Capitulo 4

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Inconvenientes

Por el día este maldito y ridículo lugar era "alegre" según los humanos, todos hablando de estupideces, cuando pasaba a lado de esos simples mortales hacían gestos hacia mí de una manera que no tenía sentido, algunos de deseo otros de gusto y las hembras solo miraban con "odio", no entiendo la capacidad de pensamiento en esas criaturas tan inferiores.

-Hola preciosa, com...

-Lárgate idiota...

Seguí mi camino sin prestar atención de quien trataba de hablarme, debía investigar donde estaba ese libro, pero el lugar era enorme y eso me llevaría mucho tiempo. Quizá se trataba de esas edificaciones que hacen los sacerdotes (los reales) en homenaje a sus "grandes, majestuosas y únicas" criaturas en las que tanto creían. Los sacerdotes y ángeles se veían una vez cada siglo, solo para recordar "el trato" entre ellos, eso consiste en "cuidar" a esos hombres devotos con poderes. No era así, los ángeles son crueles, ese trato nunca existió, eran puras palabrerías de las criaturas aladas. Ya me fui más a fondo.

-Maldita sea ya me perdí... debí hacer caso en eso de traer el mapa...

Claro Keyen, el hombre que me protegió y murió por mí, entregó un mapa de los lugares más importantes ¿dónde lo deje? En la mansión donde todos los caídos y renegados vivíamos (o la mayoría), éramos de los pocos clanes que se mantenían juntos, la traición era una muerte de agonía y claro que sucedía pero contadas las ocasiones. Sentí un punzante dolo en la espalda, cada semana mis alas cambiaban un poco a color negro, me deje caer al suelo. Mover un músculo era imposible, trataba de reprimir un grito, debía ser fuerte o mandarían a alguien del clan a ayudar y no necesitaba un estorbo para esta misión que había sido otorgada solo a MÍ. Mientras más presión hacia contra el suelo este se iba agrietando, los humanos miraban mientras pasaban ¿por qué ellos tenían eso llamado curiosidad? El dolor era peor que hace una semana, debe ser que están ocultas. Como pude me levante recargada en la pared tratando de llenar mis pulmones con el aire tan impuro del lugar, era difícil, como si miles de agujas atravesaran la garganta y pulmones, he de caer lentamente al suelo dejando que los pervertidos de los alrededores miraran, quisiera matarlos pero estas alas transformándose son un impedimento.

-Ya lárguense idiotas, aquí no hay nada interesante que ver.

Era una voz tranquila y elegante, ya sabía de quien se trataba. No lo odiaba pero su compañía en este momento no me era necesaria y para desgracia esto contaba como el favor que me debía, mierda. Veinte minutos tarde en recuperarme, se sienta a mi lado con su sonrisa arrogante que lo caracteriza, no se trataba de un idiota. Jamil, un caído (él fue sacado del cielo) un gran guerrero, unos años mayor que yo, fuerte, inteligente, ardiente decían algunas caídas. Mi amigo no, pero si con quien frecuento entrenar, mucho más alto que yo (eso es fácil) ojos rojos y cabello negro.

-Después será menor el dolor, y trata de ponerte otra cosa que todos vieron tu ropa interior, rojita.

Él me decía rojita desde niña, siempre por mi cabello.

-Eso me importa poco, además estoy en misión. ¿Tú que mierda haces aquí?

-En otra misión preciosa, pero no debiste ignorarme hace un momento.

-No sabía que eras tú, además estoy ocupada. Así que tú a tú misión y yo a la mía.

-Solo ten cuidado, ya se sabe que los humano-demonio y ángeles saben del libro.

-Argh que entrometidos, tengo que hacer esto rápido.

Me levanto, pero el cansancio está presente, Jam me entrega un frasco de poción para recobrar energía, lo bebo y sigo mi camino.

-Ahora yo te debo.

-No, te lo di porque quise. Anda lárgate idiota o serás un fracaso como siempre.

-Eso lo serás tú.

Trata de besarme como siempre, lo golpeo en el estómago y sigo mi rumbo. Yo no caeré tan bajo. Apenas llegó a la entrada de biblioteca y uno de esos terrícolas que les llaman profesores me arrastra a un salón donde había otros humanos y... una chica mitad demonio, era fácil reconocer por el tono de piel y ojos extravagantes. Y una ángel, se trataba de Celina ya la había visto una vez y no era muy tierna que digamos.

-Gracias, lo que me faltaba.

-Señorita Randy....

Y lo peor, un centinela, esto se ponía cada vez más difícil. Tenía que encontrar ese libro esta misma noche o todo terminará mal.

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Mo

Lucha por el poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora