Arrebatadora inocencia (Casadas A La Fuerza #1)

Capítulo 22

Brandon llegó a casa casi después de la cena, todo el día se lo había pasado visitando a los arrendatarios y solucionando problemas que al parecer se habían puesto de acuerdo para juntarse ese día en específico. Tenía un hambre fenomenal, no había comido nada aparte del desayuno y una pequeña merienda que le había preparado la cocinera por si le daba hambre en las visitas, pero claro no era mucha comida pues no tenía pensado pasar todo el día fuera. También le dolía horrores la cabeza, en parte por el hambre y el cansancio, y en parte por la preguntas que no habían abandonado su mente (a pesar de lo ocupado que estuvo), desde esa mañana y la conversación con su madre, que como es de esperar le exigió una explicación, sin embargo, el hubiera deseado que se la exigiera en otro momento y no en el amanecer, ¡Por Dios! si se había parado temprano para evitarla, a esa altura ya debería haberse dado cuenta que su plan no iba a funcionar, primero porque nada le salía bien últimamente y segundo porque su madre lo conocía tan bien que sabía que intentaría posponer el momento y por eso fue a su encuentro, aunque para eso tuviera que hacer el esfuerzo de levantarse temprano.

"Que tercas pueden ser las mujeres" pensó Brandon cuando se la encontró en el comedor al bajar a desayunar. Ahí le empezó a soltar una reprimenda por haberla mantenido lejos del asunto, para luego culminar con una pregunta que no había dejado de darle vueltas en la cabeza.

—¿Qué vas a hacer?

Ni él mismo sabía la respuesta y así se lo dijo, no tenía idea de que iba a hacer, el embrollo se estaba volviendo cada vez grande y difícil de resolver.

Subió a su habitación y ordenó un baño, posteriormente bajó a cenar y devoró todo cuanto le pusieron por delante.

Cansado como nunca antes lo había estado subió nuevamente a su cuarto dispuesto a terminar su estresado día con un sueño reparador, pero al parecer, el día no estaba destinado a terminar todavía. De repente gran parte del cansancio que sentía se desvaneció.

Claire estaba sentada en el borde de la cama, con el camisón que había usado en su noche de bodas, y lo veía con una sonrisa tímida pero a la vez seductoda ¿Cómo conseguía esas dos cosas al mismo tiempo?, y lo mas importante, ¿como conseguía volverlo loco de deseo?

Claire estaba nerviosa pero a la vez sentía una gran excitación por el hecho de haberse atrevido a llegar hasta ahí , había decidido seguir los consejos de su tía al pie de la letra y se propuso comenzar esa noche mientras mas pronto mejor ¿no?. Sí,  así existían menos posibilidades de que se arrepintiera, por lo que decidió ponerse el atrevido camisón de su noche de bodas y esperarlo en su cuarto una vez lo sintió bajar a cenar, no podía negar que le extrañó que llegara tan tarde, pero en esos momentos las razones no le importaban mucho pues su objetivo era otro. Una vez en la habitación de Brandon, le había costado un mundo decidirse en donde ubicarse, había pensado en acostarse en la cama, pero desecho la idea, sería caer en la rutina, mas tarde optó por quedarse parada apoyada en un de los postes de la cama, pero se canso rápidamente así que fue a sentarse en uno de los sillones de la chimenea, para luego pararse nuevamente al ocurrírsele la idea de que era posible de que Brandon no la notara ahí, al final se decidió por sentarse en el borde de la cama, acababa de adoptar una posición cómoda cuando escuchó abrirse la puerta, poco después entro Brandon a quien recibió con una sonrisa tímida. Había llegado la hora.

—Claire—musitó.

—Te estaba esperando—dijo levantándose para colocarse frente a él, tan cerca que podía sentir su respiración cada vez mas agitada en su frente.

Se puso de puntilla y rodeándole el cuello con los brazos lo besó, Brandon reaccionó inmediatamente, la rodeó con sus brazos para atraerla mas hacia así y profundizar el beso, no sabía que pensaba hacer Claire pero no le interesaba averiguarlo o tal vez si, el hecho es que fuera lo que fuera que estuviera planeando no podía ser malo, o al menos eso era lo que su cuerpo le exigía que creyera.