Capítulo 13: Ya no hay marcha atrás.

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~ Alan ~

Debería tener odio, dolor, la infamia me debería estar devorando, debería estar sufriendo por cada segundo que paso sin él. Pero por alguna razón, finalmente me siento libre; libre de las reglas que me ataban al suelo, libre de las grandes responsabilidades y riesgos. Me siento devastado por dentro, pero fuera de mí, soy todo lo contrario. Necesito esto, necesito sentir esta gran tranquilidad, necesito apartarme de ellos. Jamás creí en el amor ni en el dolor. No creí que fuera verdad, hasta que me dolió.

- ¿Estás listo? -. Pregunto mi madre mientras tomaba de mí mano.
Asentí con la cabeza estando perdidamente confundido. Pero era tarde regresar, era demasiado tarde para mirar atrás.
- Próximo destino, Alaska; por favor coloquen sus cinturones de seguridad.
Las palabras del piloto eran las palabras clave para lograr saber que me apartaría de todos, de mí hogar donde un día prometí jamás dejar.
- Tranquilo, volveremos -. Murmuro Megan besando mi mejilla.
Por alguna razón mis manos temblaban, permanecían frías e inmóviles. Sentía la gran necesidad en bajar del avión y correr a los brazos de Grant, ¡Rayos! ¿Qué estoy haciendo con mí vida?

~ Grant ~

- ¿A dónde vas? -. Pregunto mi madre preocupada.
- Tranquila, iré a ver a Alan -. Bese su frente.
- Bien, no cometas una gran tontería.
Asentí con la cabeza, aún sabiendo que esa completa tontería ya la había cometido.
Me acerqué a su casa tocando la puerta, con una convincente sonrisa de oreja a oreja. Necesitaba ver su rostro, decirle cuanto lo amaba, decirle cuanto había cambiado solo por él.
Pero era lo bastante tarde para hablar, nadie abría la puerta, podía observar desde la ventanilla, cada pasillo vacío, me preocupaba saber que él se había marchado.
- ¡Alan! -. Grite empujando la puerta con fuerza, logrando finalmente que se abriera.
Todo estaba totalmente vacío, cada mueble, cada armario. Se había ido, talle mi nuca con fuerza cayendo en llanto en medio de su pasillo. ¿Por qué? ¿Por qué a mí?
- ¡ALAN! -. Grite con dolor mientras las lágrimas recorrían mi asqueroso rostro.
- ¡¿Porqué te fuiste?! -. Me preguntaba constantemente donde se encontraba, si realmente estaba bien, a salvo.
- Perdón -. Murmure -. Perdón.
- Hijo -. Dijo mi madre con temor corriendo a mis brazos.
- ¡¿Por qué se fue?! -. Nuevamente pregunte con dolor.
- Tranquilo, basta -. Me sostuvo con fuerza -. Para de llorar.
- ¡Alan! -. Nuevamente grite esperando, que el bajara de las escaleras con una sonrisa en su bello rostro.
- Se fue, ya no esta -. Susurro mi madre con crueldad, aún que hablando con razonamiento.
- No, no él -. Suspire con dolor.

~ Alan ~

Aún sigo preguntándome si él se encuentra bien, si realmente él tomara bien mi despedida. No debería temer, pero ahora mismo, muero de temor, lo necesito cerca de mis brazos. No sé como reaccionar.
- Iré al baño -. Dije mientras agitaba a mi madre, tomando mi celular discretamente.
Asintió con la cabeza.
Caminar entre los pasillos es incómodo, sientes que todos te observan e intentan descubrir que harás. Cerré la puerta tratando de ser discreto, sin llamar la atención y así fue.
Tenía miedo de llamarlo, tenía miedo de que me rechazara, o en dados casos que me grite. Pero necesitaba hacerlo, marque a su número mientras mis manos temblaban y el temor recorría todo mí cuerpo.
- ¿Alan?
- ¿Grant eres tú? -. Pregunte apenado.
- No, soy Russell. Grant olvido su celular en mi casa anoche -. Dijo tratando de sonar vengativo.
- Bien -. Suspire resignado -. Gracias.
- ¿Quieres que le deje un mensaje? -. Pregunto.
- No, con eso es suficiente -. Conteste colgando la llamada.
Fui un completo idiota al creer que podíamos solucionar nuestros problemas, fui un idiota al creer que él me seguía amando, fui un completo idiota en creer todo lo anterior.

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