CapÍtulo 3

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Estoy segura de que casi escucho sus "!Aleluya!" jajajaja, pero recuerden que al principio les dije que no sabía cada cuanto subiría. Puede ser en una semana, un mes, un años, o cuando el humor de editar una novela que tiene demasiados errores ortográficos aparezca y me ponga en ello. Repito, no es mi actividad favorita, y por algún motivo que desconozco, cuando comencé esta novela como que me daba fastidio marcar acentos, comas, puntos y todo. Vuelvo a decir, no es que la van a encontrar perfecta, solo DECENTE.

Ajena a todo lo que sucedía en su casa, Claire llegó con Lily al hogar de Kate. Los sirvientes, que todavía estaban limpiando los restos del día anterior, se movilizaban de un lado a otro.

—Buenos días, Selling —saludó al mayordomo de los Blane.

—Buenos días, señorita Lethood. La señorita Blane está en el salón de música.

Claire le dedicó una sonrisa de agradecimiento, y se dirigió con Lily al salón de música intentando esquivar a los criados que amenazaban con tumbarla.

Siendo tan amigas como eran y conociendo ese lugar tan bien como su propia casa, Claire no necesitaba ser anunciada, ni tampoco que la guiaran, pues siempre era bienvenida en esa casa como Kate lo era en la suya, aunque su padre no se solía dar cuenta de su presencia.

El salón de música, decorado en tonos oscuros, estaba bien iluminado, pues en el fondo, había una puerta ventana que no solo proporcionaba la mayor iluminación al lugar, sino que además daba a un sendero que a su vez, conducía a un pequeño jardín en donde ella y Kate solían jugar, por ser un lugar oculto y privado.

Kate estaba sentada frente al piano, tocando unas teclas qua aún no lograban formar una melodía. Su amiga era muy buena con la música, tenía la voz de un ángel y en el piano nadie la igualaba. No era lo mismo en lo referente a la costura, bordado o tejido, pues no tenía la paciencia suficiente para pasar horas sentadas realizando ese tipo de tareas, prefería actividades mas entretenidas como montar a caballo (cosa que a ambas le encantaban). A excepción de eso, eran muy diferentes en gustos. A Claire la música la odiaba, por decirlo de alguna manera; el bordado se le daba bien pues tenía bastante paciencia, pero su actividad preferida era la pintura.

Kate se percató de la presencia de su amiga y le dedicó una sonrisa, vio a Lily a su lado y le dijo en tono conspirador:

—Anne está en la cocina. —Inmediatamente la doncella partió hacia allá—. Dile a la señora Woods que nos prepare unas galletas, estaremos en la terraza. — gritó

—Kate —dijo en un tono de autoridad fingido—, me acaban de decir que las damas no gritan.

Kate rio mientras se dirigían a la terraza. Sabía perfectamente de quien provenía esas palabras, pues varias veces ella también se llevó reprimendas de Lady Warwick. A pesar de todo le tenía mucho cariño.

—¿Cómo se encuentra hoy tu tía? —preguntó al recordar que la noche pasada se sentía mal.

—Muy bien gracias —sonrió—. No se sentía mal.

Kate frunció el ceño.

—¿Entonces porque se fueron?

Claire tardó un momento en responder, pues en ese instante llegaron a la terraza y los recuerdos se agolparon en su mente volviendo de nuevo al misterioso hombre y preguntándose quien sería ¡Por Dios! ¿Es que no la iban a dejar en paz sus pensamientos? Se obligó a concertarse en la conversación mientras tomaban asiento.

—Mi tía no deseaba seguir escuchando comentarios de sus amigas —le confesó, entre ella y Kate no había secretos, bueno, casi. Hablar con ella siempre le ayudaba.

Arrebatadora inocencia (Casadas A La Fuerza #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora