su interior.
—Landon ha raptado a la hija de Becket, una Chica —respondió tras unos segundos interminables—. Si el juez acepta nuestro trato, se la devolveremos. Espero que no se le vaya demasiado la mano.
Seth se rió y Kyle por una vez, se estremeció. Estaba hablando de la vida de una chica inocente como si fuese una nadería sin importancia. Se preguntó si le afectaba tanto porque la conocía, ya que en otras ocasiones en las que había ocurrido algo parecido no había tenido ninguna reacción, ningún sentimiento de piedad, ningún interés más allá de las órdenes a seguir y del negocio que cerrar.
—De todas formas —continuó Seth, poniéndole una mano en el hombre —parece que Landon también tiene una sorpresa para nosotros. Dice que esta chica esconde un secreto que concierne a nuestra familia. Parecía muy excitado, ¿tú tienes idea de lo que podría ser?