Carencia de deseos.

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Los deseos del  ilusorio que vivimos pertenecen a ese mundo y en nada nos van a permitir elevación espiritual. Todo deseo egoísta por elevado que sea su objeto nos ata.
Hay que obrar por amor a lo recto, no con la esperanza de la recompensa.
Hay que trabajar por amor al trabajo no por el dinero que devengamos.
Hay que entregarse al servicio del mundo porque lo amamos y no podemos dejarlo de hacer.
No debemos desear poderes psíquicos, el Maestro los otorgará si cree necesario.
No debemos desear brillar o ser superior en ningún sentido ni hacerlo por encima de otros.
Reprimir el deseo de inmiscuirse en la vida de los demás sin que se lo hayan pedido. Lo que haga o deje de hacer otra persona, lo que crea o piense no es cosa nuestra. Esa persona tiene la misma libertad que nosotros para hacer a su conveniencia.
Frente a la crueldad contra niños o animales nuestro deber es defenderlos.
Si estamos encargados de instruir a otra persona debemos reprender con afecto sus faltas.
Excepto en aquellos casos en loa que se nos llame a participar, debemos ocuparnos de nuestros asuntos y ejercitar la virtud del silencio.
Es mejor callar y solo hablar cuando lo que se vaya a decir sea Verdadero, Bueno y pueda Ayudar a otros.
Todo lo antes expuesto es del dominio del cuerpo astral. En este cuerpo se alojan vibraciones intensas que debemos aprender a controla: la cólera, la envidia, la lujuria, la depresión, la codicia, la avaricia, entre muchas otras.
Controlando los deseos del mundo ilusorio nos acercamos a los del mundo real.

Caminando hacia tu Ser Interior.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora