El buen Maestro.

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En todo camino espiritual hay una palabra llena de enigmas y provocaciones atractivas. Me refiero a la palabra verdad. Siempre creemos que al recorrer el camino hallaremos una verdad, absolutamente verdadera y que se adapte a lo que necesitamos. Pensamos también que esa verdad está en poder de algún maestro y que con una instrucción de varios meses o años nos la transferirá. No hay error más grande que pensar esto, y sobre todo iniciar un camino espiritual pensando que debemos buscar a ese "maestro" poseedor y dador de la verdad.
La verdad no existe alrededor nuestro. No es algo que exista para que podamos aprehenderla. La verdad está dentro de nosotros, es parte de nuestra naturaleza; sólo que a veces hemos olvidado cómo buscarla y cómo sentirla en nuestro ser interior. La verdad es relativa. Lo que para mi es verdad, mi verdad, puede no serlo para otros. Por eso un maestro no puede enseñarnos ni darnos la verdad que andamos buscando. Pero siempre, al principio de todo camino espiritual, e incluso después de habernos desarrollado, es bueno contar con un buen maestro.
¿Pero cuál es entonces la función de ese maestro?
Sencillamente el maestro es aquella persona que hace que despiertes del letargo y comiences la búsqueda, tú búsqueda. El maestro no te dará la verdad pero la provocará, la suscitará, y en algunos casos la puede guiar de manera amorosa.
Un buen maestro trabaja contigo para que tú mismo descubras la divinidad que hay en ti y la desarrolles. Él te dirá al igual que dijo el gran Maestro Jesús que te pares y andes. Un buen maestro te despierta y te hace ver que debes cultivar tu ser interior, te hace consiente de las potencialidades que tienes pero siempre desde tu propia experiencia, no desde las suyas. Esas son siempre una referencia pero no el modelo a seguir.
Desconfía de aquel maestro que te diga que es poseedor de la verdad y que tú debes emularlo para alcanzarla. Ese no es un buen maestro, es un charlatán. El buen maestro no te ofrece el conocimiento, lo construye junto a ti a medida que desarrollas tu espiritualidad. El buen maestro no sigue al pie de la letra las filosofías, ni preceptos religiosos sino que los estudia contigo y los replantea, los resignifica para que seas tú quien decida en qué creer y qué seguir.
El buen maestro te guía hacia la luz, con su luz irradia más luz sobre ti para que tu sendero sea el más iluminado. El buen maestro es humilde, bondadoso y ofrece a manos llena su experiencia. No la verdad, porque no la tiene. Simplemente tiene un recorrido antes que el tuyo y solo eso, y lo que él ha aprendido, quizás de otro maestro, puede ofrecerte.
En mi camino por la vida he encontrado muchas personas de las que he aprendido; todas me han enseñado algo, poco o mucho, siempre ha habido una enseñanza. Pero en ni camino espiritual han sido pocos los verdaderos maestros. Esos pocos han sabido iluminarme y motivarme al despertar porque la verdad está en mí y soy yo que debo buscarla y hallarla. Pero el trabajo es mío. Yo soy la responsable de mi crecimiento interior, de mi avance, mi decantación y mi edificación. Mi maestro siempre será un guía, un amigo, un compañero y hasta un consejero.

Busque cada uno su verdad interior, su propósito de vida, ese propósito que va más allá de cumplir con las cotidianas tareas que demanda este mundo físico y terrenal. Trate cada quien de encontrar un buen maestro para fortalecer su recorrido pero si no lo haya no detenga su andar porque cada persona tiene un sabio dentro. El mejor maestro está en nuestro interior .

Caminando hacia tu Ser Interior.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora